Autor: Emile Ugarte Arquitecto
Más playas artificiales cambiarán la economía
Más playas artificiales cambiarán la economía rente a la urgencia de superar el modelo economico minero extractivo, que cada vez se relaciona menos con el territorio, dejando externalidades negativas, nuestro borde costero es un actor clave, el cual debemos cuidar y potenciar ambiental, social y económicamente, con una gobernanza que promueva su desarrollo.
Muchas ciudades costeras han vivido sin integrarse al mar, Antofagasta es un ejemplo claro, una urbe con más de 30 kiló metros de costa, pero con escasas playas accesibles y una relación urbana-marítima debilitada, sin la existencia de una politica costera y con una gobernanza fragmentada; un Ministerio de Defensa y el Ministerio de Bienes Nacionales que son solos cajas recaudadoras, impidiendo inversión privada relevante generando deterioro.
Ministerio de Obras Públicas que funciona como unidad ejecutora y gestiona los paseos costeros y playas artificiales sin incorporar al sector privado y también revisora de todo proyecto que se ejecute en este lugar y el Municipio con su Plan Regulador que solo zonifica, con una mirada muy general. La experiencia internacional demuestra que es posible transformar esa desventaja natural de no tener playas, en una fortaleza económica y social. Las playas artificiales no solo ofrecen un espacio de recreación y bienestar, sino que también cambian profundamente la economia local. Tel Aviv, en Israel y Barcelona, en España, ambas con su gobernanza costera a cargo exclusivamente de sus municipios, son referentes mundiales en esta materia. Ciudades que han apostado en recuperar y reinventar su borde costero mediante intervenciones públicas estratégicas.
Tel Aviv, crea paseos marítimos, con playas que se conforman con brazos de piedra internados en el mar, con forma de T, han permitido consolidar más de 13 playas públicas continuas, que hoy mueven miIlones de dólares en turismo, gastronomía y servicios náutiCOS. El paseo costero se ha convertido en un eje comercial y recreativo y de vida nocturna de primer nivel. Barcelona, por su parte, con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992 detonaron una transformación.
Se recupero el borde costero retirando la actividad industrial, se creo una franja de playas artificiales conectadas por paseos y ciclovias, y en poco tiempo la ciudad dejo de mirar al interior y se volcó al Mediterráneo. El resultado, florecieron hoteles, restaurantes, comercio, vida nocturna, y un turismo urbano costero que dinamizó su economia.
Hoy esas playas no solo atraen a millones de visitantes al año, sino que son también un motor de empleo e identidad. ¿Y qué pasa con Antofagasta? Nuestra ciudad, a pesar de que el mar la recorre, aun no se reconoce como un activo. Las pocas playas existentes. Trocadero, Paraiso y Balneario Municipal y prontamente se incorporará La Playa La Chimba.
Son insuficientes, resultados de esfuerzos puntuales, no de una politica sostenida, mientras tanto, el turismo sigue siendo una promesa lejana, el mejor ejemplo, que dan ganas de llorar, es el abandono del monumento natural La Portada. Es hora de que Antofagasta se atreva a reconectarse con su mar, no solo como paisaje, sino como motor de desarrollo, con una nueva identidad costera y urbana. C Columna.