Sebastián Piñera, debilidad y fuerza de un presidente
Sebastián Piñera, debilidad y fuerza de un presidente, ,, 1 t:;, ;, /j / )/, : 1 Y/ /1, ,. El sello de su actividad en sus dos períodos como gobernante (2010-201 4 y 2018-2022) y en sus múltiples desempeños, estuvo delineado por su familia, el mundo socialcristiano y un espíritu empresarial marcado por la buena gestión. Joaquín Fermandois Profesor Universidad San Sebastián, profesor emérito Pontificia Universidad Católica de Chile, presidente de la Academia Chilena de la Historia.
Sebastián Piñera, debilidad y fuerza de un presidente En el origen del mundo de ideas y sentimientos que acompañaban la acción de Sebastián Piñera, aparte de sus aptitudes personales, cuando se arrojó a la política en 1989, existen tres círculos concéntricos. Uno es su mundo familiar, proveniente proveniente de una clase alta más o menos tradicional, aunque en la generación de sus padres ya sin grandes recursos económicos. La pertenencia a ese grupo no está solamente determinada por la riqueza, sino por una clásica definición de clase social, que es de las «oportunidades de vida», como educaciónyconexiones. Ambos padres poseían una personalidad poderosa, lo que no inhibiría a los hijos. El segundo círculo concéntrico es aquel del mundo mundo socialcristiano que dividió a los católicos en lo social y en lo político, que también alcanzó de lleno a esa clase alta.
Quizá fue lo que determinó que el joven Sebastián se identificara con la Democracia Cristiana en 1973, derivando solo en las formas con la oposición al régimen militar, aunque, según lo que se ve, aceptando con entusiasmo de lleno su política económica económica y, hasta cierto punto, social. El tercer círculo es aquel del espíritu empresarial y tecnocrático, aunque dicho no ignoro la ambigüedad de la calificación sin ánimo peyorativo.
Brillante estudiante en la enseñanza media, en Economía en la Universidad Católicay posteriormente en Harvard, mostró una genialidad excepcional al construir no sin sobresaltos un imperio económico en pocos años, creando desconfianzay admiración en el mundo empresarial, yuna fuente de crítica sistemática hasta su muerte. En 1989, con la transición a la democracia a la vista, se despertó su espíritu político, pero dentro de la DC le frenaron las expectativas desde un primer momento.
Entonces brincó sorpresivamente hacia la derecha o uno de esos filones que parecía una de las varias nuevas derechas, en apoyo a la candidatura de Hernán Büchi, donde por unos meses se empeñó en un trabajo de gestión, que era su extraordinaria capacidad atesorada.
De ahí, el paso siguiente fue participar como candidato al Senado en las filas de Renovación Nacional, que entonces entonces era el gran partido de la derecha tradicional, a la vez con un rostro más ecléctico y, dentro del contexto del régimen militar en los 1980, más abierto a negociar con la oposición. En Santiago, Piñera, haciendo uso de sus medios ilimitados, derrotó por gran mayoría al más genuino representante representante de la derecha incondicional del régimen de Pinochet, Hermógenes Pérez de Arce. Se transformó en un niño (en su cuarentena) maravilla del sector, como siempre, admirado y envidiado.
No existe gran testimonio de crítica al pinochetismo, en los noventa identificado con la gran mayoría de la derecha, hasta que comenzó el ocaso político del exdictador y más que nada de la orientación hacia el pinochetismo. En la presidencia: brillos y dilemas Derrotado en su carrera presidencial en el 2006, volvió a la carga el 2009, ganando con cómoda aunque no abrumadora mayoría en segunda vuelta en enero del 2010. Tras terminar su período con su sector muy maltrecho, maltrecho, paradojalmente creció un aprecio hacia su gestión bajo el segundo gobierno gobierno de Michelle Bachelet. Reelegido el 2017, comenzó con mayor ímpetu y con el propósito de no cometer los mismos errores de su primer mandato. mandato. Las cosas comenzaron a nublarse hasta que vino el Estallido. En ambos períodos presidenciales, presidenciales, mostró todas sus cualidades y sus falencias. Entre los primeros, que destacaban especialmente después de las respectivas presidencias, estuvo una extraordinaria actividad como gestor.
Esto brilló para el público chileno a raíz del terremoto del 2o1o; del rescate de los mineros de ese año, y en general en haberle dado un nuevo impulso a la economía chilena En ambos per odos presidenciales, mostr todas sus cualidades y sus falencias. que, si bien lejos de volver a tomar el brinco que se dio en la década de 1990, logró un repunte considerable, aunque no extraordinario, dadas las circunstancias. En ambos períodos se dio una secuencia muy similar. La pérdida del lustre político que conlleva una elección a un cargo en un sistema presidencial presidencial fue muy rápida para Piñera.
Hay que añadir que este es un tema de la política contemporánea, y que tiene que ver con un desvanecimiento del sentido de la veneración, que en cierta medida es necesario aún en tiempos de dirigencia racional burocrática. En Piñera esto adquiría más relieve. La suya era una personalidad provista de una extraña genialidad y, al mismo tiempo, del talento de la gestión empresarial en grado sumo.
Cuando se aproximó la posibilidad presidencial, y en las dos veces que fue elegido, esto llegó a ser un tema de controversia y un comidillo en la población del país, en cuanto a que en los primeros tiempos de su primera administración hubo una indefinición en la relación entre sus intereses propietariosyla de un jefe de Estado para esta época. En democracia democracia es inevitable que esto haya sido tema de controversia. Hay que añadir que la lógica económica y la lógica política no pertenecen a una misma identidad que funcione como una máquina cerrada en sí misma. Sise trataba de defender y promover sus intereses personales, un camino mucho más efectivo era mantenerse en el lohby discreto, ejercido desde las oñcinas de una empresa. Al saltar a la política, esto tenía que expresarse en términos generales y no cabe.
