Autor: Francisco Darmendr. Periodista UdeC Magíster en Historia Empresarial Económica y
COLUMNAS DE OPINIÓN: Natalicio de Bernardo O'Higgins
COLUMNAS DE OPINIÓN: Natalicio de Bernardo O'Higgins Cada 20 de agosto, el natalicio de Bernardo O'Higgins Riquelme no solo invita a recordar al héroe militar y estadista, sino también a reflexionar sobre los gestos que cimentaron nuestra identidad republicana.
Uno de los más significativos ocurrió aquí, en la Región del Biobío, cuando Bernardo O'Higgins, en su calidad de Director Supremo, firmó la Declaración de la Independencia de Chile en los Morrillos de Perales de Talcahuano, el 1 de enero de 1818. Con su proclamación solemne en la entonces Plaza de Armas de Concepción, espacio que desde entonces lleva con justicia el nombre de Plaza de La Independencia. Este acto, más allá de su dimensión simbólica, fue un gesto político calculado. O'Higgins comprendía que la independencia no se consolidaba solo con victorias militares, ciones de liderazgo. O'Higgins entendía que la independencia era un proceso, no un evento único, y que requería unidad, visión y sacrificio personal.
En tiempos donde la política se ve muchas veces atrapada en intereses inmediatos, su decisión de proclamar la independencia en Concepción y luego retirarse por el bien de la nación coNatalicio de Bernardo O'Higgins Francisco Darmendrail Periodista UdeC Magíster en Historia Económica y Empresarial sino con actos públicos que afirmaran la soberanía ante el pueblo y la comunidad internacional. Escoger Concepción, ciudad estratégica y bastión patriota en la guerra, fue una señal clara: el sur era protagonista y garante de la libertad. Su figura, sin embargo, no se reduce a este momento. O'Higgins fue un líder complejo, con virtudes y contradicciones. Como Director Supremo impulsó la educación, el comercio y la modernización del Estado, pero también ejerció un poder centralista que le granjeó opositores. Su abdicación en 1823 y posterior exilio en Perú evidencian un rasgo poco frecuente: la disposición a apartarse para evitar un quiebre interno, aunque ello significara abandonar su patria para siempre. Hoy, dos siglos después, su legado interpela nuestras nobra un sentido renovado. Recordarlo no es solo rendir homenaje al pasado; es preguntarnos qué actos fundacionales estamos dispuestos a realizar hoy para garantizar un Chile más libre, justo y unido. La Plaza de la Independencia sigue allí, como recordatorio permanente de que la libertad se conquista, pero también se cuida..