Editorial: Los presidentes frente a la cultura
Editorial: Los presidentes frente a la cultura Parece no perder ocasión el Presidente Boric para confrontar a mandatarios extranjeros de signo ideológico opuesto. Incluso una entrega de premios puede ser oportunidad, como pasó el jueves pasado al entregarse en La Moneda los galardones Presidente de la República, a la música y las artes escénicas.
El evento le sirvió para cuestionar una vez más al Presidente Donald Trump, ahora por la decisión de este de intervenir los museos del Instituto Smithsoniano (“absolutamente inaceptable desde un país como Chile”, dijo Boric), y también para lamentar la situación de los artistas en Argentina. Se trata sin duda de asuntos polémicos, objeto de debate en esos países, pero ello no hace menos cuestionable la pertinencia de dichas declaraciones. No es, desde luego, tarea de un Presidente de la República ser comentarista de las decisiones y políticas de otros gobernantes. Menos aún cuando están involucradas relaciones bilaterales que son prioritarias para Chile. El Presidente Boric, sin embargo, parece no entender que sus responsabilidades como jefe de Estado suponen anteponer el interés nacional a sus simpatías ideológicas o de cualquier índole. Pero existen también otras razones por las cuales el gobernante chileno debiera ser especialmente prudente para referirse a las políticas culturales de sus colegas.
Y es que su propio manejo en este ámbito ha sido objeto de fuerte cuestionamiento interno, incluso en un mundo artístico que lo apoyó decididamente como candidato, pero muchas de cuyas figuras se han declarado luego decepcionadas por su gestión en esta materia, con promesas incumplidas y traspiés bochornosos.
Por otra parte, si bien hay justificados motivos para mirar con alarma la política de guerra cultural de la administración Trump en EE.UU., cabe preguntarse: ¿ Ha estado completamente libre de ese sectarismo el gobierno del Presidente Boric? ¿ No hubo acaso rasgos de ello en la forma en que se abordó, por ejemplo, la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, cuando incluso el Ministerio de las Culturas elaboró un “Relato oficial” ad hoc? ¿ Representaron las actividades en torno a esa fecha transformadas entonces en una prioridad del mismo ministerio un genuino esfuerzo por mirar nuestra historia de modo abierto y plural, o más bien reflejaron una visión única del pasado? Con razón se cuestiona a Donald Trump por acciones como intervenir el directorio del Kennedy Center y usar caprichosamente esa institución para relevar sus particulares preferencias hasta en materia de espectáculos.
Sin embargo, ¿no fue también un particular y muy discutible deseo del Presidente Boric el que embarcó al Gobierno en la desastrosamente fallida operación para comprar la que fuera residencia del expresidente Allende, a objeto de hacerla un museo? En fin, el casi total silencio oficial al cumplirse en 2023 los 50 años de la muerte de Pablo Neruda, ¿obedeció a un descuido o fue expresión del peso de ciertas corrientes dentro del Ejecutivo? El Presidente Boric ha expresado tener un profundo aprecio por la creación artística y las manifestaciones culturales.
No son coherentes con ello, sin embargo, ni la autocomplacencia ni el uso político del tema que trasuntan sus palabras.. El sectarismo que se le cuestiona a Trump no ha estado ausente de la administración Boric.