Niños con talento, canchas con olvido: ¿quién se preocupa del deporte en Chile?
Niños con talento, canchas con olvido: ¿ quién se preocupa del deporte en Chile? No se trata solo de fútbol. Se trata de una herramienta poderosa para formar personas, para alejar a nuestros niños del flagelo de la droga, para fomentar la disciplina, el trabajo en equipo y la vida saludable. Se trata de una vía concreta para avanzar hacia una sociedad más sana y cohesionada. Pero pareciera que hemos perdido esa brújula. En un país que clama por justicia social, por igualdad de oportunidades, por inclusión, es profundamente contradictorio que existan tantos barrios sin una cancha decente, sin iluminación, sin acceso a agua, sin baños o camarines. Que sean los propios apoderados, técnicos voluntarios o clubes barriales quienes, con esfuerzo y sin recursos, se vean obligados a sostener un sistema que debería tener un respaldo firme del Estado. Mientras tanto, abundan los titulares que revelan escándalos financieros. Fondos públicos destinados al deporte y que deberían estar llegando a estas canchas terminan muchas veces desviados, licitados con letra chica o simplemente desapareciendo entre intermediarios.
Dineros que son de todos los chilenos, y que acaban en los bolsillos de algunos pocos. ¿Dónde quedó la vocación de servicio público? ¿ En qué momento se normalizó que las promesas de campaña o las declaraciones ministeriales no lleguen nunca al barro donde juegan nuestros niños? Nos preguntamos si nos ha vencido el narcotráfico, y la respuesta puede doler: si como sociedad dejamos de ofrecer alternativas dignas a los jóvenes, si no les damos espacios seguros para desarrollar su potencial, si abandonamos la infraestructura deportiva en los barrios más necesitados, entonces estamos dejando la cancha libre a quienes sí saben llegar con rapidez: los delincuentes, los traficantes, los que ofrecen caminos cortos y oscuros. Es hora de recuperar el sentido de urgencia. No basta con grandes estadios nacionales para partidos internacionales si al mismo tiempo los niños en Iquique, Alto Hospicio, Arica o La Pintana no tienen una cancha donde entrenar con zapatos secos. Chile no necesita solo más medallas; necesita más niños sanos, más jóvenes motivados, más barrios con esperanza. El llamado es claro: necesitamos que los gobiernos regionales, los municipios, el IND y el Ministerio del Deporte miren a las regiones con real compromiso. Que se financien proyectos con criterios de justicia territorial. Que se fiscalicen de verdad los recursos asignados. Y que se apoye como corresponde a las organizaciones comunitarias que hoy se las arreglan con lo mínimo. Debemos volver a creer en el deporte como derecho. Un derecho que parte por tener dónde practicarlo. Un derecho que deben tener todos los niños, sin importar su comuna, su apellido o el partido político de turno. Porque cuando un niño juega fútbol en una cancha decente, no solo corre tras una pelota: corre hacia un futuro mejor. Y si aún queda algo de esa vocación de servicio público, es hora de demostrarlo. Chile, y sobre todo nuestros niños, lo merecen. Hay una imagen que conmueve y entusiasma a partes iguales: un grupo de niños iquiqueños corriendo detrás de un balón, llenos de energía, talento y sueños. A primera vista, parece el retrato más puro del deporte infantil: alegría, compañerismo y esfuerzo.
Sin embargo, basta con mirar más allá del entusiasmo de los pequeños para ver una realidad preocupante: canchas en mal estado, falta de infraestructura básica, espacios reducidos, materiales deteriorados y, en muchos casos, una completa ausencia de apoyo institucional. ¿Qué está haciendo Patricio Meza García Administrador en Seguridad Pública. El Estado chileno para promover el deporte en condiciones dignas y óptimas? La respuesta, lamentablemente, es poco y tarde..