Autor: ISABEL LAMOLIATTE
El descarado diálogo de los delincuentes que felicitaron a su victima
El descarado diálogo de los delincuentes que felicitaron a su victima Cuatro asaltantes armados realizaron múltiples abordazos en un auto robado El descarado diálogo de los delincuentes que felicitaron a su victima que felicitaron a su victima A A A este joven los delincuentes lo felicitaron por arrancar. "Hay una resignación parcial a la pérdida de libertades cotidianas", dice un ex fiscal y experto en seguridad. Hay que evitar que ellos impongan sus códigos, agrega. ISABEL LAMOLIATTE n video que muestra un insólito diáloU go entre un asaltante y su asaltado se viralizó este viernes. En la escena, el delincuente decide devolverle el carnet a su víctima, le da consejos y hasta lo felicita por arrancar rápido. En el registro se ve a un joven con polerón celeste corriendo mientras lo persiguen dos sujetos. Desesperado por zafar, deja caer primero su celular y luego una mochila roja que lleva en su espalda. En ese momento aprovecha que los delincuentes se agachan para recoger los objetos y seguir arrancando. Finalmente, dos de ellos lo alcanzan en la Nissan Qashqai roja en que se movían, en tanto que los otros dos llegan corriendo detrás suyo. En ese momento se produce un diálogo muy insólito. El joven asaltado les pide que le devuelvan los documentos, cosa que ellos hacen, y él les agradece. "No tengo nada", les explica. Cuando se disponen a huir se escuchan los comentarios que le dedican: "Cuídate, mi guagúita, no andís regalándote. Corriste caleta igual. Está bien. Pero deja el pan si". caleta igual. Está bien. Pero deja el pan si". No fue el único El asalto no fue el único que se registró la noche del jueves en Puente Alto. Un par de horas, otro joven, Benjamín Bahamondes (23 años) caminaba de vuelta del gimnasio con una amiga. En la esquina de avenida México con Ángel Pimentel ambos escucharon una frenada brusca. "Yo caché altiro por lo rápido que venían y que pararon, que nos iban a asaltar. La agarré de la mano y salimos corriendo", relata. Eran los de la Nissan Qashqai roja robada. "Dos se bajaron del auto. Uno de ellos, que tenía máximo 15 años, estaba con una pistola. Mientras corríamos, mi amiga se empezó a quedar atrás. Así que me detuve. Ella se metió a un local de completos y me quedé solo", sigue. Benjamín, que es técnico en Turismo y hace trabajos de electricidad con su papá, no tuvo más remedio que entregar su iPhone 11. Los asaltantes, con total desparpajo, hasta le pidieron la clave para desbloquearlo. "En total eran cuatro. Dos se quedaron arriba del auto. El conductor era más grande, de unos veintitantos, él los dirigía.
El cabro que me apuntaba me gritó que le pasara la billetera y cuando se dio cuenta que no tenía plata, me la tiró de vuelta". Pero el asalto no terminó ahí: "El cabro se estaba subiendo al auto, cuando se dio vuelta y me gritó 'pasa el gorro". Es un gorro de marca, con unas letras grandes y se lo entregué. Pero el conductor lo retó. Deja de pedir weas como los weones, le dijo. Así que me lo devolvió y se fueron. Fue una situación muy rara". ¿El diálogo? "Sí. Me habían asaltado una vez y fue muy traumático. Ahora fue raro. Sentí que los cabros que se bajaron del auto andaban como haciendo la práctica. El que les enseñaba era el conductor". Constante En total, hay registro de cuatro asaltos similares. Las víctimas fueron tres hombres CAPTURA DE PANTALLA y una mujer. El del diálogo y la devolución del carnet fue a las 00:40 horas de este viernes.
Benjamín Bahamondes, la víctima a la que le robaron el iPhone, lamenta que este tipo de robos se ha vuelto una constante en los últimos días en ese sector de Puente Alto: "Hace una semana le robaron la cartera a mi mamá. La dejó en el auto cuando se bajó a comprar pan, demoró menos de tres minutos y cuando volvió ya no estaba". ¿Con qué sensación se queda? "Yo estoy chato. Me da rabia. Me niego a normalizar tantos robos. Es fome vivir así.
Sólo pido vivir tranquilo, que no me asalten cuando vuelvo a mi casa de trabajar o del gimnasio". Nos resignamos El tour delictual, como se denomina en Jerga policial a este tipo de sucesos, es analizado por el ex fiscal y director del Centro de Estudios en Seguridad y Crimen Organizado (CESCRO) de la Universidad San Sebastián, Luis Toledo. "La percepción de inseguridad ha alcanzado niveles históricos en nuestro país. Más del 900% de la población ha manifestando temor a ser víctima de un delito. El miedo se traduce en cambios concretos en la vida diaria", afirma.
Toledo entrega las cifras de un estudio realizado por la misma Universidad San Sebastián: "El 85% de las personas evita salir de noche, más del 65% ha ajustado sus horarios de salida y modificado sus rutas habituales, el 68% ha reforzado la seguridad en sus viviendas. Estos ajusten demuestran una respuesta individual al riesgo y una resignación parcial a la pérdida de libertades cotidianas.
El espacio público, la locomoción pública y los paraderos son percibidos como zonas inseguras, lo que impacta directamente en la movilidad y calidad de vida de las personas". Lo peor de este escenario, añade el director de CESCRO, es que la percepción rector de CESCRO, es que la percepción de inseguridad está asociada al aumento de los delitos relacionados con el crimen organizado y la violencia. "Los homicidios han crecido en un 869% y los secuestros en un 749% en los dos últimos años.
El país ha dejado de ser un caso atípico en la región y enfrenta la presencia de más de dos organizaciones criminales transnacionales (Los Pulpos, Los Gallegos, El Tren de Aragua). El uso de armas de fuego en espacios públicos ha incrementado la sensación de vulnerabilidad". Habla de una resignación parcial. "Lamentablemente, la adaptación ciudadana a la delincuencia es un fenómeno masivo. Sin embargo, no puede ser vista como una solución en el tiempo. Se exige una respuesta estatal más robusta y eficiente, que recupere la confianza en las instituciones y retome el control de los espacios públicos. Todavía no alcanzamos el nivel de violencia de otros países de la región, como México, pero no podemos ser autocomplacientes. Acostumbrarnos a la violencia nos lleva a que la adaptación al riesgo se transforme en resignación y que los delincuentes sigan imponiendo sus códigos y régimen de vida".. - - - -