Autor: Por NICOLÁS LAZO JEREZ. Fotografías: SERGIO ALFONSO LÓPEZ.
FRANCISCA Walker “LA FIGURA DE Y DIVO Y DIVA YA NO ESTA”
N las fotos, la actriz Francisca Walker (34) luce embargada por una emoción extática. De pie ante el público, al centro del escenario del Teatro Nescafé de las Artes, irradia la misma alegría que viene sintiendo, recuerda, desde que a los tres años empezó a practicar ballet.
Esta vez, eso sí, el baile dio paso al canto, y el repertorio es más popular que clásico: “Perdóname”, de Camilo Sesto, y “Huele a peligro”, de Myriam Hernández. —La música siempre fue una forma de exorcizar sentimientos —dice frente a la pantalla de Zoom unos La coprotagonista de ¿ +Pobre Novio (Mega) reflexiona sobre los cambios culturales delante y detrás de las cámaras, repasa la época en la que intentó abrirse camino en Estados Unidos y explica por qué se resiste a la exposición.
“Hay cosas en las que a mí no me interesa la opinión de la gente”, dice. días después de aquel “Concierto para románticos” producido por Cultura Capital, donde compartió escena con varias actrices, como Josefina Fiebelkorn, Antonia Santa María y Montserrat Ballarín, —A Myriam Hernández me gustaba cantarla a todo + pulmón con las amigas, o encerrada en la pieza por alguna pena de amor.
Acaso debido a ese potencial liberador, cuenta Francisca, el género musical es uno de los que + más disfruta. —Te obliga a vivir en un círculo virtuoso en que te levantas y tienes que entrenar tu voz y tu cuerpo, y luego ir a ensayo, cantar, bailar. Estás meses y meses en una burbuja de artes y cantando en comunidad. Es muy rico de hacer. Uno día a día trabajando todas s: Aunque el cine también es hermoso. Es detallista, lento y meticuloso, como bordar. Es estar atento a cada gesto y a cada plano, es tiempo para replantearse las escenas. Las películas quedan para siempre, no envejecen. Son una joyita que uno guarda. Mientras prepara su papel en la cinta “Detrás de la lluvia”, de Valeria Sarmiento, por estos días se la puede ver en la teleserie vespertina de Mega.
Allí interpreta a Pamela Donoso, una mujer que abandona al hombre con el que iba a casarse y se embarca en una relación con otro mucho mayor. —En la sociedad de hoy, ¿un acto como ese se Juzgaría menos que antes? —Es un acto bastante tardío e impulsivo. Hace daño. Por lo mismo, no se debería llegar a ese punto para tomar una decisión. Pero creo que hoy hay más espacio para las libertades individuales, para equivocarse y, sobre todo, para que las mujeres podamos tomar decisiones.
En ese contexto, el hecho de que ella tome la decisión de seguir su instinto o su guata, frente a todo lo que puede decir la sociedad y las redes sociales, es un acto heroico para consigo misma. Antes hubiera sido mucho más condenada que hoy. En una teleserie antigua, quizás habría sido la antagonista para siempre. Aquí los personajes son buenos y malos, se equivocan.
Al mismo tiempo, son queribles. —¿ Hay alguna villana de la vida real a la que le gustaría interpretar? —Carolina Leiva, a la que le decían “la Scarlett Johansson chilena”. Una que estafó a bancos y a personas. Llena de bótox, adicta a los lujos y a las joyas.
Un síntoma de nuestra sociedad enferma. —A propósito, ¿cómo se lleva con las redes sociales?—Me pasa que tengo una relación de amor y odio con “Hoy hay más espacio para las libertades individuales, para equivocarse y, sobre todo, para que las mujeres podamos tomar decisiones”. ellas. Creo que son un arma de doble filo. Es un instrumento de difusión tremendo para nosotros los actores. Uno tiene un medio propio y su propia línea editorial, y eso es invaluable para un artista. En mi caso, he elegido hablar solo de mi trabajo, porque es demasiado el bombardeo y mucho el acceso que puede tener un extraño a tu vida privada si es que uno la entrega. Puede ser peligroso. No hay que exponerse demás, porque uno también es frágil. Y, además, creo que es importante el misterio. De hecho, ha optado por no referirse públicamente al hijo de un año que tiene con Mario Horton ni a la relación que mantiene con el actor desde 2016. En Instagram, el único registro de su embarazo pandémico data del 8 de marzo de 2021, día en que posteó una fotografía de perfil a contraluz.
“Esta evolución/liberación ha sido gracias a otras mujeres (... ) más rebeldes y valientes que yo, que me han mostrado el camino e inspirado y motivado a ser cada día más auténtica y feliz”, se lee al pie de la imagen. —Uno abre las puertas para que la gente opine, y hay cosas en las que a mí no me interesa la opinión de la gente. En mi vida privada, solo me importa lo que opina mi familia, mis amigos y mi círculo más cercano. No es algo que quiera abrir para otras personas.
