Leer en 2022: los libros que marcaron el año
Aunque leímos mucho este año, seguramente se nos pasaron grandes títulos que nos esperan en el futuro. Para no perderse los mejores, les pedimos a colaboradores y reconocidos lectores que nos compartieran sus libros favoritos de este año. Hay textos famosos, como Aniquilación, de Michel Houellebecg; poemarios que parecen ineludibles, como Índice expurgatorio, de Juan Cristóbal Romero, y rarezas que no pasaron inadvertidas, como Variaciones, de Fernando Pérez Villalón. Novelas, ensayos, poesía, biografías e historia, de todo en estas listas para anotar y guardar.
ARTURO FONTAINE Una luz para este pueblo, de Pedro Gandolfo (Ediciones Universidad Católica del Maule). La pregunta "qué es el pequeño pueblo de Colín”, cerca de Talca, donde vive el autor, se va transformando en una búsqueda, en la literatura y la historia, de qué es ser campesino, qué es el campo, y esa pregunta, a su vez, se transmuta en la pregunta “qué es el hogar”. Un libro único, profundo y personal. Gandolfo piensa poéticamente a partir de un estudio documentado y riguroso.
Delirio americano, de Carlos Granés (Taurus). Exhaustiva, original y provocativa exploración de la estética de los grandes escritores y artistas de América Latina —sobre todo la de las vanguardias—, su fatídica extrapolación a la vida política y su vinculación con las distintas formas del nacionalismo. La naturaleza del deseo, de Carla Guelfenbein (Alfaguara). Un solo foco: una pasión erótica que lo consume todo. Nunca da la lata. Avanzamos con la sensación nítida de que nos acercamos a un abismo que, sin embargo, nos atrae. Aniquilación, de Michel Houellebecq (Anagrama). Novela balzaciana compuesta de varios hilos narrativos. Se entremezclan una trama de alta política, una de espionaje cibernético y una personal que aborda la familia hoy. Radiografía de la sociedad francesa actual mostrada con una mezcla de impulsos nihilistas y conservadores. Indice expurgatorio, de Juan Cristóbal Romero (Tácitas). Reunión de gran parte de la obra del poeta. Poesía no de la imagen, sino del ritmo y el sonido; poesía no de la intimidad, sino de la distancia. Emociones enfriadas por la reflexión y que consiguen, en sus mejores momentos, una belleza intemporal. Las palabras justas, de Milena Busquets (Anagrama). Observaciones breves, perspicaces, livianas, espontáneas, divertidas. No lo que pasó en el día, sino atisbos, ecos de lo que pasó. Aforismos agudos. Capacidad de reírse de sí misma y de sus propias tribulaciones. Un libro sano y sanador. Susan Sontag. Obra imprescindible, de David Rieff (Random House). La sensibilidad de Sontag desplegada con todos sus matices.
La mirada de la persona fotografiada que es mirada por una mirada que no puede mirar, la novela rusa del siglo X1X, la cultura Esperando a Godot, la pornografía, Roland Barthes, la traducción, el cine de Jean-Luc Godard. Tema que toque, deja huella. La selección es de su hijo, pero hecha con la independencia y libertad de espíritu con las que un intelectual debe leer a otro. La traducción de Aurelio Major es limpia, precisa, fluida. Amor libre, de Teresa Hadley (Sexto Piso). Un amor inesperado, un matrimonio en crisis. Hadley se gana de inmediato la confianza del lector. Relaciones sutiles, sentimientos matizados, personajes bien delineados. Una trama absorbente. La traducción de Magdalena Palmer es convincente.
Creer o no creer, de Joseph Ramos (Paidós). Lúcidos argumentos, lenguaje claro, discusión de planteamientos en pro del ateísmo como los de Richard Dawkins, entre otros, y buen manejo de filósofos actuales que abordan la cuestión.
