COLUMNAS DE OPINIÓN: Todo tiempo pasado fue mejor
COLUMNAS DE OPINIÓN: Todo tiempo pasado fue mejor Marco López Aballay, Escritor Contacto: edicionesdelfin@yahoo.es @edicionesdelfin marcolopezcultura@gmail.com Todo tiempo pasado fue mejor Ahora que leo relatos y cuentos de un concurso de historias rurales, me doy cuenta que la mayoría de los autores participantes apelan a que `todo tiempo pasado fue mejor', exponiendo con estilo y elegancia sus días de infancia y juventud en el campo: juegos, comidas, historias, leyendas, caricias, amores, peleas, aventuras, juguetes, paseos de media tarde, fiestas, vacaciones, religiosidad, aniversarios, cumpleaños, animales, escuela, amistades, familia y tantas situaciones que, de alguna u otra manera, idealizan y miran con nostalgia ahora que el tiempo ha transcurrido y ha pasado mucha agua bajos los puentes de sus existencias. En lo personal considero que toda niñez es linda, principalmente la rural, donde los días transcurren plácidamente mientras afuera, lejos de aquí, el mundo se cae a pedazos. Al menos así me sucedía en Petorca, mi pueblo natal. Un territorio alejado de las grandes urbes y tragedias del siglo XX.
A través de la televisión nos enterábamos de las desgracias del mundo: atentados terroristas, guerra entre Irán e Irak, hambruna en África, la Guerra Fría, asesinos en serie, dictaduras militares y tantas tragedias que asimilábamos a películas de terror con una extraña mezcla de ciencia ficción.
Nuestros días transcurrían apacibles y felices me atrevería a decir: juegos en el poste de luz, las escondidas, saltar la cuerda, el trompo, correr tras la pelota, besarnos -y tocarnosen la oscuridad lejos de la vista de nuestros padres, de Dios, de la Virgen y de los Santos que permanecían dentro de la iglesia de Petorca. El invierno nos parecía un acuario gigante donde el agua nos hacía señales apocalípticas e imaginábamos que, temprano o tarde, llegaría el diluvio con un castigo eterno por nuestros pecados.
Así también el verano nos parecía una fiesta gigante donde todos/as estábamos invitados: el río, la piscina, los cerros, el festival de Petorca, la plaza (donde dábamos vueltas y vueltas sin llegar a ninguna parte). Las visitas de nuestros primos santiaguinos que traían las últimas novedades: jockey con luces de colores que prendían y apagaban como árboles de pascua, poleras con el rostro de Chavo del Ocho, el Kiko o don Ramón, zapatillas Adidas, Power, Diadora, bluejeans con bolsillos en forma de U, chaquetas de cuero, zapatos Puma, música en inglés, video clips en blanco y negro.
La escuela la veíamos como un segundo hogar, aunque en ocasiones los profesores nos tiraban las orejas, nos golpeaban la cabeza con sus anillos gigantes o nos decían `tontos flojos y hediondos'. Así también la iglesia nos parecía una burbuja dentro del cosmos donde volábamos entre estrellas, santos, cruces de metal, padrenuestros y Ave María, aunque desde algún rincón nos espiaba el maligno con sus llamas olor a azufre. El hospital era nuestro tercer hogar donde las enfermedades acariciaban los cuerpos y se entrometían en nuestros pensamientos afiebrados.
A pesar de aquello y lo otro, esos días me parecen como de ensueño, los idealizo desde la distancia y les guiño un ojo. ¿Pero qué tan efectivo es aseverar que todo tiempo pasado fue mejor? Porque ahora si nos fijamos bien, tenemos tecnología, agua potable, luz eléctrica, Internet, televisión en colores, celulares, IA con la cual podemos crear obras de arte o grandes trabajos de investigación.
Tenemos Google a nuestro servicio, pagamos las cuentas y transferimos online, nos comunicamos con personas de todas las partes del mundo, las distancias entre pueblos y ciudades se acortan, la mayoría de los hogares poseen al menos un vehículo, los jóvenes no tienen hijos, podemos amar con libertad a un hombre, una mujer o a ambos. Hay para todos los gustos. Aunque falta mucho todavía, creo que vamos por buen camino. De acuerdo a lo anteriormente expuesto, en ocasiones dudo si todo tiempo pasado fue mejor. Quizás esté equivocado, puesto que tiempo pasado es emoción, descubrimiento, sueños, energía de niño y joven que se vive y experimenta solamente una vez en la vida. De ser así, supongo que los niños y jóvenes de hoy sentirán nostalgia de este, su tiempo actual. En el futuro hablarán de la IA, los celulares, los juegos online, y como nosotros, los viejos de hoy, se horrorizarán -o sorprenderáncon las nuevas tecnologías y comportamientos de una sociedad futura. La historia se repite. Nadie queda fuera..