La Barros Luco y esos niegan a recuerdos que se morir
La Barros Luco y esos niegan a recuerdos que se morir uando estudiaba en la Escuela Ramón Barros Luco casi siempre me iba a dejar mi mama. Pero un dia me tuve que ir sola. Cursaba Tercero Básico y sabia bien el camino: tome la "O", me baje en Colon con Uruguay y camine hasta Victoria. Sin mucha conciencia de la hora -ingresaba a las 13.30 no entre al tiro al edificio y me quede afuera mirando al vendedor de dulces, quien para hacer más atractivo su negocio, tenía una ruleta. Por una moneda podías girarla y llevarte una sorpresa; un cachivache de poca importancia, pero que sin duda era un tesoro para la ganadora. Se me pasó el tiempo observando el juego y los pequeños regalos, y llegué atrasada. Nunca le confese a mi mamá lo que había pasado y le eché la culpa a la micro. El vendedor era un personaje típico del Barrio Almendral. Siempre con delantal azul y jockey, se instalaba a diario por la puerta de Victoria y ofrecía a viva voz sus productos y juegos.
La última vez que lo vi tenía un puesto en Uruguay; me llamó la atención que siguiera en el sector, sobre todo después del terremoto del 2010 que dejó inutilizable el edificio de la Barros Luco. Han pasado 15 años desde la clausura y la escuela sigue abandonada. Varios dias de la semana paso por ahí rumbo a mi trabajo y siempre me da pena verla así. Enrejado, sin ventanas, con maleza asomándose por las grietas que le dejó el terremoto. Han intentado recuperarla varias veces, pero los proyectos fracasan por falta de presupuesto. Mientras, sus alumnas y profesores pasan de un edificio a otro a la espera de que por fin la escuela sea restaurada. Estudié ahí de kinder a tercero básico en los '80.
Me cambiaron de colegio luego del terremoto de 1985 que no le hizo tanto dano a la estructura, pero obligo a dividir la jornada en tres; a mi me toco el peor horario (de 11 a 15.20 horas), así que mis papas prefirieron llevarme a otro lado. La verdad es que el cambio no me generó tristeza, nunca me gustó mi profesora jefe: era barrera y siempre meretaba. Una vez incluso me dejo sin recreo y no pude ir al baño. Pero si me dio pena no entrar más al edificio, recorrer los pasillos, las escaleras, el gimnasio, los baños del kinder.
O ingresar al teatro, que servia de sala los dias de temporal y alguna vez recibió a un mago porteño-por casualidad despues descubri que vivia cerca de mi casaque ofrecio el show más maravilloso que puedo recordar. LA MEJOR tio del establecimiento. Hace unos años, un grupo de exalumnas, liderado por Isabel Soto, inició una campaña para recuperar la escuela. Golpearon distintas puertas, hicieron protestas y gracias a todo el esfuerzo realizado, lograron avances. Pero siempre hay algo que detiene el proyecto de restauración; otro sismo, un amago de incendio, robos, la quiebra de la empresa constructora, la escasez de recursos, la deuda del ministerio.
Quienes no entienden la necesidad de mantener el patrimonio arquitectónico de una ciudad -la escuela fue declarada Monumento Nacional el 2003soslayan que cuando un edificio se pierde, por la razón que sea, no solo desaparece de la ciudad, sino que de a poco se borra de la memoria común y la historia escrita entre muchas en una manzana del barrio El Almendral queda trunca.
Por mucho que continue en otro edificio, nunca será lo mismo que en aquella Escuela Palacio, construida -paradójicamentecomo parte del plan de reconstrucción luego del terremoto de 1906.0 LA FANTASMA La escuela tiene una terraza desde donde se puede ver toda la ciudad. Un espacio hermoso, de piedra rojiza, donde solíamos hacer educación física. Los días ventosos era difícil ejecutar los ejercicios, porque el pelo se pegaba en la cara y no veías nada.
Recuerdo perfecto que nos tenían prohibido ir a un sector que se encontraba bloqueado, la version oficial era que lo estaban arreglando, y otra -mucho más crefbledecía que por ahí andaba el fantasma de una exalumna. Las estudiantes más grandes tenian la misión de traspasar la historia a las mas chicas, que no podían ocultar el miedo al conocer la historia. Yo era una de ellas, asi que nunca me acerque a la zona prohibida.
Sobre aquel mito hay varias teorías, una se la of a un trabajador del barrio, quien comentó que la muerta se lanzó desde la terraza de la escuela porque su familia no aceptaba a su pololo. "Se mató por amor", decía el mito. En YouTube hay un video donde supuestamente se ve la figura de la niña que todavía deambula por el paLa escuela tiene una terraza desde donde se puede ver toda la ciudad. Un espacio hermoso, de piedra rojiza, donde solíamos hacer educación física. Los días ventosos era difícil ejecutar los ejercicios, porque el pelo se pegaba en la cara y no veías nada..