Autor: Por Rodrigo Garrido T.
“Hay que Resignificar y Democratizar el Cine Arte Alameda”
Dino Bozzi, arquitecto: Experto en patrimonio de la UC, responsable de la remodelación del Templo Votivo de Maipú, propone un concurso en el que “participe comunidad. A 12 — CLAUDIO CORTES Os primeros recuerdos de Dino Bozzi (47) en el edificio del recientemente siniestrado Cine Arte Alameda se remontan a los tiempos en que era el Cine Arte Normandie. Ahí vio “Cuchillo al agua” de Polanski y también estuvo en la última función de “El barón Munchausen”. Años más tarde compartió con Pedro Lemebel y sus Yeguas del Apocalipsis. Su vida se ha cruzado en distintos tiempos con el espacio cultural. “Nos mandaban de la escuela a ver el proyecto de arquitectura, y ahora que se quemó uno se da cuenta de que es bien precario, tiene mucha madera, estructuras livianas, etc. ”, dice el arquitecto y máster en Arquitectura, Historia y Proyecto.
El especialista, quien lideró la remodelación del Templo Votivo de Maipú después del terremoto de 2010 y profesor de la Escuela de Arquitectura y del Magíster en Patrimonio en la UC dice que el centro Alameda “es mucho más que un edificio, es una institución en la que depositamos juntos nuestros valores”. —Un símbolo... —En distintos planos.
Surge en un momento súper relevante de nuestra historia republicana, recién recuperada la democracia. —¿ Conectado a los nuevos tiempos?—Fue y sigue siendo innovador, un espacio de arte, no solo de cine, con una amplia entrada, donde se sacrifica parte importante del cine para dárselo al resto de la cultura. Ahí he visto expresiones de todo tipo: música, discusiones sobre arte, sobre cultura y de distintas miradas. Por eso duele.
No porque el edificio sea bonito ni por la estupenda pasarela de madera laminada, sino por todo lo demás... Si hasta he visto a señoras bordando ahí. —¿ Te gustaría participar en el proceso para reconstruirlo? —Seguro que sí, como todos los que tenemos algún interés en el asunto, en particular los arquitectos.
El colega Fernando Guarello se ofreció gratis y me parece muy bien, pero han aparecido voces pidiendo que sea un concurso de arquitectura, cosa que me parece interesante aunque es un edificio privado y no tiene Ninguna obligación de hacerlo. Quiero reivindicar la figura del concurso de arquitectura como modo de asignarse los proyectos y en particular uno como este.
Pero hay gente que critica los concursos. —¿ Por qué? ¿ Generan desconfianza los mecanismos de selección, los jurados?—Un concurso bien hecho debe tener un proceso de participación ciudadana previa que genera la formulación del tema: en este caso, qué es lo que queremos para el Cine Arte Alameda, ese espacio de formulación es muy relevante. Rechazar los concursos de arquitectura es una barbarie en el momento que estamos viviendo. Es el método más democrático de asignar proyectos.
Ves la oportunidad en esta coyuntura? —Dentro de lo atroz que es que se haya quemado, lo que se nos da es la oportunidad de preguntarnos qué es lo que queremos para un espacio tan importante, qué vida queremos que tenga, cuántos metros cuadrados tiene que tener, qué tipo de actividades se pueden hacer, etc. Se desarrolla incorporando a la comunidad.
“No es un problema de arreglar los palos que quedaron” —¿ Qué propones tú para recuperar el edificio? —Copiaría la idea de Roser Fort, tomando en cuenta que ese edificio se hizo en 1992, en pleno retorno a la democracia. Mantendría ese gran vacío en su entrada, donde la boletería es un detalle del hall y mantendría lo protagónico de ese puente donde tu puedes mirar al otro.
Ojalá hubiera algo de eso, y que el espacio no sea solo para la manga de intelectualoides a los que les gusta el cine húngaro, no solo para los representantes de la diversidad sexual ni de nadie. —En una de esas, es el momento para una cosa distinta. —Puede ser, pero un espacio que está a una cuadra de la Plaza de la Dignidad, ojalá nos pertenezca a todos. No tengo duda, por la historia del lugar, que esa reflexión la están haciendo en el cine hoy.
Este no es un problema de arreglar los palos que quedaron, es un momento de resignificar ese espacio y democratizarlo aún más, y en eso la arquitectura tiene mucho que decir. —¿ Cómo lo imaginas en 10 años? —Probablemente no va a ser igual, pero hoy es justo preguntarse cómo queremos que sea.
Si ese espacio sirvió, más allá de la perspectiva política de quienes lo construyeron, para ser un lugar de encuentro de distintas visiones del arte adaptadas a un momento relevante, entonces sí hay que preguntarse cómo queremos que sea para adelante, lo primero es preguntarle a la comunidad implicada.