Una matrona chilena EN ZONA DE GUERRA
Una matrona chilena EN ZONA DE GUERRA María Luz Ruiz o Malu, como muchos la conocen, matrona y psicóloga chilena de 53 años contesta esta videollamada desde Yemen, país del Medio Oriente ubicado justo abajo de Arabia Saudita, donde está trabajando como coordinadora médica de Médicos Sin Frontera.
Al otro lado de la pantalla, cuenta que se encuentra específicamente en Adén, al sur del país, considerado una de las puertas de entrada de los migrantes provenientes desde África. --Como nos pasa a nosotros en Latinoamérica, que todos se quieren ir a Estados Unidos. Es lo mismo acá, pasan por Yemen, muchos migrantes que vienen de Etiopía, de Yibuti y de Somalia, que quieren llegar hasta Arabia Saudita en busca de mejores oportunidades. La atención a los desplazados, que muchas veces cruzan por el mar, es solo unos de los temas que afectan la zona. Hay que considerar que Yemen está en guerra civil desde 2014, luego de un golpe de Estado.
Desde entonces distintas agrupaciones han tenido un enfrentamiento armado, que según la ONU, en 2021 sumaba más de 377 mil muertos y una gran crisis humanitaria que aún no se resuelve, a pesar de varias intervenciones internacionales y períodos de tregua.
La situación ha acarreado una crisis de abastecimiento: de los casi 40 millones de habitantes, más de la mitad no tiene los alimentos básicos, y conseguir comida en algunos sectores se ha vuelto peligroso, relata Malu. Además gran parte de su infraestructura está muy deteriorada. --Los hospitales y los centros médicos han colapsado o están destruidos por la guerra. Además, la mayoría de los médicos, por malos tratos y porque no les pagan, han emigrado de aquí --dice Malu.
Y, el pasado 13 de junio, se sumó un nuevo frente, cuando Israel comenzó a atacar Irán y luego los hutíes, un movimiento político armado yemení que controla parte del país, anunció intervenir militarmente en apoyo a Irán.
Malu dice que ella ha seguido muy de cerca todas las noticias del conflicto, y sabe que la gente de su equipo también está al tanto de todo lo que ocurre, sin embargo es algo de lo que no hablan ni comentan. --A lo mejor se lo guardan, pero en general los equipos siguen trabajando súper motivados. La gente normaliza mucho o sea están como normalizando todo. O quizás evadiendo, ¿sabes? O negándolo. --¿ Y qué pensó usted? --Que ojalá no pase a mayores. Como pasó cuando estuve en el Líbano, porque no fue muy lindo todo lo que vi y el sufrimiento grande que se ocasionó a la gente. Además que acá en Yemen ya tienen un sistema colapsado completo producto de lo que está viviendo el país y de la economía y en general, para que les vengan a añadir otro estrés más. El martes recién pasado, Israel reportó haber interceptado un misil lanzado desde Yemen hacia su país, a pesar del cese al fuego. Malu Ruiz lleva 20 años en Médicos sin Frontera. Tenía 35 cuando se fue a su primera misión. Sin embargo antes, en Chile, llevaba casi 10 años intentando contribuir en el sistema público. Lo de ser matrona, cuenta, es algo que se fue gestando desde que era niña. Recuerda que unas de sus primeras inquietudes fue entender cómo había llegado su hermano menor. --Mi mamá me explicó que había unos doctores y unas matronas que ayudan a las mamitas, de forma muy pedagógica. En ese tiempo ya empecé así como a jugar con el tema de las muñecas que tenían una guagüita --recuerda Malu riéndose. Apenas terminó sus estudios en un colegio municipal en Talcahuano, donde vivía por el trabajo de su padre, entró a estudiar para ser matrona en la Universidad de Concepción. Y luego hizo una pasantía con un grupo de trabajadoras sexuales de la ciudad.
Ahí empezó a plantearse la posibilidad de estudiar una segunda carrera, Psicología. --Dentro de lo que era el trabajo de matrona, dábamos un espacio también un poco más emocional, para que ellas descargaran sus penas, sus alegrías. Ahí pensé en la posibilidad estudiar Psicología para ver el cruce entre estas disciplinas.
