Autor: Carlos Peña
Ser mujer en tiempos del género
Carlos Peña Ser mujer en tiempos del género Mirada constitucional Así, por ejemplo, la mujer que se quedó en la casa y que defiende esa como su decisión, puede ser, para ese punto de vista, presentada como alguien tan dominada que es incapaz siquiera de advertir la condición en que se encuentra.
El peligro de esta forma gruesa de examinar el problema es que, a pretexto de promover a las mujeres, acaba tratándolas como víctimas inermes frente a su situación... U no de los problemas que poseen los conceptos ideológicos -lo mismo ocurre a algunos que pertenecen a las ciencias socialeses que al acentuar un rasgodeaquelloaloqueserefieren, acaban ocultando, o arriesganelpeligro, deocultar todos los demás. Es lo que a veces ocurre con el concepto de género. Hoy día se comete el error desituaralgéneroenelcentro detodoslosproblemas, cuando una mínima reflexión indica que es uno de los factores, juntoaotros, queincidenenla posición subordinada de las mujeres. Es verdad, por supuesto, que el género naturaliza ciertospapelessocialescimentando, de esa manera, la dominación masculina en muchas esferas de lavida:enlaesferapública, enel hogar, en la distribución de tareasconloshijos, yengeneralen la división social del trabajo. Eso está fuera de discusión. Pero también es cierto que esa desigual distribución se produce de maneras distintas dependiendo de factores distintos al género, factoresquesearriesgaelpeligro deolvidar. Entreesosotrosfactores se encuentra la clase social y la etnia. Al enfatizarse en demasía el género, se arriesga el peligrodehacerinvisiblesestosotros factores.
No es lo mismo, como esobvio, sertrabajadoradoméstica, queunaprofesionalquedelegaenlaprimeralostrabajosdel hogar (ambas son, desde luego, mujeres, y comparten el género ypadecenladominaciónmasculina; pero entre ambas hay diferencias a veces abismales). También ocurre que al enfatizarse en demasía el género, o mejor aún al aumentar el peso queélposeeeneldestinohumano, searriesgaelpeligrodedevaluar, hastacasihacerladesaparecer, la autonomía de las mujeres ylacapacidadquealgunasalmenos poseen de decidir su propia trayectoria. Este es el viejo problema de las ciencias sociales quesuelepresentarsecomoeldilema entre agencia y estructura. Mientras quienes enfatizan la agencia atribuyen todo o casi todo a la decisión de las personas, quienes subrayan la estructura acabanatribuyendoelpesodela trayectoria individual a factores involuntarios e impersonales. Pues bien, con frecuencia al tratarse de estos temas se pone tal acento en la estructura (el géneroformapartedeella)quelacondición de la mujer de ser agente de su propia trayectoria tiende a desaparecer. Así, porejemplo, la mujer que se quedó en la casa y que defiende esa como su decisión, puede ser, para ese punto de vista, presentada como alguientandominadaqueesincapazsiquieradeadvertirlacondición en que se encuentra. El peligrodeestaformagruesadeexaminar el problema es que, a pretextodepromoveralasmujeres, acabatratándolascomovíctimas inermes frente a su situación. Y es obvio que hay muchas mujeres que son víctimas a ese extremo; pero también hay muchas otras que compartiendo la condicióndegénero(yengradosvariables lo que eso significa) no lo son en modo alguno. El fenómeno que se ha descrito -varios factores incidiendo junto al género e intersectando con él, el peligro de victimizar a una categoría sociales propio delaunilateralidadconqueavecesseempleanalgunosconceptos. Lo dijo Wittgenstein: en materia intelectual el mayor de los peligros es una dieta unilateral.
Nohaynadapeorquetransitardesdeunconceptodescriptivo a un concepto ideológico, porque cuando se convierte en este último acaba opacando a otros e inmuniza a quienes lo sostienen contra la crítica como le ocurrirá, sin duda, a quien lea estas líneas y no vea en ellas un intento de reflexionar sobre el problema, sinootramuestrainequívoca de dominación masculina, solo que esta vez a nivel del discurso. Ser mujer en tiempos del género.