Acudiendo a elementos de la teoría de la evolución, la física, la ética y a filósofos como Richard Swinburne y William Lane Craig, Ramos —economista destacado— se juega por la tesis según la cual es más plausible y razonable suponer que Dios exista a que no exista. * Novelista MAURICIO ELECTORAT Helicópteros. Poesía reunida, de Erick Polhammer (Ediciones UV). Un libro imprescindible de este gran poeta injustamente postergado hasta ahora. Treinta poemas del ex poeta José Angel Cuevas, José Angel Cuevas (Ediciones UDP). Los poetas chilenos son lo mejor de Chile. Y José Angel Cuevas es un excelente poeta chileno. La chef, de Marie N'Diaye (Gatopardo). La mirada de una mujer africana asimilada en y por la cultura francesa. Gran narradora.
Ese día cayó en domingo, de Sergio Ramírez (Alfaguara). Si el Premio Nobel quisiera recuperar su prestigio canónico, Sergio Ramírez debería ser sin duda el próximo Premio Nobel latinoamericano, sería una manera de reconocer la literatura de ese gran pequeño país de escritores, desde Rubén Darío al propio Ramírez, pasando por Ernesto Cardenal y tantos otros. En los márgenes, de Elena Ferrante (Lumen). Una vida “a libro abierto” en, por y para la literatura. Aniquilación, de Michel Houellebecq (Anagrama). Houellebecq, en la tradición de Louis-Ferdinand Céline, pone a Francia (y por ahí al Occidente europeo) frente al espejo de su propia decadencia. Como al Nobel le encantan los franceses, será muy probablemente el próximo Nobel galo (y con justa razón). “Escritor. SONIA MONTECINO Los territorios de Gabriela, de Andrea Casals y Luz Valeria Oppliger, ilustrado por Soledad Sairafi (Orijck Editores). Un modo excelente de introducir a los(as) niños(as) a la mirada de Mistral sobre el paisaje. Loca fuerte. Retrato de Pedro Lemebel, de Oscar Contardo (Ediciones UDP). Un acercamiento biográfico y narrativo al personaje Lemebel que muestra rostros desconocidos del escritor, con una pluma muy buena y que se desliza.
Cara de pan, de Sara Mesa (Anagrama). El juego entre el acoso, la amistad y los tenues límites de la atracción entre un viejo y una niña, la ambigiledad es el punto de vista, aportando a una mirada compleja de un tema que parece zanjarse con liviandad.
Dioses diferentes, de Mary Judith Ress (Cuarto Propio). Teologías feministas, de la liberación, y lectura descolonizada del vínculo entre género y religiosidad popular en América Latina a través de personajes entrañables que develan otros modos de la fe.
Alguna luz para este pueblo, de Pedro Gandolfo (Ediciones UCM). Una valiosa aproximación, desde un cruce entre lo biográfico (la memoria) y lo histórico, al “Chile profundo” de la zona central simbolizada en el Maule y sus transformaciones produce una nueva forma del ensayo y de las narraciones locales.
Tacna, el sabor de la patria, de Isabel Alvarez (Fondo Editorial Universidad San Martín de Porres). Una sociohistoria de la alimentación que se nutre de lo regional para construir los sabores poniendo de manifiesto el borronamiento de las fronteras culinarias y la existencia de áreas culturales que producen identidades que rompen con los límites administrativos. *Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales MARÍA JOSÉ NAVIA Melvill, de Rodrigo Fresán (Literatura Random House). Una pieza prodigiosa en esa maquinaria siempre en expansión que es la obra de Rodrigo Fresán, probablemente una de las más importantes de la literatura latinoamericana. Una novela deslumbrante sobre un padre y su hijo (el escritor Herman Melville), sobre la herencia de un estilo literario y esa embarcación y ballena y ola enorme que es la literatura. Para mí, el libro del año. La rastra, de Joy Williams (Seix Barral). Este 2022 llegó en español por fin la nueva novela de la magistral autora estadounidense, después de 20 años. Una novela de fines de mundo y fines del lenguaje, de personajes extraños e historias para perderse. La transparencia de las ventanas, de Macarena García Moggia (Ediciones UV). Ensayos breves y brillantes sobre las ventanas en el arte y la literatura. La autora nos regala nuevas formas de mirar. Yo maté a un perro en Rumanía, de Claudia Ulloa Donoso (Almadía). La