COLUMNAS DE OPINIÓN: El grito que la política no quiere oír
COLUMNAS DE OPINIÓN: El grito que la política no quiere oír La frase que abre el documento es contundente: contundente: “ya no podemos ser pasivos con respecto a nuestro futuro inmediato”. No es una consigna más para la sobremesa; es la constatación de que la vida se volvió demasiado urgente para seguir esperando que otros decidan.
Que lo digan alumnos alumnos de colegios que alguna vez fueron símbolo de excelencia suma un valor simbólico y práctico: ellos conocen por dentro el derrumbe silencioso de la escuela, el desencanto con la política y la intemperie de los barrios. Los estudiantes leyeron su declaración “para que se entienda sin dilación” el mensaje. Y el mensaje es incómodo. Atraviesa tres planos a la vez: educación, seguridad y pertenencia. En los tres, la política toda llega tarde. La discusión pública se devora a sí misma entre escándalos semanales, mientras la experiencia cotidiana de miles de jóvenes se estrecha entre malas salas, malas micros y malas noticias. No es ideología; es biografía. Cuando los alumnos dejan de ser espectadores Hay momentos en que una generación pasa del murmullo a la voz plena. Este parece ser uno de ellos.
Los estudiantes dicen que Chile “cae en picada picada libre a un nivel de decadencia nunca antes visto” y, aunque el diagnóstico pueda sonar hiperbólico, hiperbólico, captura un clima: la sensación de que las instituciones perdieron tracción y que el mérito, mérito, la disciplina y el esfuerzo ya no alcanzan para armar un futuro predecible. Que jóvenes pongan sobre la mesa el abandono de la educación es, quizá, la más dura de las verdades. verdades. Ellos vieron cómo se cerraban bibliotecas, se iban profesores, se vaciaban horas de reforzamiento reforzamiento y se normalizaba la inasistencia. Vieron Vieron también a compañeros caer en economías delictivas que ofrecen ingresos rápidos donde la escuela ofrece promesas lentas. El dilema no es moral; es material. Si el camino legal tarda años y el ilegal paga mañana, el Estado tiene que inclinar inclinar la cancha con la fuerza de una política pública que valga el tiempo. Educación: la urgencia más postergada Cualquier conversación presidencial que no comience comience por la recuperación educativa es humo. Recuperación significa tres verbos: volver, aprender aprender y permanecer.
Volver a la sala con asistencia efectiva, tutorías intensivas y acompañamiento socioemocional; aprender con foco en lectoescritura, lectoescritura, matemáticas y ciencias, midiendo avances de curso a curso y no de reforma en reforma; permanecer con trayectorias que conecten el aula con la vida, en especial en el mundo técnicoprofesional, donde la práctica temprana y los convenios con empresas son la llave del primer empleo digno. La docencia merece un trato de política de Estado: Estado: formación selectiva y exigente, mentorías para los primeros años en aula, tiempo protegido para preparar clases y evaluación justa que premie premie a quien mejora. Sin buenos profesores no hay milagros; con ellos, cualquier escuela puede ser extraordinaria. La tecnología, por su parte, debe dejar de ser souvenir y volverse herramienta: herramienta: conectividad estable, contenidos digitales curados curados y plataformas que alivien no recarguen el trabajo pedagógico. Seguridad y cohesión: prevenir antes que lamentar Los estudiantes describen a “miles de niños que han visto en bandas delictuales una puerta para sobrevivir al futuro”. No hay frase más cruda. La respuesta no puede limitarse al binomio patrullacárcel. patrullacárcel. Sí, se necesita policía profesional, control territorial, persecución al crimen organizado, fronteras inteligentes y justicia eficaz. Pero sin prevención, el sistema es un balde con agujeros. agujeros.
Prevención significa deporte de verdad en la tarde, cultura y talleres en la escuela extendida, tutores adultos para quienes están a punto de desertar, tratamientos de salud mental oportunos oportunos y un sistema de segunda oportunidad que no marque para siempre a un adolescente que falló. La seguridad se construye también con espacio público. Plazas iluminadas, bibliotecas vivas, centros comunitarios abiertos hasta tarde, ferias seguras, transporte que llegue y funcione. La cohesión cohesión social no es una charla motivacional; es una infraestructura. Regiones y geopolítica: mirar el mapa completo El reproche por el abandono regional toca una fibra real. Chile conversa desde Santiago sobre problemas que arden fuera del anillo de Américo Vespucio. El norte lo sabe: migración irregular, trata de personas, rutas del narcotráfico, presión sobre servicios y tensiones internacionales. “Ni siquiera una mirada geopolítica sobre el peligro que acecha el norte”, acusan. Tenerla implica tres capas: cooperación fronteriza con inteligencia, inversión en desarrollo que retenga talento y fortalezca fortalezca ciudades intermedias, y presencia estatal no episódica sino permanente, con servicios que lleguen a tiempo y queden instalados.
