"Me chocó que Soublette dijera que fue nazi por amor"
"Me chocó que Soublette dijera que fue nazi por amor" El escritor Álvaro Campos. L a muerte de Gastón Soublette (hace solo unos días) no impidió que Álvaro Campos pusiera el dedo en la llaga del progresismo ecologista.
Con sarcasmo y memoria pertinaz, el autor evocó el pasado nazi del esteta y musicólogo viñamarino, desafiando la imagen consensuada de un "sabio de la tribu" vestido con poncho, retirado en Limache, convertido en un adjetivo. "Se fue don Gastón Soublette, un infunable, como Felipe Avello", escribió en su cuenta de Facebook. Y añadió: "Él declara que se hizo nazi a los 20 años, es decir, alrededor de 1947, dos años después de que comenzaran los juicios de Núremberg. Ni siquiera había que esperar estos terribles juicios para tener una mínima posición ética frente a esa ideología. Se sabe que «Mi lucha», de Hitler, ya estaba disponible en América Latina desde fines de la década del treinta, y la carnicería que vendría ya estaba explícita en ese libro. Sentirse ajeno a este escándalo moral o contrario a él me parece que supera el simple entusiasmo del enamoramiento". Detractor de la corrección política, Campos es un escritor atípico en Chile. Comerciante de profesión y formado en Historia y Filosofía en la Universidad Católica de Valparaíso, combina la reflexión intelectual con la experiencia práctica de administrar un pequeño negocio en Pudahuel, donde escribe mientras vende víveres. Su obra, construida a partir de fragmentos y registros, ofrece una mirada personal y conjeturas originales sobre asuntos de toda índole.
Finalista del Premio Municipal de Santiago por «Diarios» (Laurel, 2022), en su más reciente libro, «Negocio familiar» (Planeta, 2025), traza un retrato de las condiciones materiales y simbólicas del trabajo, la riqueza y el progreso de sociedad chilena. Con referencias que van de Mark Lanegan a Cioran y Alexis Sánchez, Campos se mueve con soltura entre el ensayo bonsái, la crónica y el diario íntimo.
Nos juntamos en el café del GAM para hablar con él sobre esta polémica y sobre la importancia de no aceptar los diagnósticos populistas de las vacas sagradas de nuestra cultura. "El mapuche no tiene ninguna relación con el liberalismo" --Gastón Soublette murió siendo considerado como un "sabio de la tribu", un gurú de cierto progresismo cultural chileno. Tú lo criticaste en Facebook. ¿Por qué decidiste abordar el pasado nazi de Soublette? --Yo no soy yo de andar viendo quién es bueno o malo. El punto fue que, en la entrevista que le hizo Mónica González, me chocó que Soublette dijera que fue nazi por amor. Y la periodista se ríe. Yo no soy pinochetista, pero creo que a la gente que sufrió con Pinochet no le gustaría esa talla.
No sé, es como decir: "Soy pinochetista porque me enamoré de la hija de Manuel Contreras". La forma en que reaccionó la periodista me chocó, y veo que a nadie más, porque no generó mucha polémica. Y, debido a eso, yo lo comenté en Facebook. --Claro, una falta de mirada crítica sobre el personaje. --Yo leo a Knut Hamsun, Céline o Mishima, que son fascistas. Y no soy de andar cancelando a nadie, porque uno lee por cultura. Solo apunté que esa forma de no contrapreguntar, de no averiguar sobre el entrevistado y la forma en que se vendió a este personaje, me chocó. Había que averiguar más y hacer un debate que no se hizo.
Rodrigo Karmy, que está a la izquierda de la izquierda, escribió una columna (en «Le Monde Diplomatique») cuando Soublette ganó el Premio Nacional de Humanidades (en 2023) y decía que había otros personaÁlvaro Campos: "Me chocó que Soublette dijera que fue nazi por amor" El escritor reflexiona sobre el pasado de Gastón Soublette y la forma en que se construyen ciertos consensos culturales. "Los artistas son muy autoritarios. No tienen una visión democrática. Son muy narcisistas", apunta. F O T OGR AFÍA : CL A UDIO COR TÉ S V. Daniel Rozas. "Me chocó que Soublette dijera que fue nazi por amor" jes que lo merecían más.
