Autor: MARÍA FLORENCIA POLANCO
El inédito modelo público-privado que llevó a un colegio de Alto Hospicio a la excelencia
El inédito modelo público-privado que llevó a un colegio de Alto Hospicio a la excelencia En 2011, el Liceo Bicentenario entonces con 110 alumnos y Minero de Alto Hospicio resultados académicos precarios parecía atrapado en un ciclo sin salida. Pocos alumnos egresaban, y menos aún ingresaban a la educación superior. Los problemas de disciplina eran frecuentes, y el colegio arrastraba un estigma social desde comienzos de los años 2000: víctimas del conocido psicópata de Alto Hospicio eran estudiantes de esa escuela.
Según recuerda César Gavilán, hoy director ejecutivo de la Fundación Collahuasi, en ese entonces la situación era tan crítica que “los alumnos orinaban en las escaleras” y “una inspectora recibió un pupitre lanzado desde un segundo piso”. Fue en ese contexto de deterioro q u e s u r g i ó u n a alianza inédita: el municipio de Alto Hospicio pidió apoyo a la Fundación Collahuasi, brazo social de la minera del mismo nombre. Esta propuso una intervención profunda, pero con una condición: hacerse c a r g o c o m p l e t a mente de la gestión.
En ese momento, sin una figura legal para concesionar colegios públicos, se optó por un modelo “sui géneris”, pues nunca antes se había hecho, a través de un convenio tripartito entre el municipio, la Fundación Collahuasi y la red de colegios SNA Educa. Los cambios en el liceo no se hicieron esperar. En 2012, el colegio fue relanzado con la dirección técnica de la red SNA Educa. Se reformuló el proyecto educativo, se contrató a un nuevo equipo docente con fuerte liderazgo pedagógico, y se aplicaron estrategias de contención, nivelación y formación integral. “Detuvimos el currículum y empezamos a enseñar desde donde los alumnos sabían”, explica Gavilán, quien en un comienzo fue director del establecimiento. La transformación fue tanto académica como cultural. Se implementaron rutinas diarias de acogida, profesores desayunando con los estudiantes, recreos con actividades y se puso atención a detalles que parecen pequeños pero que marcan una diferencia, como mantener los baños limpios y funcionales. En paralelo, se mejoró la infraestructura, se instauraron mediciones internas mensuales y se puso énfasis en la formación en valores de los estudiantes.
Luego, en 2015 se dio un paso decisivo: se eliminaron las especialidades técnicas que no tenían empleabilidad en la zona, como enfermería y mecánica automotriz, y se creó una nueva línea formativa vinculada directamente a la industria minera, con énfasis en operación de camiones de extracción de alto tonelaje. La conexión con el mundo laboral no fue retórica. “Los alumnos suben a faena, reciben clases de operadores de la compañía y cada año entre 30 y 50 estudiantes egresados se van trabajar en minería”, dice Gavilán. El modelo funciona bajo una gobernanza tripartita.
La Fundación Collahuasi financia mejoras, articula con la industria y supervisa; SNA Educa gestiona el proyecto pedagógico y el equipo humano; mientras que el sostenedor legal es actualmente el Servicio Local de Educación Pública (SLEP) de Iquique, que canaliza los fondos públicos. La instalación del SLEP, sin embargo, no estuvo exenta de tensiones. Aunque la ley permite cierto grado de flexibilidad, en la práctica hubo meses de negociaciones para mantener el modelo en pie. “Fue un proceso muy difícil”, reconoce Goighet Andrade, directora del liceo desde hace siete años. “Tuvimos que pelear para mantener nuestra autonomía. Hoy somos el único colegio del SLEP que sigue con administración propia”, suma. El acuerdo fue posible gracias a una glosa en la Ley de Presupuestos que autoriza el traspaso de fondos públicos a una institución privada sin que eso implique un mayor costo fiscal. Pero, como señala la directora, “este modelo pende año a año de una decisión política. Mientras no quede consagrado en la ley, no hay certeza”. Hoy el liceo tiene más de 1.200 estudiantes y una demanda de matrícula que supera los 2.000 postulantes. Ha sido reconocido por sus resultados académicos, con un puntaje Simce que lo posiciona como el primero a nivel comunal y sexto a nivel regional, y por la empleabilidad de sus egresados. Exalumnos han ingresado a universidades de prestigio, entre ellas la U. de Chile y la U. Católica, y obtenido puntajes nacionales en la PAES, como Patricio Jara este año. Además, otros ya trabajan en compañías mineras de todo el país. Asimismo, el modelo ha sido replicado en la comuna de Pica, cuyo sostenedor es el municipio, con resultados igualmente positivos. Según Marta Estruch, directora académica de SNA Educa, “este tipo de alianzas virtuosas permiten combinar la equidad que entrega lo público con la pertinencia y eficiencia del mundo privado.
