Autor: Por Patricio Contreras y Ricardo Olave
Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro apuesta por un currículo que fomente Innovación y Emprendimiento la Investigación, Desarrollo,
Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro apuesta por un currículo que fomente Innovación y Emprendimiento la Investigación, Desarrollo, 1 Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro, integrado por las universidades Mayor, Autónoma, de Tarapacá y de Atacama, trabaja en un ambicioso proceso de armonización curricular. La iniciativa responderá a las demandas actuales, donde la investigación, el desarrollo, la innovación y el emprendimiento científico-tecnológico (1+D+i+e+TT) son esenciales. Armonizar los programas académicos en dichas áreas implica una estrategia para transformar la educación superior. Las universidades del Consorcio están adecuando sus mallas curriculares, para así incorporar competencias y metodologías activas. Esto permitirá a largo plazo que sus estudiantes enfrenten desafíos y propongan soluciones innovadoras.
Solange Aranzubia, académica del departamento de Matemática de la Universidad de Tarapacá y coordinadora del eje 1 de armonización curricular del Consorcio, explicó que es un proceso estratégico “que busca la adecuación y actualización de los planes de estudio, incorporando de manera sistemática contenidos y enfoques vinculados a I+D+i+e+TT”. Ella destacó que la iniciativa busca fortalecer la pertinencia y proyección de la formación profesional. Jacqueline Mateo, profesional del objetivo de armonización curricular del Consorcio, reconoció que la diversidad de contextos y realidades locales de las universidades incide a nivel estructural.
Frente a ello, el consorcio revisó los Modelos Educativos Institucionales para “establecer una base común que oriente el trabajo colaborativo”. Un esfuerzo colaborativo por un currículo común La armonización curricular del Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro comenzó con la definición de competencias transversales para los programas de pregrado y posgrado de las carreras comprometidas.
Solange Aranzubia dice que estas competencias “constituyen los aprendizajes esperados que los y las estudiantes deben alcanzar al término de sus trayectorias formativas”. El trabajo colaborativo se llevó a cabo por una mesa de expertos conformada por las cuatro universidades, con apoyo de especialistas.
Según su director ejecutivo, Carlos Ardiles, la integración de competencias va más allá de lo teórico: “El enfoque del consorcio trasciende la enseñanza teórica, fortaleciendo la aplicación concreta de estas competencias en entornos reales”. Uno de los pilares del proyecto ha sido el desarrollo de una estrategia curricular conjunta con enfoque territorial y de género. Esta se ha traducido, en voz de Ardiles, en capacitaciones, talleres y metodologías activas como el COIL (Collaborative Online Interuniversity Learning), que permiten resolver problemas reales en equipos interuniversitarios. También se están promoviendo asignaturas electivas articuladas con los ecosistemas locales de innovación. La relación entre las universidades y el sector productivo ha estado marcada por una cierta distancia, dice Jacqueline Mateo. Son campos que muchas veces operan como esferas separadas, lo que limita la innovación y la empleabilidad de los egresados. Para abordar dicha brecha, el consorcio impulsa alianzas estratégicas con el sector productivo, que permitirán situar la formación académica en contextos reales.
Respecto a ello, Ardiles declara: “El proyecto reconoce esta brecha como una limitante estructural del modelo educativo tradicional”. Se han diseñado mecanismos para insertar a estudiantes y académicos en proyectos colaborativos con la industria y organizaciones sociales.
En sus palabras, “la innovación curricular funciona como puente estructural entre la formación académica y el entorno socioeconómico”. Además, el consorcio promueve becas de movilidad para que los estudiantes puedan conocer diversas realidades y compartir conocimientos con sus pares de otros centros educativos. “Esta iniciativa busca fomentar una respuesta colaborativa a las necesidades del sector productivo”, dice Mateo.
Solange Aranzubia resaltó que la armonización busca “integrar competencias transversales y específicas en I+D+i+e, promoviendo en los estudiantes una visión crítica, creativa y propositiva frente a los desafíos contemporáneos”. Esta formación integral y contextualizada fortalecerá la capacidad de los egresados para liderar procesos de transformación tecnológica y social. El modelo impulsado por el consorcio busca superar barreras tradicionales y preparar a profesionales con herramientas aplicadas, adaptados a las necesidades del mundo actual y comprometidos con el desarrollo sostenible. Cuatro universidades chilenas trabajan bajo un enfoque colaborativo para armonizar sus planes de estudio, adaptando sus programas a las necesidades actuales de innovación y emprendimiento científico-tecnológico. “El enfoque del consorcio trasciende la enseñanza teórica, fortaleciendo la aplicación concreta de estas competencias en entornos reales”. Carlos Ardiles, director ejecutivo Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro. Impactos transformadores en la formación profesional.