Enseñar en plenitud: Entrenar el cuerpo y la mente del Educador
Enseñar en plenitud: Entrenar el cuerpo y la mente del Educador El deportista de elite, el atleta profesional, antes de participar en una competencia formal, se somete voluntariamente a un proceso de entrenamiento físico, técnico y estratégico. Resultaría poco probable también, que una bailarina de ballet o un actor consagrado, no ensayaran disciplinadamente antes de salir al escenario. Tal preparación del cuerpo y de la mente, permiten y facilitan al deportista y al artista el logro de sus metas.
Ahora bien, ¿qué hay del profesor?, ¿debería el docente preparar el cuerpo y la mente antes de su práctica profesional en el aula?, incluso más allá, ¿debería el Maestro someterse a un entrenamiento físico e intelectual con la finalidad de la mejora? Aunque en la labor educativa predomina más el uso de la razón y el intelecto (la capacidad técnica/ el saber hacer), enseñar también involucra la utilización o el accionar de cuerpo.
Un mal estado del cuerpo, una mala salud, no son compatibles con la exigente tarea de guiar diariamente el desarrollo integral de los estudiantes, negociar constantemente con la familia de estos e inclusive lidiar con las asperezas de la personalidad y/ o malas prácticas de algunos colegas. Por lo tanto, el profesor debe estar y sentirse saludable en lo físico como requerimiento elemental para su correcto desenvolvimiento profesional. De esta forma, el educador debe procurar el cuidado de su cuerpo a través de una correcta nutrición, rutinas de entrenamiento físico o deporte y una adecuada higiene del sueño.
Un profesional de la educación debilitado, carente de la fuerza y el entusiasmo propio de un cuerpo sano y preparado, no podrá hacer frente de forma satisfactoria y extendida en el tiempo a las altas exigencias de quehacer educativo. Ahora bien, si se debe preparar el cuerpo, también se debe preparar la mente. La salud mental no debe abandonarse a los designios de la espontaneidad y sólo considerarse posterior a un conflicto. De la misma manera en que hay que prevenir para el cuerpo, hay que prevenir para la mente.
La calidad del autoconcepto, la calidad de las relaciones interpersonales, la calidad de lo que leemos, de lo que vemos y escuchamos (la nutrición de la mente), la sustancia de nuestro pensamiento; todo debe tributar a una mente saludable.
Sólo una mente saludable, emanada de un cerebro sano, estará totalmente habilitada para pensar eficazmente, atender a la complejidad que representa educar a otras mentes y moldear a otros corazones, únicamente una mente sana es verdaderamente afectiva y creativa. El es verdaderamente afectiva y creativa. El entrenamiento de la mente va más allá de Boris Albert la aplicación del intelecto y las funciones Psicopedagogo y Educador ejecutivas en la obligatoria planificación diferencial pedagógica.
El entrenamiento de la mente considera, además, ejercicios de reflexión continua de la propia praxis, ensayos previos de clases e intervenciones, diseño y producción de material para los estudiantes, la investigación personal y la especialización e incluso la propuesta de nuevas formas, nuevos métodos de enseñar y aprender. Desde luego, el profesor actual no está obligado a entrenar su cuerpo y preparar su mente. Algunos considerarían estas cuestiones, asuntos propios de la vida privada y la intimidad. Sin embargo, cuando el bienestar del cuerpo y de la mente son elementos condicionantes positivos o negativos del ejercicio profesional, estos deben considerarse. El educador debe cuidarse, debe velar por su integridad física y emocional. El sistema educativo no lo hace, el docente debe hacerlo por sí mismo. En mi Escuela, habrá espacios dedicados exclusivamente al ejercitamiento físico, cuidado del cuerpo y que además favorezcan la preparación mental y el bienestar emocional de todo el profesorado. La escuela será un lugar digno finalmente para todos. lugar digno finalmente para todos..