LA SEMANA POLÍTICA
LA SEMANA POLÍTICA Si hace algunos meses la salida de la ministra Carolina Tohá dejó un vacío en la conducción política del Gobierno que no ha podido ser llenado --sorprendentemente, a pesar de la creación del Ministerio de Seguridad nadie parece querer asumir en plenitud el liderazgo en la lucha contra el crimen organizado, y el protagonismo e influencia del Ministerio del Interior tampoco se percibe relevante como antes--, con la renuncia de Mario Marcel al Ministerio de Hacienda ocurre algo parecido, ahora en materia económica.
Si bien ambas gestiones ministeriales, la de Tohá y Marcel, han sido objeto de diversas críticas, nadie ignora que se trataba de las figuras más preparadas del gabinete, tenían un reconocido ascendiente sobre sus pares, generaban una confianza que excedía a la coalición de gobierno y de hecho cumplieron un papel estabilizador al aplacar muchas de las pulsiones más extremas del oficialismo.
De ahí que el cambio en Hacienda imprima una marca de fin de ciclo y de cierta decadencia, el inicio de una cuenta regresiva que transcurrirá en paralelo con la pérdida de protagonismo de La Moneda. La nominación de Nicolás Grau --hasta el jueves en el Ministerio de Economía-en reemplazo de Marcel no logra disipar aquello.
Habrá que esperar el desarrollo de su gestión ministerial para juzgar su desempeño, pero es indudable que la relación de amistad con el Presidente Boric y la falta de mayor experiencia en el área le pondrán una presión adicional a un cargo que concentra diariamente gran parte de la atención y escrutinio de la opinión pública.
La obligación de elaborar el proyecto de Presupuesto para 2026 y la tarea de contener las demandas de gasto en un año electoral --desafíos enormes, dada la estrechez fiscal existente--deberán afrontarse ahora con un equipo más débil.
De otro lado, la destitución del ministro de Agricultura, una suerte de sanción a su partido --la Federación Regionalista Verde Social, que levantó lista parlamentaria aparte para las elecciones de noviembre--, da cuenta de dónde está hoy puesta la atención presidencial y cuáles son sus prioridades. Da la idea de que las consideraciones político-partidistas son más relevantes que la evaluación de una gestión para decidir la salida o permanencia en los cargos.
También es el corolario de varias semanas en que el Gobierno perdió las formas y con desenfado se involucró directamente --mediante actuaciones del propio Presidente y sus ministros-en el proceso de negociación de las listas parlamentarias, el que naturalmente debiera quedar entregado a la dirigencia de los partidos políticos. Una muestra del extravío de un gobierno alejado de las prioridades ciudadanas y que aparece, en cambio, más interesado en mantener las cuotas de poder.
LA SEMANA POLÍTICA Señales de extravío La destitución del ministro de Agricultura es el corolario de varias semanas en que el Gobierno perdió las formas y con desenfado presionó y se involucró directamente --mediante actuaciones del propio Presidente y sus ministros-en el proceso de negociación parlamentaria. El que un sector consiga una mayoría no garantiza que una determinada coalición contará con esos votos para los proyectos y decisiones más importantes que se discutan en el Congreso.
Listas y deterioro político Como se ha dicho reiteradamente, el fraccionamiento que muestra la reciente inscripción de distintas listas electorales es principalmente el resultado de los incentivos generados por los cambios al sistema electoral y también por las normas introducidas que regulan la creación de partidos, su permanencia en el tiempo y su financiamiento.
Entre otros, la falta de umbrales para elegir congresistas, el amplio espacio para acordar pactos, la ausencia de sanciones a los parlamentarios electos si abandonan la tienda política que posibilitó su llegada al Congreso, las bajas barreras para la creación de nuevos partidos y los perversos estímulos del financiamiento a las campañas y a los partidos.
A pesar de la evidencia de los efectos deletéreos que producen estas regulaciones, las agrupaciones interesadas y también el Gobierno han conseguido hasta ahora bloquear en el Congreso las modificaciones más relevantes para cambiar esta situación que polariza artificialmente la convivencia. Una reforma integral debiera quedar como una de las principales y más urgentes tareas de la próxima administración.
Una mirada a los nombres que integran las listas parlamentarias --las agrupaciones políticas han vuelto a incorporar numerosos rostros del mundo del espectáculo, de la actuación y del deporte, de manera de atraer votos gracias a su exposición mediática, además de personas cuya ideología parece estar lejos de los principios que dicen defender las entidades que las presentan y que hace solo algunos días estaban disponibles para formar parte de otros conglomerados-revela un síntoma de la debilidad de los partidos, incapaces de sustentar un proyecto político coherente. De hecho, el que un sector consiga un mayoría parlamentaria no garantiza que una determinada coalición contará con esos votos para los proyectos y decisiones más importantes que se discutan en el Congreso.
Y es que todo el sistema --incluyendo las malas decisiones de la dirigencia de los partidos-lo que hace en la práctica es privilegiar los proyectos individuales, los que varían en sus posturas según las circunstancias y las tendencias que se adivinan como "populares". Este deterioro político e institucional es la principal causa de la crisis que en distintas áreas atraviesa el país.. - - -