Pero requieren confianza, autonomía y una institucionalidad que lo respalde”. Desde el SLEP de Iquique, su directora ejecutiva, Ana María Bustos, valora la experiencia: “Este convenio, si bien va a tener que sufrir algunos ajustes, ha sido un buen modelo.
El año pasado fue un año bien positivo, que necesita ajuste y mejora, por supuesto, como cualquier ciclo de mejoramiento”. La instalación de los SLEP no ha estado exenta de críticas, sobre todo cuando los colegios a administrar han tenido buenos resultados bajo el modelo municipal.
Por eso, para el actual alcalde de Alto Hospicio, Patricio Ferreira, este modelo no solo debería replicarse, sino instalarse como política pública: “Si todas las empresas se involucraran de esta manera, como en el modelo dual alemán, podríamos transformar la educación técnica en Chile”. Y enfatiza: “Aquí gana el estudiante, la familia, el Estado y la empresa, porque forma a sus futuros trabajadores”. Hoy el mayor desafío no es pedagógico, advierten desde el liceo y la red SNA Educa, sino político, ya que la continuidad del modelo depende de decisiones presupuestarias anuales, y su replicabilidad está limitada por la falta de una normativa clara que permita concesionar la gestión pedagógica de colegios públicos a instituciones especializadas, sin perder la titularidad estatal. Mientras tanto, en Alto Hospicio, cientos de jóvenes siguen encontrando en el Liceo Minero no solo una opción educativa, sino una oportunidad real de cambiar su historia.
“Hizo un cambio de 180 grados en mi vid a ; n o s o l o m e e n t r e g ó l a s herramientas para desempeñarme en minería, sino que también me entregó confianza, buenas amistades, y valores que aún conservo”, destaca Francisco Bustamante, exalumno. “Sus aulas no eran sillas y mesas en donde uno se sentaba a escuchar, brindaban seguridad y te daban un propósito”, agrega Catalina González, quien hoy estudia Obstetricia y Puericultura en la U. Católica.
Hizo un cambio de 180 grados en mi vida; no solo me entregó las herramientas para desempeñarme en minería, sino que también me entregó confianza, buenas amistades, y valores”.. ........................................................... Transformar la educación técnica En 2011, el Liceo Bicentenario Minero tenía apenas un En 2011, el Liceo Bicentenario Minero tenía apenas un centenar de alumnos. Hoy son más de mil y tiene una centenar de alumnos. Hoy son más de mil y tiene una altísima demanda por cupos, los que se entregan aleatoaltísima demanda por cupos, los que se entregan aleatoriamente a través del Sistema de Admisión Escolar. Sus riamente a través del Sistema de Admisión Escolar.
Sus resultados Simce lo posicionan en la categoría de desemresultados Simce lo posicionan en la categoría de desempeño Alta de la Agencia de Calidad de la Educación. peño Alta de la Agencia de Calidad de la Educación. Alianza a tres bandas Cambios FRANCISCO BUSTAMANTE EXALUMNO. N El establecimiento dejó atrás la estigmatización y el rezago académico para convertirse en un referente regional muy demandado por las familias. Hoy, su sostenibilidad depende de una glosa presupuestaria que se debate anualmente. El Liceo Bicentenario Minero es liderado en conjunto por el SLEP Iquique, Fundación Collahuasi y SNA Educa: