"Mi generación es la más maltratada por los dirigentes de la generación actual"
"Mi generación es la más maltratada por los dirigentes de la generación actual" Párrafos selectos del libro "Enrique Correa: Mi vida, mi historia", que coescribió con Luis Álvarez, en el cual revisa distintos hitos de su vida durante la UP, el régimen militar y la época de la Concertación. Aquí parte de sus reflexiones finales. "He vivido tiempos excepcionales con gente excepcional. Pertenezco a la generación universalmente llamada de los sesenta, que es la generación de vigencia más duradera de la historia de Chile. Ninguna generación tuvo tanta vigencia política". Ya dije al principio que ingresé a la Democracia Cristiana en el año 58 y que en 1960 me convertí en dirigente de la Juventud del partido. También conté que cuando estaba en el colegio tuvimos como invitado a don Patricio Aylwin, así es que ya conocía a uno de sus más importantes líderes. Desde entonces he estado activamente vinculado a la política. Por curiosidad, he tratado de ver hilos generacionales, incluso familiares, en los decenios liberales o en los decenios conservadores del siglo XIX. Generaciones como la de Bilbao, Amunátegui o los Montt no duraron tanto tiempo.
Pero nos sentimos continua" dores de ellos, porque siempre consideramos que detrás de nosotros estaban no solo aquellos con los que estábamos de acuerdo, sino que todos, todos los que ejercieron alguna vez el gobierno del país. Fuimos hijos de dos realidades que hoy no existen tal cual las conocimos: la Iglesia Católica y la Guerra Fría.
Muchos de nosotros no seríamos los mismos si no hubiese existido la Iglesia como existió y si nuestras primeras batallas políticas no las hubiésemos dado en el duro contexto de la Guerra Fría. (... ) Nosotros no vinimos a fundar una nueva cultura. Somos hijos de una cultura gracias a la cual existimos y de la cual nos sentimos continuadores; continuadores críticos, naturalmente. No somos tampoco esclavos de esa cultura, porque innovamos, y creo que esta mezcla de innovación y permanencia, de cambio y continuidad, fue la clave del éxito de esta generación.
Pero así como esta generación vivió tiempos excepcionales, como los de los gobiernos de la Concertación hasta el primer gobierno del Presidente Piñera, y así como fue actor protagonista de prácticamente todo el Chile posterior a los cincuenta, es al mismo tiempo la generación más desprestigiada, más maltratada por los dirigentes de la generación actual. El trato que se le dio a esta generación que tanto vivió en la política chilena por parte de muchos de los dirigentes de la generación actual que nos llegó a gobernar fue muy sorprendente.
Parecía que vivían mejor mientras más Adelanto de las memorias de Enrique Correa "Mi generación es la más maltratada por los dirigentes de la generación actual" Lecturas & Documentos A fines de los 80, los líderes de oposición se unieron para el plebiscito contra Pinochet y luego la elección de Patricio Aylwin.
En la foto, de izquierda a derecha: Enrique Silva Cimma (radical), Patricio Aylwin (DC), Enrique Krauss (DC), Correa, Andrés Zaldívar (DC), Ricardo Lagos (PS) y René Abeliuk (Social Democracia). Archivo El Mercurio (Continúa en la página 12). "Mi generación es la más maltratada por los dirigentes de la generación actual" moríamos nosotros, y esa sensación fue muy negativa (... ). Afortunadamente, esto ha ido siendo superado, en palabras del presidente Gabriel Boric, a quien nuestra generación ha apoyado, después de haber tenido un quiebre político y también personal. (... ) Es malo ponerse de ejemplo, pero nosotros no matamos a la generación anterior. Quienes nos precedieron fueron nuestros maestros, aunque no hiciéramos las cosas como ellos querían.
