Autor: OTOFAIDEMAL @ / SOTSUBORAVLÁ
LA SIRENA DEL MAULE
LA SIRENA DEL MAULE DIARIO DE VIAJES MAR, TINAJAS, CLASES DE YOGA, VIENTO, SURF, ARQUITECTURA DE VANGUARDIA Y COMIDA SABROSA CARACTERIZAN AL HOTEL PUNTA SIRENA, DONDE LA CIUDAD Y SUS OBLIGACIONES CHOCAN Y PIERDEN CONTRA EL RITMO RELAJADO DE LA COSTA DEL MAULE. POR Marcela Saavedra Araya. OTOFAIDEMAL @ / SOTSUBORAVLÁ ARDEVAASALECRAM Estas aguas torrentosas, en lucha constante con los kilómetros de delgada arena negra salpicada de docas, debían estar heladísimas. Daba esa sensación al mirar la costa abierta, inmensa, desde la amplia y acogedora terraza que tienen las habitaciones del hotel Punta Sirena. Encantada con esta panorámica salvaje y solitaria, saqué la cámara y empecé a retratar el bravo oleaje.
“Tenemos lista la tinaja para que bajes cuando quieras”, me dijeron entonces, así que apuré el traje de baño, la bata blanca, y volví a la playa para meterme en una de las cuatro que hay. Frente al mar, el sol se ponía con rapidez, y los tonos anaranjado, fucsia y amarillo inundaban el horizonte como en un retrato con vida propia. El cielo se colmaba además con bandadas de aves que se movían indistintamente al norte, al sur, en una compleja coreografía. Como corresponde a junio, el viento y el frío marcaban todo a su paso en este pedazo de Curanipe, costa de la Región del Maule. Catalina, una de las chicas del hotel, acompañaba el momento, preocupada para que cada detalle fuese perfecto. Como la temperatura del agua. Rápidamente entré en la tinaja... y me perdí. Perdí noción del tiempo y el espacio, y habría seguido igual si no fuera porque alguien llegó con un negroni cuando el cielo ya era oscuridad y las estrellas lucían su fuerza.
Como no se puede estar en la tinaja para siempre, más tarde fue el momento del restaurante del hotel, donde se lucen con detalles como su pan y sopaipillas recién horneadas, además de pebre fresco, lactonesa de cilantro y, luego, en preparaciones que privilegian ingredientes locales y el sabor tradicional de esta costa.
Ahí está su mariscal, el chupe de jaiba un clásico, el ceviche o el caldillo de congrio, todos pequeñas fiestas de sabor marino que se maridan con etiquetas de TerraNoble, según las recomendaciones de la chef (por cierto, el restaurante del hotel está siempre abierto a todo público). Ellen Sotomayor, gerenta del Punta Sirena, explicó algo del espíritu que hay detrás del hotel, que combina lujo y sencillez, en una playa perfecta para el relajo. “Este hotel se abrió en 2014, como un impulso de los kitesurfers Andrés Rodríguez y Hernani Sobarzo. Ellos decidieron construir todo esto como parte del levantamiento de la zona post terremoto (del 2010)”, dijo. Tenía sentido.
Las vigas a la vista, el negro en la estructura de fierro, la madera y los espacios acogedores en las habitaciones, junto con la vanguardista disposición en módulos (todo esto, diseño de WMR Arquitectos, los mismos del hotel Surazo, en Navidad), hacía juego con la onda que traen los deportes marinos de tabla.
Esto sin contar con que los locales vecinos tienen la misma “vibra”. El hotel cuenta, por cierto, con tablas para prestar, hay dos locales donde venden tejidos y cerámicas hechas por productores de la zona; está la piscina, cuenta con juegos para los más chicos y luce su sala de yoga. Todos elementos que dan cuenta de que este lugar pareciera estar en permanente movimiento, con actividades todas las semanas. Ellen añadió que “esta zona que se llama Peuño Bajo, y esta punta específicamente que se llama Sirena, son las preferidas de los deportistas para hacer bodyboard, surf, kitesurf y windsurf. Acá se reúnen atletas de todas las edades; hay instructores y arriendo de equipo.
Por eso, es normal que los pasajeros dejen su tabla junto al restaurante, y que las habitaciones incluso tengan un espacio reservado para colgar el traje de agua”. A la mañana siguiente, tenía varios panoramas por delante. Primero, un masaje de relajación con hierbas como eucaliptus y cilantro, a manos de Berioska Núñez. Luego, una clase de yoga hatha, nuevamente con la masajista.
Y después de eso, el itinerario se volvía más simple: caminar por la orilla de la playa, quizás visitar la desembocadura del río Chovellén a cinco minutos de Punta Sirena y sentarme frente al mar para simplemente ver las olas, sentir la brisa marina y disfrutar del sol de invierno que esta mañana de miércoles hacía esfuerzos por entibiar la costa del Maule. D MÁS INFORMACIÓN: En la web PuntaSirena. com; en Instagram, @puntasirena. Su diseño modular es característico. Tienen tablas para prestar. Perfecto mirador al atardecer. Perfecto mirador al atardecer. O J