Luego de egresar, Malu se fue a vivir a Viña del Mar y entró a trabajar como matrona al Hospital Carlos Van Buren. --Siempre existió esa atracción de trabajar en el sector público porque era el que más necesitaba, donde por lo menos hay acceso a que todas puedan tener su parto de forma respetuosa y con atención profesional --dice Malu y agrega--. En Chile, la verdad, no tenemos partos tan complicados, si se compara con lo que he visto afuera. Los partos en Chile son una maravilla, a pesar de que existe la violencia obstétrica. De hecho, cuenta, junto a otras matronas implementó el parto natural en el Hospital Van Buren, planteando que la mujer tenía derecho a decidir cómo quería su parto. Más tarde, movida por la inquietud que había nacido en su pasantía en Talcahuano, estudió Psicología, e hizo su tesis final sobre cómo la madre vive el duelo de la muerte fetal. Como psicóloga y matrona entró luego a trabajar a Conasida, en la prevención del VIH, donde estuvo un año. Ahí tuvo una reunión con un médico de la Seremi de Salud, que finalmente cambió su rumbo. La oficina tenía fotos del doctor trabajando en África, Malu le preguntó cómo había llegado hasta allá y él le contó que a través de Médicos sin Fronteras.
Al llegar a su casa comenzó a buscar información, con la duda de si siendo matrona podría sumarse. --Lo primero que se te viene en la cabeza es que son solo médicos y no es así. Postuló y a los dos días la llamaron para partir a su primera misión como matrona. El destino fue Sudán del sur. En cada una de las misiones a las que va Malu, antes de partir le entregan tips y contextualización sobre el país y la cultura. Ahora en Yemen, le recomendaron usar hiyab, un velo que cubre la cabeza, y abaya, una túnica larga y negra, considerando que la gran mayoría de los habitantes son musulmanes. Una sugerencia que se repite en muchos de los lugares a los que la han destinado. --Es por una cosa de respeto, no es que nadie te imponga usarlo, sino que para respetar la cultura. Y ellos se dan cuenta, siempre lo agradecen mucho --explica Malu, mostrando al otro lado de la pantalla un velo que lleva siempre consigo. Dice que aún recuerda el briefing que le dieron en su primera misión, a Sudán del sur, específicamente en Darfur. Además de recomendaciones de vestimenta, le advirtieron que le iba a tocar ver mutilación genital femenina. --No entiendes mucho al principio cuando te dicen eso. Hasta que te toca ver que todas las mujeres en Sudán están mutiladas, es parte del proceso que ellas tienen que vivir como mujer, porque sino están mutiladas no se pueden casar. Por suerte esto ha cambiado, ellas se han organizado y han estado luchando por sus derechos.
En ese entonces era 2005 y Malu tenía 35 años y al ser su primera misión le tocó trabajar en terreno, codo a codo con las matronas locales. --Me impactó mucho cuando tuve que atender un parto así. Yo miraba a la matrona de allá, y ella tenía mucha experiencia porque todos los partos habían sido así, con mujeres con mutilación total del genital. Ahí fui aprendiendo un poco con ella y después entre las dos fuimos mejorando. Pero muchas veces las parteras locales no tienen esta preparación, ellas solamente esperan, entonces imagínate, un orificio que no está acondicionado, porque perdió la elasticidad, entonces el niño no va a salir por ahí. Y esperan días y días, hasta que el niño muere y muchas veces la mujer también. Seis meses estuvo en Darfur y al volver tomó una decisión. --Les conté a mis papás un poco lo que me había tocado vivir, pero las cosas lindas, porque la mayoría fue lindo. No les iba a estar contando que la seguridad era complicada, que hay malaria por todos lados, ese tipo de cosas --recuerda Malu y luego agrega--. Ahí yo dije esto es lo mío.
Y me casé con Médicos sin Fronteras --dice sonriendo frente al computador y contando que ahora en julio la organización hará su primera campaña en Chile, para dar a conocer la labor que hacen e invitar a más chilenos a sumarse.
La seguridad, los conflictos y la guerra han estado presentes en casi todas las misiones a las que Malu ha sido destinada, como Pakistán, Afganistán, Irak, Siria, Ucrania, Líbano, Uganda, Nigeria, Camerún, entre otros. --La mayoría de los contextos donde yo he estado son zonas de guerra. Al aceptar ciertos lugares donde ir, ya después saben dónde mandarte, porque te preparas para eso. El tema de la seguridad, explica, conlleva menos libertad para moverse, a veces deben estar la mayor parte del tiempo dentro de sus instalaciones o hacer solamente el traslado hacia el hospital. En una de sus misiones le tocó estar encerrada en la instalación por más de seis meses. --Hay varias restricciones que uno tiene que seguir, pero se adapta. Las casas que tenemos son grandes, hay como un gimnasio por si tienes que estar encerrado mucho tiempo, también para los que les gusta correr, y que no pueden salir a correr afuera. Por lo menos yo ya llevo tanto tiempo que me he adaptado y como que me he vuelto mucho más tranquila.
