EDITORIAL: Centroizquierda en problemas
EDITORIAL: Centroizquierda en problemas E l resultado de la primaria oficialista tuvo ribetes de tragedia para el llamado Socialismo Democrático. El conjunto de los partidos que lo componen no fue capaz de sostener una candidatura competitiva y terminaron doblegados --y doblados-por la abanderada del Partido Comunista, Jeannette Jara.
Fue solo tardíamente cuando la campaña de Carolina Tohá buscó marcar una diferencia clara con sus competidores del PC y el Frente Amplio: un video del PS habló de "un gobierno en práctica", en clara alusión al frenteamplismo y a lo que fueron los inicios de esta administración, mientras que la propia Tohá afirmó que no le gustaría que el Partido Comunista gobernara el país. Se buscaba con ello convocar a lo que se supone era el electorado tradicional de la centroizquierda, partidario del pragmatismo y la moderación.
La apelación, sin embargo, no halló eco entre los votantes --como fue patente el domingo-y quedó como un signo más de una candidatura que no logró proyectar una estrategia nítida y que nunca pudo superar la insalvable contradicción de intentar marcar distancia de un gobierno impopular y haber sido al mismo tiempo su ministra más importante.
Tal contradicción, sin embargo, iba más allá de la figura de la candidata, quien, en rigor, es una de las políticas más talentosas de su generación y cuya labor en La Moneda probablemente salvó a esta administración de desastres mayores.
El punto es que las colectividades de centroizquierda --incluida la más importante de ellas, el PS, pero también el PPD de Tohá-presentan una identidad diluida, alejada del perfil de socialdemocracia moderna que en algún momento habían logrado proyectar.
Es un proceso que ha tenido como hitos la derrota electoral de 2010, la conformación de la Nueva Mayoría, a instancias de Michelle Bachelet, en 2013, y el estallido de 2019, cuando sus posturas se hicieron muchas veces indistinguibles de la izquierda más radical. Es cierto que estos no son buenos tiempos para los partidos socialdemócratas en el mundo. En numerosos países ha ocurrido un desdibujamiento parecido y un auge de posiciones más radicales en la izquierda, desde lo que fue en algún momento Podemos en España, hasta la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. Lo sorprendente es que hoy en nuestro país sea el Partido Comunista, una expresión política casi desaparecida en el mundo democrático, la que --con inesperado vigor-protagoniza el adelantamiento por la izquierda.
Así, 12 años después del surgimiento de la Nueva Mayoría, el proyecto político de Bachelet que supuso la decisión de conformar una coalición única con el PC y la llegada de los comunistas al gobierno por primera vez desde el retorno a la democracia, el balance de la centroizquierda es lamentable. Mientras la Democracia Cristiana, el tradicional aliado del Socialismo Democrático, arriesga su subsistencia en las elecciones de este año, el panorama para el PPD y los radicales no es demasiado distinto. Pero incluso el PS, el partido más sólido del bloque, ha quedado en un complejo escenario. Chile necesita una centroizquierda democrática y moderna, distanciada de los maximalismos. Lamentablemente sus dirigentes parecen no terminar de comprenderlo. En vez, han abrazado un pacto con la izquierda radical que, si en un inicio pudo parecerles electoralmente beneficioso, hoy solo deja en evidencia la pérdida de su identidad política. Son los costos de aliarse con quienes no comparten los mismos valores democráticos. Doce años después del surgimiento de la Nueva Mayoría a instancias de Bachelet, el balance para el sector es lamentable. Centroizquierda en problemas.