Autor: ERNESTO AYALA
Las lecciones del veterano
Las lecciones del veterano Crítica de cine “F1” está producida y dirigida por el mismo equipo de “Top Gun: Maverick” (2022). “F1” Empecemos por lo evidente.
“F1” es una película producida por Jerry Bruckheimer, que podrá tener 81 años, pero sigue siendo el mismo hombre que produjo la saga “Los piratas del Caribe” (2003-2017), las dos “Top Gun” (1986 y 2022), “Armagedón” (1998) y “Pearl Harbor” (2001), entre otras cosas igualmente modestas. A Bruckheimer le gusta producir a lo grande, con mucho presupuesto, mucho fierro, mucha explosión, mucho color y mucho primer plano. Lo suyo es la velocidad, la acción y el espectáculo. Sus cintas no son exactamente territorio de matices morales, pero hay que reconocer su empuje y energía. La recién estrenada “F1”, entonces, está filmada y montada bajo sus leyes. No es exactamente fina, pero entretiene y convence, incluso cuando su punto de partida no parece del todo verosímil.
El excorredor de Fórmula Uno, Ruben Cervantes (Javier Bardem), maneja una escudería en crisis: las últimas temporadas han sido un desastre, la deuda acumulada ronda los 350 millones de dólares y su directorio quiere vender, si nada mejora, a final de año.
Su apuesta, para salir del entuerto, es algo difícil de creer: reclutar a Sonny Hayes (Brad Pitt), un piloto veterano, fuera del circuito hace décadas, un talento que prometía tomar la posta de Prost y Senna, pero que terminó desplazado por un brutal accidente, su afición al riesgo y la adicción a las apuestas.
Cervantes le pide a Hayes que solo saque un décimo lugar en lo que queda de temporada y haga equipo con la joven promesa de la escudería, Joshua Pearce (Damson Idris), que posee talento pero carece de experiencia. Hayes, hoy un lobo solitario, acepta. “F1” está producida, escrita, fotografiada y dirigida por el mismo equipo que produjo, escribió, fotografió y dirigió “Top Gun: Maverick” (2022): Bruckheimer, Ehren Kruger, el chileno Claudio Miranda y Joseph Kosinski, respectivamente. No es de extrañar el aire familiar que ambas comparten. Ambas retratan a hombres bajo mucha presión, en un ambiente altamente competitivo y tienen a un veterano enseñándole a un joven impetuoso cómo se hacen las cosas. “Maverick” tenía quizá algo más de densidad emocional, al incluir a un agónico Val Kilmer y una historia cruzada por la paternidad.
“F1” compensa con la forma en que transmite vívidamente el mundo de la Fórmula Uno y el encanto que despliega Brad Pitt, que es más reposado, más cool y más oscuro que el de Tom Cruise. Su persona cinematográfica comunica mejor la sensación de un hombre con un pasado fallido, incompleto, con una vena autodestructiva a la que ha sabido sobreponerse.
Tal como en muchos personajes que encarnó Clint Eastwood, el Hayes joven que no vemos en “F1” debe haber sido insufrible; el Hayes que seguimos a lo largo de la cinta, sin ser un santo, tiene valores que podemos respetar y querer. Con todo, no deja de ser llamativo cómo Bruckheimer et al. vuelven a insistir tan explícitamente en la lección del veterano al joven cuasiinfantil. En “F1”, Hayes es, por supuesto, de la vieja escuela, lleva su bolsa de fracasos a cuestas, pero ha logrado, mediante el foco y una vida estoica, casi monacal, conservar sus talentos intactos.
El joven Pearce, en tanto, vive con su madre, se viste como modelo de pasarela, pasa todo el día mirando el teléfono, no tiene interés en las mujeres ni en la mecánica y se aviene sin chistar a las exigencias de su mánager, un idiota solo interesado en las redes sociales. Será Hayes quien lo eduque en los rigores de la lucha, en la moral de lealtad a un equipo, en la astucia de la estrategia, en la necesidad de sacrificio por un bien mayor.
No es que haya algo malo en todo eso, ¿pero este es hoy el material de un blockbuster? ¿ No debiera este retrato caricaturesco causar abierta molestia en quienes se acercan a los 30? Mirando el éxito que han tenido tanto “Maverick” como “F1”, no parece ser el caso.
Una forma de entenderlo es que Bruckheimer acierta en su lectura del clima cultural: su reivindicación del macho maduro que, pese a sus fracasos, es capaz, como en el wéstern, de comportarse como un hombre de verdad, resuena más allá de quienes somos hombres o nacimos cerca de 1970.
La otra forma de mirarlo, complementaria, es que la juventud de los teléfonos inteligentes, extraviada en el ruido de los videojuegos y las redes sociales, está abiertamente necesitada de figuras masculinas que la orienten en los valores de la virilidad. Otros fenómenos culturales, hoy en curso, parecen apuntar en el mismo sentido. F1 Dirigida por Joseph Kosinski. Con Brad Pitt, Damson Idris y Javier Bardem. Estados Unidos, 2025,155 minutos. En cines. ACCIÓN/DRAMA.