La vida se hace fecunda en la medida en que se da
La vida se hace fecunda en la medida en que se da 5" DOMINGO DE CUARESMA CICLO B La vida se hace fecunda en la medida en que se da "Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto" (Juan 12,24 ) PBRO. NELSON CHÁVEZ DÍAZ PBRO. NELSON CHÁVEZ DÍAZ Texto completo: Juan 12,20-33.1. El deseo de ver a Jesús.
La primera parte de esta perícopa (Juan 12,2022) presenta a un grupo de griegos que habían participado de la fiesta de Pascua en Jerusalén; es allí cuando se contactan con Felipe y le manifiestan el deseo de querer ver a Jesús. Felipe no les presenta directamente a Jesús sino que acude a Andrés y juntos van donde Jesús. Felipe nos recuerda el pasaje de Juan 1,45 cuando éste invita a Natanael a ver a Jesús. Sin embargo, aquí el texto nos dice que fueron los griegos quienes por propia iniciativa desean ver a Jesús. Pero Felipe busca a Andrés para que juntos vayan donde Jesús. Detrás de este episodio subyace las dificultades que tuvieron las primeras comunidades para dar el paso de anunciar el evangelio al mundo de los paganos. 2. Una respuesta desconcertante de Jesús. Jesús responde a sus discípulos hablándoles de la "hora" del Hijo del hombre. Esta hora" dice relación con el acontecimiento de su muerte y resurrección al que Juan designa como momento de la glorificación. Para darse a entender de sus discípulos Jesús recurre a dichos o sentencias que describen imágenes de la naturaleza.
Cuando habla del grano de trigo que debe morir para germinar está usando esta imagen para describir la manera en que debe vivir su vida el creyente en Jesús: no guardarse la vida para sí mismo sino dar y entregarla; lo mismo dice Jesús cuando habla de que hay que desapegarse de esta vida para ganar la vida eterna.
Como lo ha afirmado el documento de Aparecida: " La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad (... ) la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros" (N* 360). Por eso es que Jesús también enlaza su enseñanza el seguimiento y el servicio. Ser discípulo de Jesús implica colaborar en la tarea de Jesús, sirviendo hasta el don máximo de la vida, viviendo así también la experiencia de la pasión, muerte y resurrección.
Otra imagen que amplía la misma idea es la afirmación: donde Yo esté estará también mi servidor (12,26 ) que indica la permanencia del discípulo con el Maestro cuando éste se deja llevar por el mismo Espíritu de Jesús, es decir, con entrega y amor. 3. La angustia de muerte de Jesús.
Jesús sabe que su entrega de la vida como don total y como signo de la fidelidad al Padre le acarreará una muerte violenta; sus gestos de transgresión ante las instituciones judías (el sábado, el templo) finalmente le costarán la vida. La tentación es a huir, a querer librarse del destino mortal. Sin embargo, Jesús decide afrontar la situación. Aunque su condición de hombre se revela en contra de la muerte, Jesús sabe que el desgarramiento que produce la muerte es el inicio de la vida plena y definitiva. La "hora" de la que nuevamente habla Jesús es el momento en que el mal se hace más denso y logra un triunfo momentáneo.
Jesús no se deja llevar ni abatir por su sentimiento de angustia sino que acude a su Padre para indicar que acepta su destino y que en su gesto supremo de entrega de la vida se lleve a cabo la "glorificación", es decir, que el Padre lo siga amando fielmente.
La confirmación viene desde el cielo y manifiesta que el Hijo ya ha sido glorificado desde el momento de la encarnación (Juan 1,14) pasando por sus signos milagrosos (2,11) y ahora será la consumación de esa gloria a través de la cruz y la posterior resurrección. 4. Ante el misterio del sufrimiento.
Enfrentarnos al sufrimiento en sus diversas manifestaciones (enfermedad física, conflictos relacionales, pérdidas de seres queridos, desastres naturales, injusticias, la muerte, etc. ) nos hace preguntarnos por el sentido no solo de la vida sino también preguntarnos por el rol que juega Dios en esa experiencia.
Los cuestionamientos a Dios parecen inevitables: Si Dios es un Dios bueno y providente, ¿por qué permite el sufrimiento de los inocentes? ¿ Acaso es impotente para poder extirparlo de la condición humana? Si Dios lo ha creado todo, ¿por qué también ha hecho posible el sufrimiento? Estas interrogantes no son preguntas teóricas. Al contrario, son reclamos y quejas dolorosas y lacerantes que se hacen precisamente cuando experimentamos el misterio del sufrimiento en carne propia. Jesús también experimentó el misterio del sufrimiento. La perícopa del evangelio de Juan, afirman algunos especialistas, equivale a la escena sinóptica de la agonía de Jesús en el huerto. Jesús se ve enfrentado a un destino del cual pudiera liberarse por sus propias fuerzas, pero sin embargo, lo acepta y lo consiente voluntariamente.
Pareciera ser que en sus palabras logramos intuir una protesta y una rebeldía: "¿ Y qué dire: Padre, líbrame de esta hora?" (Juan 12,27 ). Sin embargo, su actitud es de comunión profunda con su Padre. Jesús, al igual que todos nosotros, elige la manera en que enfrenta su propio sufrimiento. Y nos muestra un camino para que cualquier persona pueda seguirlo.
Porque aún incluso cuando un sufrimiento pueda alcanzarnos en la vida de manera insoslayable e irrevocable, todavía permanecemos como seres libres para elegir de qué manera enfrentamos esa experiencia, si con entereza y decisión o con desesperación y rabia. Jesús no enfrentó el misterio del sufrimiento con resignación ni tampoco lo hizo estoicamente ni menos pretendió vivirlo como un héroe.
Sintió angustia y tristeza ante lo absurdo, como todos nosotros, y tal vez, como muchos de nosotros, no lo logró entender; pero eligió darle un sentido y asumirlo con dignidad y amor y con una íntima confianza puesta en su Padre.
Tal vez por esto mismo Victor Frankl a propósito del sentido del sufrimiento escribió: "Cuando uno se enfrenta con un destino ineludible, inapelable e irrevocable (una enfermedad incurable, un cáncer terminal... ) entonces la vida ofrece la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo: sufrimiento. El valor no aceptar el reside en el sufrimiento en sí, sino en la actitud frente al sufrimiento, en nuestra actitud para soportar ese sufrimiento" (El hombre en busca de sentido). ca de sentido)..