Autor: Carlos Peña
COLUMNAS DE OPINIÓN: Defensa de las filtraciones
COLUMNAS DE OPINIÓN: Defensa de las filtraciones al a as filtraciones, ocurridas el último tiempo, de investigaciones llevadas adelante por el Ministerio Público, han planteado la necesidad, a juicio de algunos congresistas, de establecer sanciones penales para reprimirlas oinhibirlas.
Para evaluar esas iniciativas es necesario comenzar recordando queesgraciasalas filtraciones, las indiscreciones y los fisgoneos (ya despecho de quienes tenían razones para impedirlas y obrar en medio delasombras) que la opinión pública seenteró, en su hora, de asuntos tan relevantes como el caso Watergate, los papeles del Pentágono, o, para noir máslejos, el caso Convenios, las rencillas gubernamentales o las vicisitudes de la venta(oelintento de venta) delacasa del expresidente Allende, de maneraqueno cabe duda de quelas filtracionessuelen resultarbenéficas. ¿Significa entonceslo anterior queno esnecesario ocuparse deellas, deesa entrega deinformacióna goteras quese filtra en. medio de losintersticios del poder? Por supuesto que no; pero al hacerlo hay que tener cuidado de no lesionar los valores fundamentales de una sociedad abierta. Desde luego, esnecesario asegurar los deberes desecreto de lasautoridades y delos intervinientes, por ejemplo, enel proceso penal, y evitarla intromisiónen esferas protegidas comolaintimidad o la privacidad. Pero nada de eso debiera conducir a ahogar o inhibir la libre búsqueda y divulgación de informaciones deinterés público. Enotras palabras, nada delo anterior debiera conducir sancionar laindiscreción ola publicación deinformación por parte delos periodistas o los medios cuando ellos juzgan razonablemente quese trata de informaciones de interés público.
Porque los fisgones del poder público que filtraninformaciones, y los medios que las divulgan, suelen prestar un importanteservicio público. ¿Fue Felt, la garganta profunda del caso Watergate, un traidor, un bribónenlassombras, una serpiente (como dijo Buchanan, el escritor fantasma de Nixon) o, en cambio, un héroe de esosque contribuyena quela comunidad cívica seamejor y más digna? Es probable que Mark Felt no hayasido una buena persona (después detodo era agente del FBIen lostiempos de Hoover) y estuviera dispuesto en más de una ocasión a hacer barbaridades. Y que entregara información movido porel afánde venganza y porel resentimiento. Pero el hecho es que gracias a él -y a. esosencuentros furtivos-los ciudadanos supieron que Nixon espiabaasus competidores y corrompía a funcionarios para alcanzar el triunfo.
Gracias aél la democracia americana pudo revalidar los compromisos que la hacen digna de envidia, y debido a. él, y ala labor de Bernstein y Woodward, la prensa es un oficio quese enorgullece de sí mismo (algo que por estos días los periodistas, sometidosal desinterés presidencial, necesitan). Y gracias aéllos felones (abundan) saben quelastrampasen política. puedenser mortales para quieneslas ejecutan. Sí, Mark Feltestá lejos de ser un santo o un ejemplo de moral kantiana.
Pero eso no le impide ser un héroe ¿ No son acaso. héroes esas personas cuya vida -por los motivos más disímiles, desdeel miedoa la vergúienzase redime en medio de sobresaltosyacaba, así, haciendomejor ala comunidad? Por eso Feltmerece un elogio; aunque, lo mismo queJudas, seaunsoplón yhaya condenado su alma. Gracias a tipos como él los tramposos. nunca están a buen recaudo.
Porque el problema no son los hombres o mujeres del tipo Mark Felt (más bien hay que echarlosen falta a la hora de dilucidar los abusos, los desfalcos y las ineficiencias que en Chilesi'guenimpunes) sinoesossujetos soberbios que cuando enel DVD. miran Todos los hombres del Presidente, se identifican con Nixon.
Sino, pregúntese qué habría ocurrido con el casoProculturasien vez de filtraciones, que las ha habido y las habrá, huturasien vez de filtraciones, que las ha habido y las habrá, huturasien vez de filtraciones, que las ha habido y las habrá, huturasien vez de filtraciones, que las ha habido y las habrá, hu.