Autor: Andrea Cox Gestión social y desarrollo territorial
¿Medimos mejor ... o vemos más?
¿ Medimos mejor. .. o vemos más? D urante años, los datos parecian darnos una buena noticia: la pobreza en Chile iba disminuyendo.
En 2017 era del 8,6 %, en 2020 subió al 10,8 % por efecto de la pandemia, pero en 2022 bajó al 6,5 %. Sin embargo, un nuevo informe técnico proyecta que, si aplicáramos una medición más exigente y actualizada, la pobreza en ese mismo año habria alcanzado el 22,3 %. ¿ Qué ocurrió? ¿ Retrocedimos? ¿ Nos empobrecimos de pronto? No. Lo que hicimos fue algo más profundo: miramos distinto. Una Comisión Asesora revisó los criterios para medir la pobreza, proponiendo una nueva metodología que incorpora factores como alimentación saludable, precios reales de consumo, arriendos efectivos, salud mental, conectividad digital y calidad de vivienda. No se inventó una nueva pobreza. Se hizo visible la que ya estaba, pero no queríamos ver. Lo invisible dejó de serlo. Lo que no aparecía en los indicadores ahora se despliega con claridad incómoda. Esta cifra no es una derrota, es una alerta. Y también una señal de madurez: como país, estamos exigiéndonos más. Porque ya no se trata solo de sobrevivir, sino de vivir con dignidad. Pobreza no es solo falta de ingresos; es falta de oportunidades reales. Y aquí es donde me detengo en Antofagasta, mi ciudad. Tierra de riqueza minera, estabilidad macroeconómica y aporte relevante al PIB nacional.
Pero también, tierra que oculta brechas de desigualdad estructural, donde el costo de la vida, la informalidad laboral, los campamentos, la migración y la salud mental tensan el discurso de "bonanza". Antofagasta es una de las ciudades más caras para vivir. El valor elevado de la vivienda empuja a muchas familias-incluidas personas migrantes-hacia sectores informales o campamentos. Por otro lado, la salud mental está bajo presión.
Según el 10" Termómetro de la Salud Mental ACHS-UC, el32,7 % de los habitantes del norte de Chile presenta sintomas moderados o severos de ansiedad-una de las cifras más altas del paIs-Solo un 8,8 % accede efectivamente a tratamiento especializado. También llamó la atención un estudio reciente que revela por qué muchos mineros evitan vivir en Antofagasta y Calama.
La investigación concluye: "El alto costo de vida, superior incluso al de Santiago, no se compensa con una mejor disponibilidad ni calidad de salud y educación" Esto refleja una contradicción: los salarios pueden ser altos, pero no lo suficiente como para sostener una vida digna en la región.
La pregunta es inevitable: ¿ qué estamos haciendo mal como ciudad y como Estado? Esta nueva medición no solo revela realidades invisibles, sino que también desnuda las brechas internas de regiones supuestamente "ricas", La actualización de la metodologia incomoda porque nos obliga a actuar: a rediseñar politicas publicas, a redistribuir recursos, a repensar lo que entendemos por bienestar y desarrollo. La paradoja es potente: medir mejor puede parecer un retroceso, pero es un avance ético, social y politico. Y si ahora vemos más, no podemos seguir actuando como si no viéramos. C Columna.