CAMBIO DE ÉPOCA Pese a sus inclinaciones artísticas tempranas (“Estoy en el escenario desde que tengo uso de razón”), Francisca Walker admite que tuvo dudas a la hora de elegir un camino profesional. —Me daba miedo estudiar teatro, porque sentía que hacerlo me iba a llevar a cuestionarlo todo: de dónde vengo, adónde voy, qué quiero ser, las costumbres de mi familia. Era un salto al vacío; era pararme y sacarme la ropa frente a mucha gente. Sabía que iba a tener que pasar por un momento de deconstrucción, esa palabra que se ocupa tanto ahora. Eso me aterraba. Fui a la prueba especial de la Católica y lo disfruté tanto que dije: “Esto es. Que venga la Fran nueva, la reinvención una y mil veces”. La actriz nació en Oakland, California, mientras su papá estudiaba un doctorado en Finanzas en Berkeley. Seis meses más tarde, los Walker Galdames volvieron a Chile.
Excepto por una breve estadía en Austin, Texas, Francisca no volvió a pisar suelo estadounidense hasta casi tres décadas después, cuando partió a perfeccionarse en la actuación frente a las cámaras y a probar suerte en el epicentro de la industria del espectáculo. —Es un universo que a todos los actores nos llama la atención. Es la industria que marca la pauta. Luego uno afina el gusto y se da cuenta de que se hace cine de calidad y hasta mejor en otras partes del mundo. Pero es un conocimiento que viene después, De esa experiencia, rememora, sacó más de una lección, —Allá, como actor chileno, uno tiene que jugar el papel de latino, que aún está muy estigmatizado. Cada vez menos, pero todavía. Somos siempre la mujer sexy o el narco o el delincuente.
Si uno se va a Estados Unidos, tiene que estar dispuesto a cumplir esos roles, En mi caso, tampoco cumplía con las características físic: Alcancé a tener mánager, fui a castings, pero se esperaba de mí algo que no soy: que fuera al solárium, que tuviera más acento del que tenía.
Llega un momento en el que uno dice: “¿ Quiero que me estén prejuzgando bajo ese velo de concepción de los latinos?”, Instantes más tarde, agreg; —Hay gente que se pasa 30 años yendo a castings. No estaba dispuesta a hacer eso. Quería trabajar ya y hacer teatro. Allá en Los Angeles hay muy poco teatro, y malo.
En eso estaba cuando una llamada providencial desde Chile la convocó a la teleserie de Mega “Papá a la deriva” (“En una semana deshice un año y medio de vida”), a la que siguieron “Señores papis”, “Tranquilo papá”, “Isla Paraíso” y “Y yo soy Lorenzo”. —Si hay un género que es nuestro por excelencia, de Latinoamérica, es el de las telenovelas. La gente quiere volver a lo familiar, al hogar. El melodrama es el lugar al que las persona: ¡ empre quieren volver, un lugar que les es cómodo, seguro, una apuesta en la que saben que lo van a pasar bien. Entremedio participó en películas (La isla de los “El camarín femenino ha cambiado bastante. Ya no están esas vacas sagradas, tanto femeninas como masculinas, que venían del patriarcado”, dice la actriz. pájaros sombra”, “La última frontera”), obras musicales (“A chorus line”, “Sirena”) y capítulos unitarios de series. También asistió al cambio cultural que, tanto en su rubro como fuera de él, empezó a exigir igualdad y justicia de género. —Agradezco profundamente ser hija de esta época.
Agradezco a mis compañeras, que me abrieron camino para deconstruirme como mujer criada en un sistema patriarcal y liberarme de tanta exigencia que se nos hace, tantas cosas que llevamos en la mochila hasta el día de hoy.
Ha sido clave entender que puedo ser mucho más, que mi lugar en la sociedad no estaba en un rincón donde tenía que opinar lo justo, que no tengo que cumplir con cierto canon de belleza ni competir con mis colegas —reflexiona, para luego añadir sonriendo—; Todo este movimiento me ha ayudado a entender que puedo tener un cuerpo distinto, opinar distinto, alzar la voz cuando quiera y no lavar la loza cuando quiera. —¿ Cómo se notan estos cambios tras bambalinas? —El camarín femenino ha cambiado bastante. Ya no están esas vacas sagradas, tanto femeninas como masculinas, que venían del patriarcado. El hombre que podía llegar tarde y portarse mal, la mujer que logró cierta posición y a la que nadie saca de ahí. Creo que esa figura de divo y diva, esa forma de funcionar, ya no está. El camarín es mucho más horizontal. Es un cambio de época. —Esto último, ¿también permea en el contenido de la ficción? —La forma en la que se construyen los persona habla mucho de una sociedad. Uno ve las teleseries turcas y se da cuenta de que hay otra concepción de las “galanas” y de los galanes. Hoy los personajes están siendo más humanos, más propensos a equivocarse. —ó Tiene expectativas respecto a lo que ocurrirá en materia cultural con las nuevas autoridades políticas?—Sí, muchísimas. Es inevitable tenerlas, pero también hay que controlarlas, porque es súper difícil hacer cambios tan estructurales y profundos en cuatro años. Pero Chile ya empezó a cambiar. Ahora hay que sostener ese cambio para que las artes puedan seguir desarrollándose en el tiempo, que sean un capital cultural que se desarrolle constantemente. La sensación en el mundo de la cultura es que por fin vamos a ser escuchados y que hay mucho que hacer.