EDITORIAL: LA SEMANA POLÍTICA
EDITORIAL: LA SEMANA POLÍTICA Con buenas expectativas de llegar a la Presidencia, distintos sectores de oposición, especialmente de centroderecha, han levantado la urgencia de alcanzar una mayoría parlamentaria.
Y es que pese al acentuado carácter presidencial de nuestro régimen político, existen fundados temores de que el oficialismo, en caso de perder, ejerza una oposición desde el Congreso y "la calle" que comprometa la gobernabilidad, tal como le sucedió al Presidente Sebastián Piñera.
La situación que se vive en la comuna de Santiago solo contribuye a acrecentar las aprensiones, puesto que tras perderse la alcaldía liderada por el Partido Comunista se ha desatado un creciente extremismo en sus recintos estudiantiles, especialmente dirigido contra el alcalde de centroderecha Mario Desbordes.
Esta es una imagen clara de que parte importante de la izquierda parece no haber tenido mayor aprendizaje, y que en caso de no ganar las elecciones presidenciales procurarán desestabilizar al nuevo gobierno elegido, independientemente de si el ganador es Matthei o Kast. La arraigada idea de que sectores de centroderecha o de derecha sencillamente no pueden gobernar es una estrategia antidemocrática a la que, pareciera, no están dispuestos a renunciar.
Así, quien asuma y no sea de su agrado seguramente se verá sometido desde el primer día y por distintos medios a una fuerte campaña en su contra (incluyendo la "calle") y se lo motejará de "extremo", más allá de su discurso o de sus propuestas.
Durante esta administración, pese a lo áspero que se ha tornado el debate político nacional -- sobre todo comparado con el de la primera década de este siglo--, la posición minoritaria del actual gobierno en el Congreso no le ha impedido sacar adelante relevantes proyectos.
Estos, modificados por la negociación propia del debate democrático y más allá del legítimo juicio sobre su contenido, son hoy el eje del legado del Presidente Boric y una buena parte de la plataforma de su candidata presidencial. También el Ejecutivo ha debido acudir en reiteradas oportunidades al apoyo opositor para impulsar su agenda de seguridad, máxima prioridad ciudadana, ante la resistencia de sus propios parlamentarios.
Otro ejemplo de esto último ocurrió esta semana en el Congreso al aprobarse una nueva prórroga, impulsada por el Gobierno, del estado de excepción en la macrozona sur, pese a que la gran mayoría de los parlamentarios comunistas votaron en contra o se abstuvieron.
En fin, tras el resultado de las primarias y la debacle del Socialismo Democrático, se ha agudizado esa sensación de que los espacios de colaboración con mayor razón desaparecerán en una futura oposición en que predomine el Partido Comunista y otros sectores extremos de la izquierda.
De ahí el apremio por alcanzar una representación parlamentaria que asegure la gobernabilidad, permita impulsar proyectos legislativos que contribuyan a sacar al país del estado de decaimiento que ha caracterizado su trayectoria desde el estallido de 2019, y sirva para enfrentar --con la legalidad-cualquier nuevo intento por derribar o impedirle en los hechos gobernar a un presidente que se identifique con la derecha.
LA SEMANA POLÍTICA Una mayoría para dar gobernabilidad La situación que se vive en la comuna de Santiago, en que tras perder la alcaldía liderada por el Partido Comunista se ha desatado un creciente extremismo en sus recintos estudiantiles dirigido contra el alcalde Mario Desbordes, solo contribuye a acrecentar las aprensiones. El recurrir a expresiones como "no se preocupen, en mi gobierno no les van a expropiar nada", lejos de producir el efecto buscado, vuelve a revivir en muchos los peores fantasmas.
Sin programa y equipos técnicos Transcurrido casi un mes de la elección de Jeannette Jara en las primarias, su candidatura sigue sin programa de gobierno --llamó a un "reseteo" del mismo-y sin conseguir que se integren a su comando equipos que les den solidez técnica y credibilidad a sus propuestas.
Al irse consolidando la idea de que las posibilidades de ganar en diciembre son bajas --de hecho, varias encuestas muestran que se amplía la diferencia con Matthei o Kast en una eventual segunda vuelta--, resulta poco atractivo que profesionales exitosos que no tienen ambiciones parlamentarias se comprometan con una candidatura que tiene pocas posibilidades y que, además, es liderada por el Partido Comunista.
Hasta ahora Jara ha podido sortear en parte los debates apelando sobre todo a su simpatía y trayectoria personal, pero cada vez será más difícil eludir la ausencia de un proyecto común que integre a los distintos partidos que la apoyan. Y es que el interés parlamentario parece ser la principal preocupación, lo que permite entender el controvertido apoyo DC de ayer.
El recurrir a expresiones como "no se preocupen, en mi gobierno no les van a expropiar nada", lejos de producir el efecto buscado, vuelve a revivir en muchos los peores fantasmas del pasado, cuando gobernó la izquierda que adhería al marxismo. Tampoco ayuda a ampliar su base electoral el reiterar una y otra vez declaraciones como "yo nací en cuna de mimbre, no en cuna de oro" y otras semejantes.
Es demasiado notorio el efecto que se persigue con la idea de fijar el debate en "el eje arribaabajo, es decir, pueblo-élite", que según confesó su jefe programático en las primarias está en el centro del conflicto que se intenta enfatizar en la campaña.
Una apelación trasnochada de la idea de lucha de clases que ha recorrido gran parte de su discurso hasta ahora, en que lo decisivo es "que la vida hoy está marcada por el abuso" y que si alguien no alcanza el bienestar es por culpa de una élite abusadora que se lo impide. Lo que sería sorprendente es que este eje de la campaña, encabezada por una candidata comunista, cambie sustancialmente.. - -