La lluvia que nos recuerda dónde estamos construyendo
La lluvia que nos recuerda dónde estamos construyendo Yoal Díaz Reyes Seremi del Medio Ambiente Región de Aysén La semana pasada, Puerto Aysén vivió un episodio muy intenso de lluvia: Un río atmosférico golpeó con fuerza la ciudad, dejando como saldo calles anegadas, casas inundadas y vecinos y vecinas que, una vez más, vieron cómo el agua acechaba sus hogares. Este fenómeno, cada vez más frecuente e intenso producto de la crisis climática, nos obliga a mirar con mayor responsabilidad el territorio en el que habitamos y las decisiones que tomamos sobre él. No se trata solo de un evento aislado. Muchas de las zonas afectadas tienen algo en común: fueron construidas sobre humedales, mallines o incluso turberas, ecosistemas que durante siglos han absorbido el exceso de agua y regulado el comportamiento natural del paisaje. Al intervenirlos, ya sea por presión habitacional, por desconocimiento o por falta de planificación adecuada, hemos reducido su capacidad de respuesta y, con ello, incrementado nuestra propia vulnerabilidad. Un ejemplo evidente ha sido la presión que por años existió para construir sobre la turbera en el predio Weber en Puerto Aysén.
Frente a ello, desde el Ministerio del Medio Ambiente promovimos el diálogo con los vecinos, instituciones y actores clave, lo que permitió abordar el problema y abrir paso a soluciones que permitan armonizar el derecho a la vivienda con el deber de proteger nuestros ecosistemas. Hoy, gracias a ese trabajo conjunto, estamos explorando alternativas que permitan cuidar estos espacios únicos, que no solo almacenan agua, sino también grandes cantidades de carbono. La planificación urbana no puede seguir dándose de espaldas a la naturaleza. Lo que vemos en Aysen es una señal clara de que necesitamos integrar el conocimiento ecológico en nuestras decisiones territoriales.
Desde el ministerio hemos impulsado el inventario regional de humedales, el plan de acción regional de cambio climático, fortalecimiento de los instrumentos de ordenamiento territorial y protección de humedales urbanos, entendiendo que el desarrollo de nuestras ciudades debe considerar la vocación natural de los suelos y la crisis climática que ya está entre nosotros. Es legitimo aspirar a mejores viviendas, a barrios consolidados, a ciudades más vivibles. Pero ese anhelo no puede ser a costa de aumentar nuestra exposición al riesgo. Hoy más que nunca, es posible y necesario construir de otra forma: dialogando, planificando y reconociendo que los ecosistemas no son un obstáculo para el desarrollo, sino una condición para que este sea sostenible. Puerto Aysén nos habla con el agua. Nos recuerda que el equilibrio entre la naturaleza y la ciudad no es un lujo, sino una urgencia. Opinión.