Autor: Andrea Cox Gestión social y desarrollo territorial
La deuda con las personas en situación de calle
La deuda con las personas en situación de calle ntofagasta atraviesa una crisis visible y dolorosa. Lo adAvertimos el 10 de junio en una carta pública: lo que anzes parecia marginal hoy es una herida abierta. Dormir en la calle ya no es la excepción. Es una realidad que se multiplica en plazas, playas, ferias y esquinas.
El Censo 2024 confirmó lo que en terreno se vela hace tiempoc más de 1.000 personas viven en situación de calle en la Región de Antofagasta, casi el doble de lo reportado en el Catastro Nacional 2021 del Ministerio de Desarrollo Social y Familia (MDSF). Y quienes trabajamos en esta temática sabemos que la cifra real probablemente es mayor. Muchos no tienen RUT, no figuran en registros, no acceden a beneficios. Son vidas fuera del radar. Frente a esta realidad, existen esfuerzos en marcha. Este invierno, la región cuenta con cinco albergues operativos: tres en Antofagasta, uno en Calama y otro en Tocopilla, con una capacidad aproximada de 60 cupos diarios en la capital regional. Destacan el Albergue Protege, activo todo el año con 20 cupos, y otro ejecutado por Fundación Fasic, habilitado por 80 dias con otros 20. Se suman tres rutas sociales, también temporales, que entregan kits de alimentación, higiene y diagnóstico. En total, hay 15 dispositivos activos para atender a más de mil personas. También opera el Programa Calle, ejecutado en Antofagasta por la Fundación En los Ojos de mi Madre, con acompañamiento psicosocial y sociolaboral por hasta 24 meses.
Entonces, ¿por qué la calle sigue creciendo? ¿ Qué pasa cuando los dispositivos existen, pero no logran estar a la altura del fenómeno? El fenomeno de vivir en la calle no es fruto del azar ni resultado de decisiones individuales aisladas. Tampoco es, como escucho muchísimo, porque "les gusta vivir ahi". La evidencia muestra que se trata de trayectorias marcadas por múltiples exclusiones acumuladas.
Según el informe Del dicho al derecho (Hogar de Cristo, 2021), las personas llegan a la calle por rupturas familiares, escolares, laborales, de salud mental o fisica, y por la ausencia de un sistema que acompañe esas caídas. No basta con abrir camas o entregar kits; sin continuidad, sin intervención integral, el problema solo se posterga. Un reflejo de este desajuste es que la Hospedería del Hogar de Cristo en Antofagasta está en cuenta regresiva para su cierre definitivo. Una de las instituciones más comprometidas del pais ha debido replegarse hacia un modelo de mayor impacto por la orfandad de una politica pública estructural, articulada y con recursos estables. Antofagasta podría adelantarse y liderar diseñando una poIktica local de inclusión, con enfoque de derechos, salud mental, acceso a vivienda y trabajo digno. Y no tendría que empezar de cero: existen diagnósticos, iniciativas piloto, instituciones con trayectoria y organizaciones de la sociedad civil que llevan años aprendiendo, resistiendo y creando alternativas. Esta ciudad tiene manos y corazones que se han puesto, literalmente, en la calle. Lo que falta no es experiencia. Lo que falta es decisión y mientras no haya voluntad politica para articular lo que ya existe, la calle seguirá siendo el sintoma más brutal de lo que no queremos ver. C Columna.