Autor: CONSTANZA CAPDEVILA DE LA CERDA.
Cuatro mujeres líderes del mundo económico cuentan sus historias y desvelos para compatibilizar sus carreras con la maternidad
Hoy se celebra el Día de la Madre Martita Serani: “Mis hijos siempre han tenido una mamá que trabaja” Déborah Calderón (directora de Ripley), Carolina Echenique (empresaria y fundadora de Tika), Martita Serani (banquetera) y Paulina Yazigi (economista y directora de la Bolsa Electrónica) coinciden en que saber organizarse, no “aflojar” en la educación de los hijos y manejar la culpa son claves. » Ni la pandemia ni las cuarentenas han logrado que Martita Serani pare sus motores, “Si durante meses no se pudieron hani matrimonios, me las ingenié con clases online, escribiendo mi sexto libro de recetas que sale en noviembre e incluso haciendo granolas caseras”, cuenta la cocinera y banquetera con treinta años de trayectoria en el cuerpo. Su vida ha corrido a toda velocidad. Estudió Pedagogía en Inglés en la Universidad Católica, y partió a los 22 años, recién casada, a vivir a Iquique porque a su maridolo trasladaron. Ahí empezó a dar clases de cocina en su casa y a hacer comidas elegantes. Pero los hijosno llegaban y la pareja decidió volvera Santiago y realizarse estudios médicos; y ella también aprovechó de estudiar Cocina en el Inacap. Trascinco años de búsquedas infructuosas, decidieron adoptar a su primer hijo, Gonzalo.
“Fue una de las primeras guaguas de la Fundación San José, llegó a nuestra familia con 0 días de vida y la felicidad fue inmensa”, explica la banquetera, Alos dos años, y cuando estaban a punto de adoptar al segundo hijo, Serani quedó embarazada contra todos los pronósticos. “Tenía todolisto para partir a estudiar Cocina durante el verano al Ritz en París, pero me sentía rara y me hice un test de embarazo. La sorpresa más maravillosa fue que salió positivo y así me enteré de que esperaba a José María”, recuerda Emocionada.
Tras su primer embarazo llegaron cuatro hijas —hoy de 21,19, 18 y 16 años—, para completar la familia de ocho, “Mis hijos siempre han tenido una mamá que trabaja, y aunque existe un poquito de culpa, no me arrepiento porque logré compatibilizar mis roles, a costa mía muchas veces. Eso sí, la mayor parte de mi trabajo la hago desde mi casa, la previa de los eventos es en mi taller y siempre con la guagua a mi lado”, aclara.
Para Serani, la receta que le ha funcionado para conjugar trabajo y familia es clara: “El apoyo incondicional de mi marido, Gonzalo, ha sido fundamental; también el de mi familia y de personas que me han ayudado en el cuidado de mis hijos. Tuve la suerte de que la vida y el destino me pusieran en el camino a las personas adecuadas.
Y haber sido valiente para tomar las oportunidades y desafíos que me ha dado la vida”. Reconoce que, como su trabajo es principalmente de noche y durante los fines de semana, se ha perdido muchas celebraciones y reuniones familiares y con amigos. “Pero es el costo de este trabajo que adoro y mi gente se ha adaptado a mis horarios. Además, mis hijos han aprendido de todo un poco y cada uno en su ámbito me ayuda y apoya. La cocina nos une, no solo alrededor dela mesa, sino. En torno a la faena misdesde que decidimos qué preparar, la ocasión y la estación en la cual cocinaremos”, reflexiona. Cuando su hija menor, Blanca, tenía ciny había logrado un equipo de colaboradores consolidado, la banquetera se lanzó a hacer matrimonios y eventos grandes. “Siempre supe que mi vocación sería cocinar, pero nunca tuve claro cómo ni cuándo lo haría, solo sabía que era mi pasión. Nunca planifiqué este trabajo, todo se dio de manera natural y fortuita; y como tengo intuición y un sexto sentido, no me cerré a ninguna puerta. Fui creciendo gradualmente y nunca me tiré a la piscina sin la seguridad de que había agua suficiente”, precisa. Hoy Martita Serani celebrará su día junto a su familia, aprovechando los últimos días de encierro y tranquilidad. Ya tiene larga lista con novios esperando festejar sus matrimonios apenas se levanten nuevas restricciones y se avance en el plan “Paso a paso”. Carolina Echenique: “Tika es mi cuarto hijo. Se transformó en una forma de volver a la vida” La pérdida de su hijo de 32 semanas de gestación fue lo que inspiró y le dio fuerzas a Carolina Echenique para emprender. “El día que ocurrió lo de Manuelito yo estaba muy triste y enrabiada con Dios. Esa noche soñé que me caían papitas de colores desde el cielo y yo las agarraba con las manos.
