Infancia sin lugar
Infancia sin lugar M ientras se desploma la tasa de natalidad en nuestro país, crece de forma insospechada la cantidad de niños vulnerados que requieren protección del Estado. Según datos del Servicio de Protección Especializada, desde octubre de 2023 todos los meses nacen menos niños en comparación con los derivados por los tribunales al sistema de protección. Desde la creación del servicio en octubre de 2021, los NNA en residencias han aumentado de 4.457 a 5.041. En el último semestre, las licitaciones han aumentado las plazas a 48.723, con el fin de absorber las listas de espera existentes.
Sin contar los problemas de salud mental que padecen cada uno de los niños vulnerados, estén o no en residencias, el sistema tiene alrededor de 45 NNA internados psiquiátricamente todos los días, con un costo mensual aproximado de 33 millones de pesos por niño. Todos los demás, difícilmente han podido ser tratados o atendidos: a abril de 2025, la lista de espera del programa de diagnóstico era de 8.355 NNA.
Normalmente estas cifras son utilizadas políticamente para dar cuenta de la incapacidad del gobierno de turno para hacerse cargo del problema, pero poco se habla de la lógica que el propio Estado, en sintonía con el individualismo cultural, promueve a través de sus políticas públicas.
Ciertamente, el hecho de que nazcan menos niños y, a la vez, aumente el número de niños vulnerados, no es una mala coincidencia o una brutal paradoja, sino el resultado de contextos familiares y comunitarios cada vez más frágiles y despojados de afecto.
Si la decisión de tener hijos se presenta sólo como un proyecto de autorrealización personal, o un ejercicio propio de la autonomía, no extraña que cuando esa experiencia no se ajusta a las expectativas o no se desea desde un inicio, el niño nacido sea visto como una carga indeseada, más que como un ser humano digno de amor y respeto. ¿Cómo hacerles comprender o valorar a los padres de aquellos niños vulnerados que esa vida indefensa es tan digna como cualquier otra, cuando se apela exclusivamente a la autonomía sobre el propio cuerpo con indiferencia de la vida que ahí se gesta? ¿ Cómo abordar desde la prevención las contradicciones que genera un niño nacido contra la voluntad de sus padres? ¿ Cómo superamos desde la educación las diferencias de cuna, si estas no son sólo materiales, sino de cariño y cuidado? Podemos aumentar los recursos, mejorar los sistemas de adopción, de familias de acogida y las residencias de cuidado alternativo. Podemos generar nuevas capacidades en salud mental y poner urgencia en terminar con las listas de espera.
Pero no resolveremos la crisis de la niñez si desde el propio Estado, seguimos promoviendo una lógica individualista que olvida que los niños son también un regalo --a veces no esperado--, y no siempre una mera elección. Infancia sin lugar Francisca Figueroa IdeaPaís "No resolveremos la crisis de la niñez si seguimos promoviendo una lógica individualista"..