EDITORIAL: Trump en su trampa
EDITORIAL: Trump en su trampa S abido es que las teorías conspirativas atraen a amplios sectores de los partidarios de Donald Trump, especialmente a aquellos que miran con suspicacia las actuaciones u omisiones de autoridades en procesos judiciales que involucran a ricos y poderosos, como el de Jeffrey Epstein, un empresario muerto en la cárcel, en 2019, acusado de abuso sexual contra menores.
Trump está en medio de la polémica porque, después de haber alimentado durante su campaña la teoría de que había información oculta que comprometía a personajes y funcionarios influyentes, ahora su gobierno desestima dar a conocer las investigaciones, justo después de que se supo que el Presidente aparece mencionado en ellas, aunque esto no implica que haya estado involucrado en las actividades criminales de Epstein.
Sus partidarios se han dividido entre quienes, frustrados porque no ven que se destapen crímenes en las altas esferas, exigen que cumpla su promesa de total transparencia, y los que aceptan las explicaciones del gobierno, en el sentido de que no hay contenido relevante en esos documentos. Para cumplir con sus electores, Trump había instado al Departamento de Justicia a revisar exhaustivamente los archivos de la investigación, y así se hizo. Durante meses se revisaron decenas de miles de páginas, y se publicaron algunas que no aportaron nueva información, decepcionando a quienes esperaban evidencias contra celebridades. La fiscal general, que había dicho en febrero que tenía "una lista" de nombres, luego diría que no hay tal listado. En junio, Elon Musk escribió y luego borró un mensaje en redes sociales en el que sugería que el Presidente se negaba a publicarlos por estar involucrado. El mandatario fue amigo de Epstein hasta 2004, justo antes de que surgieran las primeras acusaciones de abuso de menores, y se dice que se alejó del personaje por su comportamiento inaceptable. Es indudable que Trump buscó usar políticamente el escándalo Epstein (ya en 2015 había intentado implicar a Bill Clinton), pero esto se ha vuelto en su contra porque surgen interrogantes sobre su cambio de opinión. Sus conocidas maniobras en los temas judiciales hacen sospechosos sus intentos por acallar las críticas, especialmente de la prensa, con la que tiene tensas relaciones por su tendencia a restringir la libertad de expresión. Hace unos días, anunció una demanda por US$ 10 mil millones contra el Wall Street Journal por publicar una nota de saludo --según él, falsa-supuestamente enviada por él hace años a Epstein. El Presidente busca evadir la polémica jugando golf en Escocia, pero también reflotando viejas disputas con los demócratas.
Y como parte de esa estrategia para intentar cambiar la agenda, aplaudió con entusiasmo que la jefa de Inteligencia Nacional acusara a Barack Obama de "conspiración traicionera" al haber supuestamente ordenado a las agencias inventar evidencias sobre la "interferencia rusa" en las elecciones de 2016. "Lo de Obama fue una traición", dijo Trump, algo que desde la oficina del expresidente calificaron de "ridículo". Su uso político del caso Epstein ha terminado volviéndose en su contra. Trump en su trampa.