La conversación política que no conversa El documento de los alumnos describe una escena escena que ya roza lo caricaturesco: una semana arde la derecha, la otra arde la izquierda, y entre medio medio el país real espera turno. No se trata de pedir una política sin conflicto la democracia vive de eso, sino de exigir que el fonflicto se ordene alrededor de prioridades. Cuáles? Educación, seguridad, empleo juvenil y salud mental adolescente. adolescente. El resto es importante, pero si no resolvemos resolvemos estos cuatro, todo lo demás se vuelve lujo.
Lo que debe exigir la ciudadanía a quien aspire a La Moneda Lo jóvenes hacen preguntas que abren la puerta: A qué jóvenes les hablan? Qué país nos quieren quieren heredar?” La respuesta esta vez la debe concretar la política con compromisos verificabIes. verificabIes. Un plan nacional de recuperación educativa educativa 20262030, con metas trimestrales públicas. Un programa integral de prevención del delito juvenil, con tutores, oferta cultural y deportiva en cada comuna y pasarelas de retorno escolar. Un acuerdo por el primer empleo, con prácticas remuneradas, incentivos a la contratación joven y fortalecimiento de la educación técnico-profesional. técnico-profesional.
Un plan de salud mental escolar, que no se limite a folletos, con equipos multiprofesionales en los establecimientos más vulnerables, Y una estrategia para el norte que combine control, diplomacia e inversión en ciudades de frontera. Nada de esto es revolucionario. Sí requiere orden, orden, coraje para priorizar y la humildad de medir. medir. La ciudadanía puede y debe exigir reportes de avance cada 90 días, no cada cuatro años.
Un candidato que se rehúse a ese nivel de rendición de cuentas no entendió el signo de los tiempos. ué nos une? La declaración interpela una pregunta inquietante: inquietante: ué nos hace parte de Chile hoy? La Teletón, un descuento, un gol de la Selección. Eventos que emocionan, sí, pero no bastan para sostener la vida común.
La pertenencia se teje con proyectos proyectos compartidos: erradicar la pobreza infantil, asegurar que toda escuela tenga conectividad y bibliotecas vivas, duplicar la titulación técnicoprofesional de calidad, reducir drásticamente los homicidios y devolver el espacio público a las familias. Metas concretas, medibles, con fechas y responsables. Nada une más que conseguir algo juntos. Una interpelación que conviene escuchar Los estudiantes recuerdan que “Chile es el único único trozo de tierra en el mundo donde se pueden cobijar los chilenos”. En tiempos de desencanto, esa frase puede sonar solemne. Conviene tomarla tomarla en serio. Si ese trozo de tierra se vuelve inhabitable inhabitable para los jóvenes por miedo, por falta de oportunidades, por una escuela que no enseña, enseña, el resto de las discusiones pierde sentido. Ellos no piden privilegios; piden piso.
Piden que la educación vuelva a ser la promesa que fue, que el Estado y la comunidad recuperen los barrios, que la conversación pública deje de ser un reality y que las regiones existan más allá de la foto de campaña. Estamos a las puertas de una nueva elección presidencial y parlamentaria. Ojalá que, esta vez, la pauta la marquen quienes van a vivir más tiempo con las decisiones que tomemos. La política puede sentirse interpelada o puede sentirse atacada. Mejor lo primero. Porque el reclamo de estos estudiantes no busca humillar, busca ordenar. No quiere cancelar, quiere construir. Y nos recuerda, con la sencilla brutalidad de lo evidente, que el futuro no se hereda: se edifica, día a día, en salas, plazas y talleres. Si de este discurso claro la dirigencia extrae compromisos claros, habremos ganado todos. Si lo despacha como una rabieta juvenil, nos volverá a pasar pasar lo de siempre: otra generación que aprende muy temprano que el país les habla, pero no los escucha. Y ninguna democracia sobrevive mucho tiempo con jóvenes que se cansan de golpear la puerta. Un grupo de estudiantes de liceos emblemáticos leyó una declaración que condensa un malestar generacional: deterioro deterioro educativo, inseguridad, abandono de las regiones y una conversación pública que gira en polémicas estériles. Su interpelación no es un berrinche: es una agenda mínima para el Chile que heredarán. Patricio Meza García..