En la mañana, cuando desperté, supe que tenía que desarrollar un snack saludable”, explica la fundadora de la empresa que revolucionó el mercado de las Papas fritas tradicionales y creó productos con ingredientes naturales chilenos, sin sellos, ni químicos, ni gluten. Hoy Tika Foods cuenta con varias líneas denegocios —entre papas, galletas de cóctel, palomitas de maíz y cereales—, y exporta sus Tika Chips a mercados tan exigentes como China, Estados Unidos, Francia y Brasil. Carolina Echenique es licenciada en Biología e ingeniero agrónomo de la Universidad Católica y se casó a los 22 años. Tuvo su primer hijo, Sergio (hoy de 21 años), y se fue a vivir a Boston (Estados Unidos) acompañando a su marido, que iba a estudiar un posgrado en Harvard.
Estuvo dos años afuera y allá nació su segundo hijo, Pedro (19 años). Ya de vuelta en Chile hizo clases en la Universidad del Desarrollo y al poco tiempo llegó su hija Celeste (17 años). En 2009, con 32 años, Carolina se embarazó de su cuarto hijo, Manuel, quien falleció antes de nacer, “Yo partí al revés. Primero tuve a mis niños y después me lancé a emprender. Perder a Manuel fue muy doloroso, estaba recién parida y con todas las hormonas y el cuerpo en función estaba. Por eso digo que Tika es mi cuarto hijo, porque es mucha la pasión, compromiso y energía que le puse.
Se transformó en una forma de volver a la vida y hacer el duelo desde otro lugar”, señaLa Cuenta que el inicio fue difícil, entre otras cosas, porque los alimentos veganos y sin gluten prácticamente no existían en los supermercados. Estuvo un año investigando el mercado de los snacks en Chile y desarrollando preparaciones con papas nativas, camote y betarragas en un minilaboratorio de pruebas que montó en el garaje de su casa. Su primer producto se llamó Tika Patagonia. “Casi tenía que pedir perdón por querer emprender, algo que hoy es muy valorado. Fuimos muy innovadores, la gente veía los colores bonitos y no sabían si las papas se comían o no, pero al poco andar despegamos y les gustó nuestro producto.
No hicimos grandes inversiones en publicidad y el márketing boca a boca fue clave”, precisa, Siguiendo con su veta emprendedora, en 2013 Echenique creó la chocolatería Moulie Maison du Chocolat, pero era tanta la carga de trabajo —entre la familia y Tika— que decidió venderla en 2018. “Siempre he tenido muy claro que primero están mis hijos. Educar noes fácil, te e ge mucha energía, ponerse en el lugar del otro, apoyar acada uno en sus necesi dades específicas y orientarlos en un mundo tan difícil como el que vivimos. La oportunidad de criar a esos seres humanos que Dios te prestó un rato debiera serlo más importante y para millo es”, sentencia. Y si de modelos se trata, Echenique sostiene que admira profundamente a su abuela materna, Silvia Ripamonti, y a su madre Elisa Pellegrini. “Mi abuela fue una mujer muy culta y visionaria para su época, me enseñó a hacer familia y a dar espacio alas distintas personalida|- des que uno no elige de sus hijos”, concluye. Débora Calderón: “Pasé de ser mamá full time a directora de empresas (... ) Lo más difícil fue validarme” Optimismo, trabajo duro y mucho sentido del humor. Esa es la receta que ha aplicado Débora Calderón Kohon para sortear los desafíos.
Cuando tenía 15 años, la hija mayor del matrimonio que formaron Marcelo Calderón y Berta Kohon perdió a su madre y tuvo que apoyar a su padre, hacerse cargo de sus tres hermanas menores —Patricia, Ester y Claudia—, y asumir el rol de dueña de casa. “Mi madre hasido una figura muy importante en mi familia, era muy abnegada y todos las adoraban. Ella me entregó mucha seguridad, nunca me criticó, y siempre me animó a hacer cosas”, asegura la directora de Ripley. Dos años más tarde tuvo que enfrenpórdida; su hermana Claudia, de nueve años, falleció producto de una enfermedad motora. “Lo de mi madre y después mi hermana fueron dolores terribles, pero me paré y tuve queserresiliente.
La vida te golpea y nada es fácil, pero es parte del aprendizaje”, advierte. ¡Amante de la lectura, Calderón estudió periodismo enla Universidad Católi4 ca, “Me casé a los 18 años y tuve la suerte de poder Ser una mamá muy presente, disfrutar a concho a mis tres hijos —Marcelo, Nicole y Alejandra— y subirme en este mundo empresarial ya más grande, sin ansiedad, sin querer demostrar que soy una superwoman, sino aportar”, aclara. Cuenta que al mundo empresarial llegó tarde, sin Buscarlo, y solo con el afán de ayudar a su papá cuando pasaba por un momento complicado en una de las empresas familiares. Fue cuando su padre y su tío —los hermanos Marcelo y Alberto Calderón Crispín— fundaron Ripley, la más reconocida de las empresas familiares. En 2011 Débora asumió como directora de la compañía de retail y fue la primera mujer de la familia en ocupar un sillón, donde permanece hasta hoy. “Pasé de ser mamá full time a directora de empresas. Tenía poca información cuando entré a los negocios, pero sí mucha curiosidad. Mi papá tenía una frase: “déjame entrar que yo veré mi lugar”, y me lo fui haciendo, aprendiendo y estudiando todo. Ha sido un camino duro, donde lo más difícil fue validarme. Ser mujer en un mundo de hombres no es fácil.
Cuesta hacerse oír y en mi caso, como en el de muchas, poder dejar los prejuicios de lado es un gran tema”, plantea A juicio de la empresaria, “ser mujer, ser profesional, teuna VOZ y ser mamá son roles compatibles”, pero todavía queda trabajo pendiente que logre “nivelar la cancha”. “Para que la mujer tenga una participación sin y Pensarenquetenga que postergar su feminidad, su capacidad de concebir, hay que hacer un esfuerzo como sociedad.
Si no, seguiremos dando siempre a la misma tecla”, concluye Paulina Yazigi: “No es necesario postergar a los hijos para crecer laboralmente” Desde que tiene uso de razón, la economista Paulina Yazigi vivió rodeada del cariño. Fue el “concho” de sus padres —los dos médicos—, y la regalona de sus dos hermanas mayores y también de sus abuelos. “Mi mamá es microbióloga. Siempre trabajó, pero supo estar muy presente, Es una mujer muy inteligente y querendona, que hizo sacrificios para que mi papá y sus hijas estuviéramos bien y muy protegidas”, detalla. Yazigi confiesa que la maternidad no le quitaba el sueño y que lo suyo era el trabajo y su desarrollo profesional. Estudió Ingeniería Comercial en la Universidad Católica, se desempeñó como economista durante tres años en el BBVA, se casó y partió a vivir a Nueva York.
Ahí trabajó en Compass Group y enel BBVA; y cuando cumplió 30 años se convirtió en madre de Sofía (13 años). “Obviamente en algún minuto quería ser mamá y todos me preguntaban por qué no tenía hijos, pero nunca dimensioné lo que era realmente, hasta que nació mi hija. Fue el mejor regalo de mi vida y me la cambió por completo”, reconoce la también consejera del Comité Fi-* nanciero de los Fondos Sobera-, nos y directora de la Bolsa Electrónica. Además, Yazigi se desempeña como gerente de inversiones del family office Nogaleda, es directora de Redbanc y de la Fundación Niños Primero, entre otras actividades. Asegura que ser madre modificó sus prioridades y más empática.
“Por primera vez tuve que cuidar de alguien y se me fue la vida en eso, fue muy intenso y gocé cada Minuto de su infancia”, destaca, Tras siete años en Estados Unidos, volvió a Chile y se unió a las filas de IM Trust —que al poco tiempo fue adquirida por Credicorp Capital, como gerente de inversiones.
En 2011 tuvo a su segundo hijo, Benjamín, y el 2014 nació Julián; y entre la excesiva carga de trabajo y su familía no tuvo más alternativa que alzar la voz y abogar por mayor flexibilidad laboral. “Un día escuché a mi hija jugar con sus muñecas y decía ala otra “no puedo porque tentrabajo”. Esa imagen me corazón y dije basta. Hablé con mis jefes y les plantee: “Si quieren que siga con ustedes necesito estar más presente con mis hijos, y me lo aceptaron”, cuenta Yazigi. A su juicio, la clave para poder ser MA. Y su carrera profesional es ser muy ordenada. “Soy enferma de organizada y vana convencida de que no es necesario postergar alos hijos para crecer laboralmente. Yo me dedico a mis niños, trabajo y estoy involucrada en muchas cosas; y también me hago mi espacio.
Se puede”, explica, Sin embargo, aclara quelo más difícil ha sido manejar el sentido de eulpa permanente eno poder estar con susniñostodo lo que quisiera, “No lo puedo controlar, cada minuto lejos de ellos se me hace difícil y ahora que volvieron al colegio des pués de la cuarentena, estoy más aliviada porqueellos están felices”, reflexiona.