Sebastián Piñera, debilidad y fuerza de un presidente duda de que el Presidente lo hacía con una intención desvinculada de sus intereses, aunque por cierto no contradictoria con ellos. «Cómplices pasivos» Le gustaba agradar y nadie se lo agradecía.
En medio de la apoteosis de la conmemoración de los 40 años del golpe de 1973, Piñera afirmó que también hubo (cómplices pasivos» de la violación de derechos humanos, dejando en mala posición comunicacional comunicacional a muchos de sus colaboradores en la administración.
Sus referencias reforzaban lo que a nuestro juicio es una distorsión, ya que, expresado de esa manera, es como si el golpe hubiera salido de la nada y no como efectivamente se desencadenó, a partir de una profunda profunda crisis ideológica en el más amplio sentido de la palabra. Esto podría ser factualmente cierto. La honestidad de la afirmación es más cuestionable.
Si lo hubiese dicho en 1989, cuando se pasó de la nc a 11w, habría tenido una validez validez reconocida si hubiese expresado, por ejemplo, que su sector tenía que apoyar un esclarecimiento sobre los desaparecidos y ejecutados, en especial especial en los primeros años del régimen de Pinochet, hubiese sido necesario y constructivo, incluso para su sector. No era lo que entonces se decía.
Aquí hay un síntoma de lo que siempre se alude ante el presidente Piñera: la debilidad en transmitir un mensaje político que diera sentido y dirección, el cual es un problema en la derecha (lo llegaría a ser también en la segunda y tercera década del siglo xxi en la centroizquierda). Expresión y ejemplo de ello es cuando se le vino encima esa avalancha que fueron las movilizaciones estudiantiles del 2011, que por un momento pusieron en jaque al Gobierno.
Y la gran paradoja Fue el único presidente de derecha, después de Jorge Alessandri; en alguna alguna analogía con Emmanuel Macron, se le elegía para después abrumarlo con piedrazos materiales y simbólicos, a veces de gran efectividad. Y en los últimos meses de su administración su aprobación subió, culminando en su reelección en diciembre del 2017. La historia se volvería a repetir con una convulsión antes no vista.
Fue el estallido de octubre de 2019 y la feroz pandemia que azotó al país, que destruyó el proyecto económico de la segunda administración Piñera, aunque quizás lo salvó también de una continuidad de la revuelta socialy del proceso constituyente que parecía ir en una dirección estilo chavista.
Tras el i8 de octubre El nadir político de Piñera en las semanas semanas que siguieron al i8 de octubre, en los meses siguientes y en los años de la pandemia, fueron de una manera nada extraña también un aprendizajey maduración política de donde surgió un legado importante.
Ya en la primera administración administración había recurrido a políticos de la derecha clásica, restando algo al discurso y acción tecnocrática que parecía una solución en sí misma, pero esto fue mucho más dramático y abrupto cuando el país orilló otra de sus grandes crisis ocurridas a lo largo de su historia republicana. Entonces, el Presidente escogió un camino político sumamente arriesgado, que pudo terminar muy mal. Sin embargo, que no se nos olvide que toda decisión política, por meditada y racional que sea, siempre se toma sobre algún fondo de incertidumbre absoluta. Es inevitable. Por mesesypor un par de años, hasta mediados del 2021, la cosa marchaba en una dirección que iba a poner en la picota el espíritu de la democracia. Al final no fue asípor una reacción colectiva. Mientras una gran mayoría actúo, o participó o simpatizó abiertamente con el Estallido en sus diversas caras según el caso, desde fines del 2021 se comenzó a delinear otro estado de ánimo. Ha habido una extraña regularidad regularidad de crisis graves cada 40 años la cifra tiene algo de metafórico y el 2019 no fue una excepción. Sin embargo, por primera vez desde 1830, su resolución fue institucional. Las decisiones y acciones del presidente Piñera y de su equipo más íntimo fueron esenciales en este enlace. Ha sido un triunfo de la política.
Gestión y horizonte político Resultado de lo anterior ha sido que, incluso tempranamente el 2022, comenzó una reevaluación colectiva y política de su acción, en lo que sin duda influyó también un reconocimiento reconocimiento internacional a la eficiencia con que se enfrentó el inusitado desafío de la pandemia. El relativo estancamiento estancamiento y otras razones que han creado un sentido de crisis larvada desde entonces, han llevado también al reconocimiento de que la gestión es tan importante como la política. La política no será solamente gestión, pero es esta última la que acumula en términos cuantitativos la mayor parte de los desvelos de una administración. La gestión carente de un horizonte político es como si se desvaneciera el cemento de la gobernabilidad, que puede dar sentido y dirección al curso de acción de un jefe de Estado. Se trata de una necesidad que alcanza a todo sistema político, pero es más dramáticoyurgente en el caso de una democracia.
Reconocimiento final Además de la simpatía que despertó su prematuro y trágico fin en la gran mayoría de la clase política, las manifestaciones manifestaciones de pesar masivas que ocurrieron a raíz de sus funerales demostraron demostraron que hubo un Chile distinto al que se manifestó en el Estallido, si bien a veces era la misma gente.
Por 48 horas, las largas filas que ocupaban manzanas enteras del centro de Santiago, que reflejaban la composición social de todo el país, fue un reconocimiento de que, al final de los finales, el Presidente había estado a la altura de su misión. 1%I.