Y además destacó el pasado nazi de Soublette. --También posteaste un poema de Soublette titulado «El Führer», en el que llama a las Schutzstaffel (SS), las escuadras de protección del Partido Nazi, como "gigantes de la doble s". --Es un poema de 25 partes. Y no está escrito en clave irónica. Hay frases bien fuertes. No sé, encontrar que Rudolf Hess es un ario buen mozo, de cejas profundas. Él hace un retrato bien bonito de Hess. Yo leía esto y me preguntaba cómo nadie dice nada. Quizás es porque ya se asumió que este personaje (Soublette) es un referente del progresismo ecologista y un defensor de los pueblos ancestrales. Ya lo pusieron en un pedestal y es difícil bajarlo o criticarlo. --Pablo Mackenna te comentó en Facebook que tu lectura era arbitraria, que estabas propagando fake news.
Y le respondiste con el pantallazo de una entrevista en la que Soublette dice que el 11 de septiembre fue un acontecimiento mágico. --No sé si es muy bonito responder una pregunta sobre el 11 de septiembre en clave mágica.
Yo no tengo ninguna relación con familiares de detenidos desaparecidos, pero creo que para una persona que sí los tiene, debe ser muy chocante que una lectura sobre un acontecimiento histórico sea respondida de esa forma. Creo que en esa respuesta mágica se ocultan muchas cosas. Miguel Serrano, en cambio, era más explícito. No tenía vergüenza de ser nazi: lo decía abiertamente y apuntaba cuál era su enemigo. Nunca buscó esconderse. Serrano era Serrano, y uno sabía con quién se estaba metiendo. Pero Soublette no.
Soublette fue reconocido por el Presidente Boric como un "sabio de la tribu", un título que se le otorgó sin ningún tipo de crítica. --¿ Y qué es lo que te llama la atención de la reivindicación que hace de su pasado nazi? ¿ Qué lo cuente en una entrevista diciendo que lo hizo por amor? ¿ La frivolidad de su declaración? --La frivolidad, en parte, o que no haya respondido honestamente. Yo creo que muchos nazis fueron atraídos en esa época por el movimiento, como, por ejemplo, Ratzinger o Schindler, pero después lo reconocieron y dijeron que el contexto los empujó a esa idea. Muchos jóvenes entraron al nazismo porque había ignorancia en esa época y se dieron cuenta en el camino de que era algo terrible. Y bueno, ese podría haber sido el caso de Soublette, pero debería haber sido más claro. El libro («El Führer») es de 1985, eso hay que destacarlo. Yo creo que él siempre pensó así. Hay un movimiento alemán del siglo XIX, el «Völkisch», que es protofascista y tiene mucha más sintonía con los pueblos ancestrales que con la democracia liberal. El «Völkisch» es un pensamiento agrario, mítico, que se proyecta en ideas nazis como la defensa de la tradición, de la sangre y de la tierra, defensas de la tierra ligada a la sangre.
Creo que cualquier mapuche te diría que le encuentra razón a las ideas filosóficas del «Völkisch». --En Facebook describiste varios principios del movimiento «Völkisch» que coinciden con la cosmovisión mapuche: "No es casual que muchos ecologistas sean fascistas.
Para ellos la Ilustración, el proceso humanista y el progreso son una mala broma". --Obviamente, un pueblo ancestral como el mapuche no tiene ninguna relación con el liberalismo, ni con la propiedad, ni con los derechos individuales tal como los conocemos nosotros, los occidentales, blancos, demócratas. "Un artista tiene que ser populista" --¿ Piensas que en Chile existe una suerte de esoterismo literario que romantiza el autoritarismo? Daniel Chernilo dice que el pensamiento conservador en Chile tiene una obsesión por el pueblo y la pureza. --La pureza racial no lo sé... Desde mi punto de vista de población, te digo que cuando empezaron a llegar los negros, los haitianos trabajaban y se integraban a la feria súper bien. Los hueveaban un rato, y, si trabajaban y aceptaban las tallas, entraban. A los que no aceptaron fueron a los delincuentes. El trabajador de la Vega, el comerciante, nunca va a aceptar a un delincuente porque es un enemigo. Ahora, el racismo evidentemente existe, en Chile y en la quebrada del ají. --También está el tema de las tradiciones, ¿no? --Claro. El chileno de clase baja de la época de mi papá tiene sus tradiciones. A mi papá le gusta el fútbol y se acuerda de su juventud, cuando llegó con sus hermanos y fueron colonos. Igual que en los pueblos de Estados Unidos, cuando armabas tu casa, tu club deportivo, generabas comunidad y no querías que eso se terminara. Aunque eso se termina igual porque tus hijos van a crecer, van a estudiar y van a entrar a otra cultura. Ya no hay club, no hay camaradería, no hay reuniones. Y claro, cualquier persona de población es un poquito tradicionalista. --El escritor irlandés John Banville me dijo en una entrevista que las grandes tragedias del siglo XX fueron cometidas por artistas frustrados. Hitler, pintor; Mao y Stalin, poetas. --En Francia hay mucha literatura sobre cómo los artistas y los intelectuales no quisieron reconocer el estalinismo y los gulags. Los artistas son muy autoritarios. No tienen una visión democrática. Son muy narcisistas. Con ese narcisismo patológico, es difícil que logren ver bien a la sociedad. Y eso se ve en general en cualquier artista, desde el principiante hasta el consagrado. ¿Cómo puede esta gente pensar en una sociedad mejor, más democrática, más justa? Lo pueden pensar en abstracto. Pero luego lo imponen como una camisa de fuerza según su propia concepción. --Es lo que ha hecho Raúl Zurita. Él estuvo en la campaña de boicot para sacar a Mauricio Rojas del Ministerio de las Culturas y habló por el pueblo durante el estallido social.