Pienso en maestros como Jaime Castillo, Clodomiro Almeyda, Luis Corvalán, Volodia Teitelboim, Aniceto Rodríguez y Raúl Ampuero, por ejemplo (... ). El Frente Amplio y el MAPU Recuerdo que José Antonio Viera Gallo organizaba encuentros con dirigentes del Frente Amplio antes de que fueran gobierno, porque lo encontraba parecido al MAPU. (... ) Una vez uno de estos nuevos dirigentes dijo que quizás nosotros nos resentíamos con ellos pero que habíamos tratado igual a nuestros mayores. --Mire, son dos cosas distintas --le dije y luego agregué--: Nosotros rompimos un partido, pero Jaime Castillo nunca dejó de ser mi maestro. (... ) Nosotros no dijimos que nuestros mayores eran unos renegados que habían hecho lo mismo que había hecho la derecha. No dijimos que nuestros mayores se habían puesto de rodillas ante la derecha y ante el monopolio empresarial. Lo que hizo el Frente Amplio fue convertirnos en sus principales adversarios. Los principales objetos de su crítica no eran la dictadura o la derecha, sino los dirigentes de la Concertación. Esta generación que ha tenido una vigencia tan larga se puede mirar desde un ángulo positivo, porque hay una acumulación de experiencia inédita, y negativo, porque no fue una generación que promoviera el reemplazo.
La impresión es que la generación que vino después pensaba que tenían que sacarnos con alguna fuerza y no esperando una conducta abierta nuestra hacia el reemplazo (... ). El socialista Yo me identifico muy profundamente con la idea de que Chile necesita una segunda transición, una transición hacia un Estado de bienestar. No estamos en el mejor momento para el Estado de bienestar, porque para eso hay que recuperar crecimiento, pero es un cometido hacia el que debemos aspirar. Me siento muy cómodo postulando la idea de un Estado de bienestar con buena economía y en un país seguro, esa trilogía muy propia de la socialdemocracia moderna.
Por otro lado, siento que una sociedad en la que conviven crecimiento con Estado de bienestar es una sociedad en la que convive un Estado con mucha iniciativa, un mercado muy dinámico y una población civil muy viva.
Esa manera de mirar las cosas, de una segunda transición hacia un Estado de bienestar y una interpretación de la pugna social a partir del esfuerzo de las clases medias para acceder a bienes públicos de calidad, me hace sentir muy cómodo como socialista. Esos dos asuntos son, además, muy lejanos al pensamiento de derecha. Hay que considerar, no obstante, que la derecha chilena ha evolucionado. Por algo apareció José Antonio Kast al frente, como crítico de esa evolución.
Pero pese a su evolución, la derecha chilena y sobre todo su base de apoyo, tanto empresarial como política, siguen creyendo en la teoría del chorreo, que es todo lo contrario a un Estado de bienestar (... ). Las críticas Nunca me han afectado demasiado las críticas en mi contra, porque mi vida cotidiana no es la de alguien que ande preocupado del poder; empiezo a trabajar antes de que aclare y termino cuando ha oscurecido. Hago mi trabajo, como todos los que viven de su trabajo. Hay un mito cuando se habla de poder y es que uno encarna el poder esté donde esté. Lo considero una exageración sin sustento. No cabe duda de que fui naturalmente importante, puede decirse poderoso, durante el gobierno del presidente Aylwin. Pero era un poder vicario, justamente porque provenía del presidente. Y, además, trabajaba mano a mano con Edgardo Boeninger y también, por supuesto, con Enrique Krauss. Después tuve una influencia importante, o una participación importante --porque en los presidentes se influye poco o casi nada--, durante todo el gobierno del presidente Lagos. Junto con Eugenio Tironi éramos una especie de miembros honorarios del segundo piso. Estábamos una vez a la semana con ellos. Trabajé con los ministros, con Carlos Cruz mientras fue ministro de Obras Públicas, como se sabe, y, cómo no, con José Miguel Insulza. Durante el primer gobierno de la presidenta Bachelet mi participación fue muy relativa. Naturalmente, fui siempre cercano con José Antonio Viera Gallo y con Edmundo Pérez Yoma. Boeninger y yo trabajábamos mucho ayudándolos a que el proyecto caminara, pero no fue una influencia tan importante.
