Autor: GERARDO VARELA
Columnas de Opinión: “Comportamiento estratégico”
Columnas de Opinión: “Comportamiento estratégico” Un sabio dijo que un eufemismo es un diseño humano para esconder los horrores de la realidad. Así, en vez de decir que alguien murió, preferimos decir “pasó a mejor vida”. Los comunistas han sido siempre expertos en el arte de cambiar el lenguaje.
Al muro de Berlín que encerraba a los alemanes orientales le denominaban la muralla antifascista, porque la presentaban como una mera ofendícula de protección contra la invasión capitalista y no como un muro penitenciario que evitaba la fuga de sus ciudadanos. La especialidad comunista está en minimizar sus ofensas y maximizar las que sufren, así ellos no asesinan, sino que ajustician, y cuando son ellos las víctimas no sufren de violencia, sino que padecen un genocidio.
Orwell, tras su conversión desde el comunismo que se produjo cuando los conoció en la guerra civil española, en su libro “1984” denunció la práctica totalitaria comunista de distorsionar el lenguaje, creando lo que denominó la “neolengua”, donde una entidad estatal le cambiaba nombre a todo para edulcorar la mentira y la violencia.
Por eso la candidata Jara, una bien entrenada militante comunista, para referirse a la dictadura cubana habla de “una democracia diferente” y a la expropiación de la minería la denomina “nacionalización” y cuando los periodistas le enrostran que apoyó los retiros previsionales, los acusa de ser muy literales. Este lenguaje ha invadido nuestra vida cotidiana y modificado el lenguaje para hacerlo menos claro. Así, un vagabundo se transformó en una persona en situación de calle; un cesante, en una persona en búsqueda de empleo, y a nadie lo echan de la pega, sino que lo desvinculan.
En la comisión de Educación de la Cámara de Diputados esta semana, a propósito de la discusión del caro, injusto e innecesario proyecto de reemplazo del CAE denominado FES, al ministro de Educación le representaron el problema de los cientos de chilenos que falseaban sus datos económicos para calificar para la gratuidad universitaria. Él contestó que efectivamente se había detectado un “comportamiento estratégico” de parte de ciertas personas para acceder a un beneficio que de otra manera no tendrían.
En castellano, personas que mienten para robarles a los chilenos que pagan sus impuestos, nuestro ministro comunista lo denomina “comportamiento estratégico”. Por supuesto planificar un robo supone cierta estrategia, pero cuando un grupo de facinerosos roba un banco, no los perseguimos por tener un “comportamiento estratégico” inadecuado, sino que por ladrones. Uno de los problemas de Chile es la pérdida del sentido de autoridad. Entre otras razones, porque no decimos las cosas por su nombre.
Los miles de funcionarios públicos y cientos de doctores que les roban a todos los chilenos cobrando sueldo al Estado con licencias médicas falsas, mientras andan de vacaciones o en el casino, no están teniendo un “comportamiento estratégico”, están robando y por eso deben ser despedidos sin segundas oportunidades, como gentilmente le concedió a uno de ellos el director de bibliotecas, gentileza que por supuesto hace con plata del resto de los chilenos. Así no cuesta nada ser misericordioso. Y este “comportamiento estratégico” se produce en todo orden de cosas.
El ministro Elizalde incumpliendo sus deberes legales tratando que no voten los extranjeros; el ministro Marcel en Sofofa, mostrando un PIB per cápita trucho usando como base las personas económicamente activas (menores y mayores valen hongo para el ministro); el Gobierno persiguiendo a la mina Dominga, para encubrir las especulaciones inmobiliarias de la familia de Bachelet so pretexto de proteger el medio ambiente; el FES creando un impuesto inconstitucional para los egresados universitarios, y suma y sigue. Vivimos en una suerte de espejismo, donde el Gobierno demuestra una excelencia encomiable en una sola disciplina: disimular su incompetencia y su elusión constitucional detrás de una nube semántica. Para que exista una convivencia lingüística civilizada, hay dos extremos del lenguaje que deben evitarse.
Los eufemismos extremos que impiden llamar a las cosas por su nombre, como las que hemos referido más arriba, y la extrapolación hiperbólica de expresiones triviales para crear amenazas donde no existen, como asumir que el acto normal del Poder Ejecutivo de gobernar por decreto dentro del margen de la ley sea interpretado como una suerte de gobierno de facto que prescindirá del Congreso en aquellas materias que le corresponde legislar. n. Al ministro de Educación le representaron el problema de los cientos de chilenos que falseaban sus datos económicos para calificar para la gratuidad universitaria. Él contestó que efectivamente se había detectado un “comportamiento estratégico” de parte de ciertas personas para acceder a un beneficio que de otra manera no tendrían.