Pero, a la vez, fue agregado cultural en Italia con Aylwin y le dedicó un poema a Ricardo Lagos, en cuyo Gobierno le dieron el Premio Nacional. --Siento que los artistas y los escritores necesitan de los jóvenes. Por ejemplo, cuando Zurita se volvió roquero ("Zurita y los Asistentes"; fundada por Gonzalo Henríquez, hermano del líder de "Los Tres"). Lo mismo le pasó a Gastón Soublette. Me acuerdo que, cuando le preguntaron qué pensaba de Amarillos, se generó un quiebre con Cristián Warnken. Ahora, Warnken le hizo un homenaje por su muerte, pero Soublette había dicho en el programa "La voz de los que sobran" que los Amarillos eran chuecos. Al final, un artista tiene que ser populista. Necesita un público. Y los escritores necesitan un público bien adolescente, poco pensante, tipo público de los Beatles. Y para tenerlo, tienes que decir cosas bonitas, populistas. --¿ Tú piensas que a los artistas les perdonamos cualquier cosa, aunque digan leseras? --Incluso hasta Jorge González, que es muy lúcido en muchas cosas. Ahora, con el tiempo, si empiezas a leer libros con sus entrevistas, te preguntas: ¿ qué es lo que está diciendo? Además, se supone que, porque es artista, tienes que respetarlo.
Un cientista político diría: "¿ Qué huevada está hablando?". "Abramos el mar para Bolivia", y tú dices: "¿ Estas cosas las creerá o las está diciendo para vender discos y para que los cabros lo amen?". A Morrisey le sale bien cuando dice unas barbaridades terribles, pero el humor británico se lo permite. Tú ves esas entrevistas a González veinte años después y te preguntas de qué está hablando. Hay cosas que cualquier humano le puede achuntar, como la desigualdad. Paradójicamente, cuando él cantaba que los cabros se quedaban sin colegio, fue el período en que Chile se abre a las universidades y a los institutos técnicos. El discurso revolucionario es religioso.
Es todo lo contrario del diálogo filosófico: escuchar y callar frente a alguien que está poseído por un entusiasmo inicial. --En las antípodas del discurso mesiánico está la figura del poeta, fotógrafo y artista visual Claudio Bertoni. Él vive encerrado en una pieza en Concón y se dedica a trabajar en su obra. Tú también eres fotógrafo. ¿Ves a Bertoni como un par, como alguien que comparte su vida, sus reflexiones y tribulaciones cotidianas en un diario incesante? --Siempre vuelvo a los cuadernos de Bertoni. Me influenciaron mucho, no solo a mí, sino a toda mi generación: cambiaron mucho la forma de escribir, la hicieron más relajada. Yo viví en Valparaíso y un día lo vi en una esquina. Yo no saludo a nadie, no pesco, no soy fan de nadie. Puedo admirar a alguien, pero no me gusta molestar. Pero lo vi y le dije: "Te leo, me encanta lo que haces". Y él me respondió: "Yo tomo esta micro". Yo no me subí y me arrepiento. Los escritores necesitan un público bien adolescente, poco pensante, tipo público de los Beatles. Y para tenerlo, tienes que decir cosas bonitas, populistas". Soublette fue reconocido por el Presidente Boric como un sabio de la tribu, un título que se le otorgó sin ningún tipo de crítica"..