Durante el primer gobierno del presidente Piñera--no sé si por su propia iniciativa o porque se le ocurrió a alguno de sus ministros-pensaron que abrir un juicio en la justicia penal por posibles responsabilidades en las víctimas del tsunami podía ser el único modo de impedir que Michelle Bachelet fuera presidenta de nuevo. Trabajé estrechamente, de manera voluntaria y ad honorem con Rodrigo Peñailillo para evitar ese juicio y dejar, además, porque eso era lo correcto, libre de toda responsabilidad la presidenta. Y tuvimos éxito en ese cometido (... ).Y, de algún modo, eso le cerró al gobierno la única posibilidad de impedir que Michelle Bachelet llegara nuevamente a La Moneda. A partir de la salida de Peñailillo del gobierno, la leyenda creció, porque los dos ministros que vinieron al comité político --Marcelo Díaz y Jorge Insunza-habían trabajado en Imaginaccion. Una cumbre del MAPU en 1971, partido que contribuyó a fundar Enrique Correa tras el quiebre con la DC.
Al centro en camisa oscura Jaime Gazmuri, a su izquierda, Fernando Flores, ministro de la UP, y a su lado, Correa (Archivo El Mercurio). (Viene de la página 11) "He vivido tiempos excepcionales con gente excepcional. Pertenezco a la generación universalmente llamada de los sesenta, que es la generación de vigencia más duradera de la historia de Chile. Ninguna generación tuvo tanta vigencia política", afirma en el libro. Aquí, con el actual embajador de Chile en Argentina, J.A. Viera Gallo y el senador J.M. Insulza en 2014, recordando su vínculo pregolpe militar (Archivo El Mercurio).. "Mi generación es la más maltratada por los dirigentes de la generación actual" No tuve nada que ver con eso. Si vi a Marcelo un par de veces cuando era ministro, es mucho. Y a Jorge simplemente no lo vi (... ). Fue más bien una ocurrencia mediática, muy lejana de la realidad. Entonces, esta idea del poder tiene mucho de leyenda, de mito. Debe ser porque es una idea que genera atracción, pero al mismo tiempo temor (... ). Tengo la impresión de que, de algún modo, me convertí para muchos en la encarnación de la transición. Algo que es injusto, porque la verdad es que la transición tuvo un gran director de orquesta, que fue el presidente Aylwin, y alguien que la concibió, que no fui yo, sino Edgardo Boeninger. Yo solo estuve cerca de esas personas excepcionales y, sin embargo, aparezco como ícono de la transición.
Esta idea de la encarnación de la transición fue acumulando críticas por parte de ciertos sectores de izquierda, aunque más recientemente la transición ha empezado a ser revalorizada por muchos que en otros tiempos fueron críticos, como el Partido Socialista, por ejemplo. Los críticos de la transición vinieron de la propia Concertación. Yo fui primer blanco de eso.
Toda esta mitología que despiertan los críticos no tiene ningún respaldo (... ). Nunca, jamás, ha habido ni una sola denuncia concreta respecto de traspasar la frontera (... ). Treinta años El estallido social estuvo sustentado además en un discurso fantasioso y dañino que sostenía que los males de Chile tenían treinta años.
Fantasioso y dañino, porque atacaba los años más brillantes de nuestra historia, cuando Chile se convirtió en un país más optimista de su propio futuro (... ). Como si fuera poco, esto de que todos los males de Chile se debieron a los treinta años quería decir que los diecisiete años de la dictadura no habían hecho ningún daño.
Quienes acuñaron la frase "No son treinta pesos, son treinta años" le dieron un relajo a la memoria sobre la dictadura y lo peor que le ocurrió a Chile fueron los diecisiete años de la dictadura, precisamente. Hubo un muy buen discurso del presidente Boric en un Primero de Mayo en la Asociación Chilena de Seguridad, donde habló del acuerdo de los dos Manueles, Manuel Bustos y Manuel Feliú. Ese fue el acuerdo fundacional de los treinta años y tras ese acuerdo estuvimos Boeninger, Foxley y yo.
Entonces me dio una sensación de satisfacción que el presidente lo hubiese relevado como un tiempo virtuoso. ¿Qué dejó el estallido? (... ). Bueno, no dejó mejor salud ni mejor previsión, porque el acuerdo previsional alcanzado no tiene que ver con el estallido (... ). Dejó ciudades destruidas. Fue una vioción de su barrio, ya no votaría tan fácilmente por la izquierda, ni por mucho tiempo, probablemente.
