“Si cae ese edificio de 30 pisos, el daño será enorme y no habrá esperanza de escapar”
Arrastrados por el súbito caudal de arena y agua que se deslizó ladera abajo por las intensas lluvias de la madrugada del lunes, dos contenedores derribaron la mitad superior de un muro de mampostería y partieron el tronco de un añoso pino que formaba parte del tradicional restaurante Stella Maris de Viña del Mar.
El local de avenida Borgoño, ubicado justo abajo de los edificios amenazados por los dos socavones que se han formado en la parte viñamarina de las dunas de Concón en los últimos 20 días, quedó rodeado de sedimento e incluso una capa de arena cubrió su terraza y el agua inundó su cocina.
Los contenedores estaban siendo utilizados como oficinas por la empresa que estaba a cargo de realizar las primeras obras de emergencia en el lugar, las que buscaban evitar que el hasta entonces único socavón alcanzara al edificio Kandinsky.
Pero dos de ellos se aprecian hoy desde la terraza del restaurante: uno, como un "proyectil" incrustado en el derruido muro de piedras; y el otro, en la roca en la que está asentado el local, sobre una capa de arena.
En las afueras del restaurante, entre una retroexcavadora y un bulldozer que retira el material depositado también sobre el estacionamiento con capacidad para 30 vehículos, su dueño, Samuel Lizana (89 años), mira ladera arriba y justo sobre él se ven los cinco edificios ubicados 60 metros cerro arriba y que fueron evacuados por seguridad, dado que la avenida Costa de Montemar frente a la que fueron construidos quedó convertida en una isla entre dos precipicios. "En caso de un temblor fuerte, pienso que un edificio puede caerse.
Pero no va a caer entero, de un viaje, sino de a poco, va a quedar a mitad de camino", responde al ser consultado si no siente temor de que pueda ocurrir un nuevo deslizamiento de terreno. El primero, ocurrido el 10 y que luego se agravó el 23 de agosto, cortó limpiamente en dos (sin terraplén ni pavimento) la avenida Borgoño a 40 metros de su local. El segundo ya lo tocó, aunque por fortuna la emergencia tuvo lugar de noche, cuando estaba sin clientes.
Apuntando a la torre más alta, de 30 pisos, Lizana dice que si cae de una vez, "para qué estamos con cosas, el daño va a ser enorme aquí y ya no tengo esperanza de escaparme. Esperemos que no pase", comenta refiriéndose a su establecimiento de 500 m 2 de superficie.
El empresario, que construyó el recinto al inicio de los 90, cuenta que el lunes recibió la visita de la ministra de Obras Públicas, Jessica López, a quien le hizo ver la necesidad de que la ruta costera Reñaca-Concón sea rehabilitada lo antes posible y así resarcirse de los daños, que estima en $25 millones aproximadamente.
Y relata que la secretaria de Estado le advirtió que por la envergadura de las obras el baipás para reponer la costanera tomará el doble del mes y medio estimado al inicio, aunque las autoridades no le plantearon la necesidad de evacuar preventivamente el recinto.
Para el director de la carrera de Geología de la sede en Viña del Mar de la UNAB y doctorado en geología estructural por la U. de Maine, Jean-Baptiste Gressier, la estabilidad del bloque que quedó como una isla entre dos precipicios es lo más apremiante. "A partir del momento en que son intervenidos por el ser humano, cambian los ángulos de equilibrio del talud. Lo que llama la atención es la velocidad de todo eso. Cuando empieza a desestabilizarse una zona, la acumulación de debilidades puede ser más rápida", explicó. El geofísico Cristián Rodrigo, de la misma casa de estudios, comentó al ver la situación del restaurante: "Hasta el momento, nada es seguro.
Si ocurre otro evento similar de lluvias, podrían afectarse los edificios escalonados y, como consecuencia, también el camino costero y el establecimiento". En tanto, la subdirectora nacional del Sernageomin, Alejandra Ávila, expuso sobre la estabilidad de ese bloque: "Es un trabajo de obra civil, sale de nuestra competencia". La autoridad agregó que las edificaciones cumplieron los parámetros para construir sobre dunas, "pero hubo ciertos fenómenos que salieron de planificación y provocaron estos socavones". El académico de Ingeniería en construcción de la PUCV y consejero del Consejo de Políticas de Infraestructura, Álvaro Peña, opinó que en el corto plazo no existe riesgo de colapso y derrumbe de algún edificio. "Sí hay que destacar que el colector requiere de una reparación definitiva y, posteriormente, dar una solución al socavón, estabilizando el terreno mediante técnicas especiales, seguido de contener el terreno y rellenar", destacó. "Mientras más se retrasen estas obras, crece el riesgo de daños estructurales de los edificios próximos y posibles colapsos", finalizó.
Dueño de Stella Maris muestra daños causados por alud que alcanzó el costado de tradicional local de Viña del Mar: "Si cae ese edificio de 30 pisos, el daño será enorme y no habrá esperanza de escapar" MAURICIO SILVA Recinto quedó rodeado de sedimento, que alcanzó a cubrir su terraza e inundó de agua la cocina. Dos contenedores fueron arrastrados como "proyectiles" por el caudal, derribando un muro y un añoso pino. EN ZONA DE RIESGO. -Los edificios desocupados por seguridad quedaron justo enfrente, cerro arriba, del restaurante, causando inquietud en sus ocupantes. JONATHAN MANCILLA Daños. Dos contenedores fueron impulsados por la corriente de agua, causando diversos daños en el restaurante. JONATHAN MANCILLA Samuel Lizana (89 años), dueño del tradicional local de la Región de Valparaíso. JONATHAN MANCILLA “Si cae ese edificio de 30 pisos, el daño será enorme y no habrá esperanza de escapar”.