primera novela de una cuentista maravillosa. Una historia sobre el duelo y sentirse extranjero, escrita con una prosa fascinante. Diarios y cuadernos, de Patricia Highsmith (Anagrama). Uno de los acontecimientos literarios del año. Una autora de mirada feroz. Diario de Japón, de María José Ferrada (Seix Barral). Un libro especial que conjuga novela, ensayo, crónica de viaje con la mirada a la vez astuta y delicada de Ferrada. Nena, de Melissa Febos (Chai). Lo que viene haciendo la editorial argentina Chai en los últimos años es verdaderamente digno de aplausos. Todos los libros que publicaron este 2022 merecen estar en la lista de lo mejor del año. Sus traducciones son joyas. Destaco esta obra tremenda. Silencios, de Tillie Olsen (Las afueras). Otra editorial que está haciendo un trabajo brillante en España. De a poco sus libros van llegando a Chile. Luego de publicar el genial Dime una adivinanza, ahora rescatan los ensayos imprescindibles de Olsen. “Escritora PEDRO GANDOLFO Vecino, (Lumen) de Alfonso Alcalde. Esta antología pone de manifiesto al inmenso poeta que es Alfonso Alcalde y lo resitúa en la historia de la poesía del siglo XX. Enolebrum (Bisturí 10), de Kurt Folch. Un libro poderoso escrito con un lenguaje en extremo arriesgado, complejo y quebradizo que genera flechazos de iluminación. Las noches de la peste (Literatura Random House), de Orman Pamuk. Una novela apasionante del Nobel turco que sobre el escenario de pestes y revolución teje una intriga que captura y emociona. El polaco (El hilo de Adriana), de J.M. Coetzee. Una reescritura brillante del amor entre Dante y Beatriz con el fondo palpitante del pianista polaco. Yomurí (Literatura Random House), de Cynthia Rimsky. Una novela que con riesgo formal y desenvoltura irónica pone en dudas mitos doxológicos. La novela chilena. Literatura y sociedad (Ediciones UACh), de Grínor Rojo.
Un gran ensayo que recorre críticamente la relación entre la novela chilena y la realidad social. *Crítico literario CAMILO MARKS El misterio de la creación artística, de Stefan Zweig (La Pollera). Excelente edición chilena de un autor que casi ha pasado al olvido y cultivó todos los géneros en un estilo esmeradísimo, sobresaliendo su aproximación al feminismo, entonces en ciernes. Camino cerrado, de Paula Tlabaca (Lom). Una densa, extraña, novedosa novela de una autora que, por lo general, escribe poesía y ha sido varias veces premiada por sus versos. Cauterio, de Lucía Lijtmaer (Anagrama). Una cautivante novela cargada de ironía, sarcasmo y misterio.
Tinta simpática, de Patrick Modiano (Anagrama). Brillante texto breve, Desde el confín, de la chilena María José Poblete (Seix Barral). Un texto donde la violencia, el engaño, las vidas de decenas de jóvenes se ven arruinadas por la famosa economía global. Reunión, de Natasha Brown (Anagrama). Primera y muy lograda novela de la autora afroinglesa. Honrar al padre, de Bruno Serrano. Muy logrado texto de un autor versátil y maduro.
Claire de Luz Marina, de la haitiana Edwige Danticat (Banda Propia). Un feliz descubrimiento de una casa editora emergente de Chile. *Crítico literario ROSABETTY MUÑOZ El ejemplo de Aristipo, de Adán Méndez (Ediciones UDP). El poeta Adán Méndez cita a Confucio en la apertura a la materia: “Querer es mejor que conocer. / Gozar es mejor que querer”, palabras que seducen rápidamente.
Sigue al luminoso preliminar una revisión de las distintas vías por las cuales se ha llegado a este retrato del filósofo Aristipo, como un mosaico de voces ajenas, incluso citando a algún autor que duda de su existencia. Me parece asistir a una proposición de un camino, sencillo en medio del complejo mundo que vivimos, una forma de entregarse a los goces sensibles sin ser esclavos de ellos. El correo del viento, de Oscar Barrientos (LOM). "¿Sabe lo que es el amor? Yo sí: caída libre y fuerza ascendente a la vez. Como el viento". Así empieza esta historia maravillosa, con uno de los inicios más bellos que haya llegado a mis manos. Barrientos nos dibuja un personaje humano, creíble y al mismo tiempo excepcional; un ser humano que se eleva sobre lo mediocre y sobre las exigencias de su lugar/tiempo.