Habla bien de la inteligencia de Gabriel Boric como presidente el modo en que enfrentó la situación, porque el concepto estratégico que tenía el Frente Amplio --cuyo arquitecto, por lo que le oí y le leí, fue Giorgio Jackson como ministro de la Presidencia-era que, como se iba a aprobar la constitución propuesta por la Convención, se contaría con institucionalidad para los cambios. Y como se iba a aprobar la reforma tributaria, se iba a contar con la plata para implementar esos cambios. Esas dos afirmaciones, vistas por cualquier político experto, son discutibles, pero esos fueron los supuestos. Ninguna de las dos cosas resultó cierta, por lo que ambas columnas vertebrales de la estrategia se cayeron. Esto habla de lo poco realistas, de lo inexpertos que eran los que construyeron tales columnas programáticas. No sabían muy bien cómo funcionaba la política aquí y en cualquier parte del mundo y navegaban en la idea de que el pensamiento domina la realidad. El ministro Jackson había dicho además que una de las características que le daba solidez al poder eran los distintos círculos en torno a él. Bueno, el presidente terminó con eso y trajo al círculo externo y lo puso en el centro. Fue lo que hizo con Carolina Tohá y Álvaro Elizalde en dos ministerios políticos de La Moneda. Después de esta tremenda derrota, el gobierno se quedó sin agenda, aunque estuvo a punto de concretar una gran agenda cuando la ministra Tohá había alcanzado un acuerdo transversal sobre seguridad. Pero eso se vino abajo con los indultos.
Uno de los grandes méritos que ha tenido el presidente Boric fue el respaldo sin reservas que le dio a su ministro de Hacienda, Mario Marcel, para que, junto con el Banco Central, efectivamente normalizaran la situación económica. lencia insensata que, además, afectó zonas comerciales y de esparcimiento de la clase media (... ). ¿Qué permaneció de todo eso? El narcotráfico, una creciente inseguridad y la pugna por bienes públicos de calidad (... ). Además, la violencia dio carne a la mitología de la derecha que suele afirmar que la izquierda es violenta, que izquierda y violencia son sinónimos, olvidando la inmensa contribución de la izquierda en toda la historia del siglo XX a la democracia en el país (... ). Pero también hubo quienes pensaron que ahora sí venía la revolución (... ). Hubo también un gran momento del mundo político y fue cuando se llegó a un acuerdo para institucionalizar el conflicto, para viabilizar una solución a través de una salida constitucional.
No creo que el millón de personas se haya movido por una nueva constitución (... ). Pero, en fin, ese acuerdo nos salvó, porque separó a la clase política de la violencia (... ). Convención Cuando hablo del texto de la Convención me resulta más cómodo decir que fue "controvertido", porque voté Apruebo.
Yo esperaba que se llegara a un gran acuerdo para reformar y que lo que estaba en el corazón de lo que había que reformar era el sistema político, por lo que se iba a reponer el Senado (... ). También pensé que se iban a limpiar todos los capítulos económicos, en los que se regulaba sobre la expropiación, el precio justo, etcétera. (... ) Para la derecha, esa Convención, más el estallido, más la destrucción del centro de la ciudad, eran evidencias para mostrar hasta dónde podía llegar la izquierda y, si la dejaban a su suerte, se les podía ocurrir cualquier locura. (... ) Si bien hubo un millón de personas en la calle, la expresión más grande de voluntad por los cambios que ha habido en Chile, esa misma gente que estaba en la marcha, al ver la destrucEn el verano de 1990 antes de asumir el Gobierno de Aylwin, se junto el futuro gabinete: el ministro de Economía, Carlos Ominami, el de Hacienda, Alejandro Foxley, Correa y el de Segpres y cerebro de la transición, Edgardo Boeninger (Archivo El Mercurio). "Enrique Correa, Mi vida, mi historia" Memorias publicadas por Enrique Correa, exministro de Patricio Aylwin y actual dueño de la consultora Imaginacción. El libro es de editorial Planeta, y fue coescrito con Luis Álvarez Lecturas & Documentos.