Autor: Por Cristóbal Bley
Columnas de Opinión: Ir al centro un domingo en la mañana
Columnas de Opinión: Ir al centro un domingo en la mañana Somos injustos con los centros de nuestras ciudades. Para bien o mal, fue allí donde todo comenzó, las (=adras en que las mejores y peores cosas de las urbes grandes marchas, trágicas traiciones o creativas bohemias ocurrieron para quedar en la historia. Pero las centrifugas élites chilenas, siempre arrancando de la realidad, hanabandonado los cascoshistóricos de las capitales regionales. Primero escaparon con sus viviendas, luego con sus oficinas, hasta dejar alos centros a merced de quienes estén dispuestos a ocuparlos. Después, cuando “bajan” a visitarlos, se encuentran con que están desangelados, llenos de ambulantes y tragamonedas. “Pucha que está malo el centro”, comentan, mientras se devuelven a la precordillera por autopistas subterránea. Para los ciudadanos, la mejor manera de recuperar un espacio pauperizado es usándolo. Comiendo en el antiguo restorán que aún resiste, visitando el museo que todavía funciona, paseando por sus plazas, sentándose en el café de toda la vida. No por un afán turístico ni nostálgico, sino por las ganas de aportarle vigencia a lugares que parecen condenados a perecer. Una manera de intentarlo es aparecer un domingo por el centro de Santiago. En la mañana, los edificios cerrados y las calles silentes le dan un tierno aire espectral.
Ideal para tomarse un espresso doble en el Café Área, en Miraflores con Merced, y después escuchar a la Orquesta de Cámara del Municipal, que al mediodía toca a precios populares, desde $53 mil la galería.
Con el espíritu estimulado por Strauss, Schubert y la cafeína, el entusiasmo alcanza para caminar por Huérfanos hasta el Santa Lucía, cruzarlo por su cumbre y caer en Victoria Subercaseaux, donde el olor a parmesano nos guiará a Mas Quesso, una trattoria creada por un turco que vende pasta cocinada en un grana padano. ¿Quién dijo que estaba malo el centro?.