De hecho, a veces, cuando voy a Chile mis papás me preguntan "oye, ¿por qué no vas a dar una vuelta?". --¿ Alguna vez ha temido por su vida? --Sí, varias veces nos tocaron situaciones extremas, pero el equipo está preparado. Desde que llegas tienes un encargado de seguridad y un encargado de anticipar que pueda venir algo. El sur de Sudán es uno de los lugares icónicos en los que uno se siente expuesto, pero un área fue compleja, se llama Nuba Mountains. Es un paraíso hermoso, pero está el hospital y nada más. Es como en el límite entre el norte de Sudán y el sur de Sudán. Ahí, se sentían los aviones, como no hay luz en muchos de los lugares donde trabajamos usamos generador y a cierta hora se apaga y te quedas a oscuras. Lo lindo es que ves todas las estrellas, es hermoso, pero sí es cierto que si hubiera algún tipo de ataque no ves nada, solo sientes el avión pasar y la bomba que cae. En ese sentido, Yemen, donde ahora se encuentra, no ha sido de las misiones más impactantes para Malu, pero admite que desde el punto de vista médico el escenario es complejo.
Una de las áreas que está cubriendo allá involucra salud materna, donde muchas madres no controlan su embarazo hasta el momento del parto, y que muchas veces llega con complicaciones y obstrucciones, ya que deben esperar a que sus maridos lleguen a casa para llevarlas al hospital. Por temas culturales, no pueden ir por su cuenta.
La otra área que atiende es la pediátrica, cuyos problemas son la malnutrición, la cólera y el sarampión, entre otros. --Yemen es uno de los lugares que más cólera tiene en el mundo --dice la matrona, y explica que el sarampión también está aumentando mucho, porque los habitantes de Yemen, por creencias, no quieren vacunarse. Actualmente están considerando abrir otro eje de atención para trabajar con el gran número de desplazados y migrantes que hay en la zona.
Y hace solo unos días, con el ataque de Israel a Irán, también Malu, como coordinadora, no descarta un cuarto foco. --Hay que monitorear a qué tipo de emergencia sería la que tenemos que estar alerta y obviamente priorizar. Si llega a pasar algo relacionado con la guerra, a lo mejor tener que hacer un traspaso del tema malnutrición o cólera, y nosotros centrarnos en lo que es trauma de guerra.
Uno siempre tiene que estar analizando, es como un tablero de ajedrez. --Dice que se casó con este proyecto, ¿qué diría que le ha dado este camino y qué costos ha tenido? --Lo más lindo es descubrir lo hermoso que hace Médicos Sin Fronteras, sobre todo trabajando con mujeres, es descubrir lo resilientes y fuertes que son, ver cómo se empoderan y se abren camino, cómo sacan a sus hijos adelante; eso me da mucha esperanza. Lo más negativo, en otro tiempo quizás pensaba que sería el no haber tenido hijos, pero eso se compensa con los millones de niños que he atendido. Creo que no haberme dedicado a ser madre, indirectamente me he convertido en madre de muchos niños.
María Luz Ruiz, matrona y psicóloga chilena, está hoy en Yemen atendiendo a mujeres y niños que enfrentan una crisis humanitaria de alimentos, abastecimiento y violencia en medio de una guerra civil, donde el cólera se ha masificado como en ninguna otra parte del mundo. Un contexto complejo al que hace unas pocas semanas se sumó el bombardeo entre sus países vecinos Israel e Irán. Aquí ella relata su historia, con casi 20 años trabajando en Médicos Sin Fronteras, en los que la guerra se ha vuelto parte del escenario. POR ANTONIA DOMEYKO Una matrona chilena EN ZONA DE GUERRA Le recomendaron usar hiyab, el velo que cubre la cabeza. "No es que nadie te lo imponga, es por respetar la cultura. Ellos lo agradecen mucho", dice. GENTILEZA M ÉDIC O S SIN FR O N TERAS "Varias veces nos tocaron situaciones extremas, pero el equipo está preparado.
Desde que llegas tienes un encargado de seguridad y un encargado de anticipar que pueda venir algo". Muchas mujeres presentan complicaciones en el parto, cuenta, ya que deben esperar a que sus maridos lleguen a casa para ir al hospital. No pueden ir por su cuenta. En la foto, el Hospital Al Salam de Yemen. M AJDI A L AD AN I/ M SF "Yemen es uno de los lugares que más cólera tiene en el mundo", dice la matrona, quien además trabaja en el área de pediatría. G ENTILEZA M ÉD IC O S SIN FR O NTERA S.