Autor: Por Sergio Urzúa
Columnas de Opinión: La verdad tras la mentira
Columnas de Opinión: La verdad tras la mentira H a y c o s a s que no cuadran en la educación chilena. En segundo básico, 60% de los niños está bajo el nivel de comprensión lectora esperado. A los 15 años, más del 60% no puede reflexionar sobre un texto ni contrastar los puntos de vista de distintas fuentes.
Y, aun así, de 738 mil jóvenes en educación media (científico-humanista), casi la mitad obtuvo un promedio de notas superior a 6,0 el 2023 (¡ 20% sobre 6,5!). O las calificaciones son una farsa o la laxitud en las evaluaciones es monumental. Cualquiera sea el caso, lo invito a reparar en una de las implicancias de esta disonancia educativa sobre la sociedad. Para esto, describo tres hechos recientes.
Primero, un diputado aseguró en una radio que, comparado con otras experiencias internacionales, el Partido Comunista (PC) chileno “siempre ha sido socialdemócrata”. Segundo, aludiendo a los beneficios de un mayor sueldo en la minería, un candidato presidencial emplazó a los mineros a que “enchulen a la vieja”. Lo pifiaron. Luego sugirió que se refería a camionetas.
Tercero, en entrevista con un diario, un asesor de una candidata presidencial (militante del PC desde los 14 años), declaró: “(ella) me dijo que era socialdemócrata y que no creía en la eliminación de las clases sociales ni en la dictadura del proletariado”. ¿Repararán el diputado, el candidato y el asesor en lo difícil que es creer sus dichos? Es gente con experiencia, por lo que uno supone que tienen plena conciencia. Entonces, ¿por qué dicen lo que dicen? Quizás fueron faltas no intencionales. Quizás, pero como en la política la competencia por votos es feroz, vale la pena traer a colación esa enseñanza de San Agustín: la mentira implica la intención de inducir a alguien a error. Por lo tanto, me va a disculpar, pero prefiero desconfiar, evitar el equívoco personal, y asumir que en esos dichos no hubo error. Es que, en este tema, existe suficiente evidencia de los riesgos de ser ganso. En Beyond the Big Lie (2024), Bill Adair ilustra cómo, en general, las mentiras en la política responden a un preciso cálculo de costos y beneficios. Por ejemplo, si bien al plantear que un partido comunista puede ser socialdemócrata se pueden perder algunos votantes, pueden ser muchos los endebles a aceptar esa contradicción como verdad. Entonces, es una cuestión de números: ¿ cuántos votos pierde y cuántos gana el político al mentir? Con esa pregunta, lo traigo de vuelta a educación. No solo debería preocuparnos el retraso en habilidades básicas de parte importante de la población, sino también cómo el sistema de evaluación ha evolucionado, escondiendo con una mentirosa nota la realidad.
Imagine al analfabeto funcional, pero que salió con 6 del liceo. ¡Un delirio total! ¿Estarán blindados frente a las mentiras? ¿ Sabrán lo que no saben? ¿ Cuántos así habrá? Antes mencioné a San Agustín, pero el político puede usufructuar más en la línea de Mark Twain: “Es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada”. ¿Cuánto ha contribuido el retroceso del sistema educacional a ese drama? Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog. Las mentiras en la política responden a un preciso cálculo de costos y beneficios. COLUMNA DE OPINIÓN