Por su empeño en una empresa aparentemente menor, nos enternece, lo acompañamos en su salvaje vuelo y, sobre todo, avanzamos con él en la comprensión de un mundo particular donde el viento o la naturaleza establecen un trato duro con los habitantes y los va moldeando. Signos vitales, de Damsi Figueroa (Editorial Aparte). Revisado por la misma poeta, este libro reúne sus libros publicados, pero en una muy rigurosa selección. Su lectura, desde la mirada presente, deja un puñado de poemas hondos, en que explora en las preguntas del ser y la conciencia de saberse pequeña e infinita, como todo ser humano. *Poeta. ADRIANA VALDÉS Ay, William (Alfaguara), de Elizabeth Strout. En este libro, Strout hace ver por qué se la considera maestra en sentimientos humanos, contradicciones, ambigiledades y dobles discursos. Todo ello con la prosa más clara imaginable. Indice expurgatorio (Tácitas), Juan Cristóbal Romero. Romero es el mejor artífice del oficio poético y domina sus cuerdas a la perfección. El mago (Lumen), de Colm Tóibin. En este libro sobre Thomas Tóibin hace de la biografía una historia personal, pero también colectiva, política, literaria, de un personaje ineludible, su época y sus lugares. La trilogía McAddam (Salamandra), de Margaret Atwood. Tres novelas de la distopía. Leí mil páginas sin parar. Es como la mamá de la ficción distópica que ha llegado muy fuerte a los escritores jóvenes chilenos. La imaginación en ella es crítica y es también pensamiento. Variaciones (Saposcat), de Fernando Pérez Villalón. El autor hace juegos narrativos breves, con la pandemia y las situaciones distópicas que comienzan a producirse apenas se proyectan un poco las líneas de lo que nos pasó; eso en la primera parte.
Luego inventa idiomas imaginarios y cuenta cómo son las sociedades que hablan esos idiomas. *Crítica y ensayista MARCO ANTONIO DE LA PARRA La más recóndita memoria de los hombres, de Mohamed Mbougar (Anagrama). La autoficción metaliteraria jugada a lo Bolaño. Una gozada. Diario de Japón, de María José Ferrada (Seix Barral). Fina, precisa, perfecta. Está escribiendo cada vez mejor.
Melvill, de Rodrigo Fresán (Literatura Random House). ¿Qué pretende? ¿ Que lo candidateen al Nobel? Un perro rabioso, de Mauricio Montiel Figueiras (Turner). Un ensayo autobiográfico, doloroso, desgarrado, sobre la depresión Magníficos rebeldes, de Andrea Wulf (Taurus). Sobre el romanticismo y "la invención del yo”. Maravillosa manera de terminar el año. La historia oculta de la década socialista, de Rocío Montes y Ascanio Cavallo (Uqbar). A ratos, magnífico libro para entender un país que se nos va de las manos. Indispensable. Bestiario de Suralia (Sotavento). Un libro fuera de serie. Con dibujos de Marcelo Paredes y textos de Yuri Soria-Galvarro, monta una iconografía delirante del sur de Chile. Debía ser el libro del año. El jardín de las delicias, de Ana María Maza (Planeta). Deliciosa y erudita historia de la gastronomía. De esos que nacieron para regalo obligado. Es el primer tomo y deberían ser tres. Estupendo y sabroso. Pasolini, el último profeta, de Miguel Dalmau (Tusquets). Impresionante biografía. Se lee de un tirón. Última función, de Andrés Nazarala (Kindberg). Novela metaliteraria metacinematográfica. Una aventura cinéfila. Variaciones, de Fernando Pérez Villalón (Saposcat). De esos que sacan sonrisas. Una antología insumida (Ediciones Usach), de Pía Barros. Necesaria recolección de sus relatos más largos incluyendo "El orden de las cosas”, pieza de joyería de la narrativa chilena. “Novelista y dramaturgo