Autor: Beatriz Montero Ward.
ATRAPADO POR EL HORMIGÓN
LIE esun misterio y Una EAS ( ( o hago nada más en mi vida.. no más.. nomás”, grita arriba de los andamios Federico Assler Brown, enfurecido al ver cómo el hormigón líquido brota por debajo del moldaje de una de las dos obras para el Centro de Observación de Cerro Dominador, la planta fotovoltaica y primera termosolar de América Latina ubicada en la comuna de María Elena, en pleno desierto de Atacama.
Un arranque de rabia, desesperación e impotencia que quedó inmortalizado en el video que se hizo justamente para dar cuenta, paso a paso, del desarrollo y ejecución de estas piezas; de las dificultades que este escultor, Premio Nacional de Arte 2009, habitualmente debe sortear en el proceso, y de la manera propia de trabajar el material que ha hecho suyo: esa mezcla informe de cemento, arena y ripio.
Piezas monumentales en las que trabajó por casi dos años, gran parte durante la pandemia, y que surgieron inspiradas por la gigantesca torre de hormigón del complejo solar ubicado a 60 km de Calama, de casi 250 metros de altura. “La vi en una fotografía en El Mercurio y me impactó tanto que via Jé hasta allá para verla, tocarla, abrazarla.
Después subí hasta la cima y desde lo alto admiré estos cientos de espejos dispuestos con un ordenamiento similar al de los pétalos del girasol... Esa experiencia impactante me impuso hacer algo ahí en el desierto, un sitio de observación que hablara de investigación, arte, ciencia y tecnología”, dice Assler.
Fueron dos los traspiés que UNA COLUMNA DE SEIS METROS DE ALTO QUE EMERGE DESDE LA TIERRA Y UNA ESFERA QUE EVOCA EL FUERTE SOL DEL NORTE, INSTALADAS EN PLENO DESIERTO DE ATACAMA, SON LAS RECIENTES OBRAS DEL ESCULTOR FEDERICO ASSLER. UN HOMBRE QUE HA HECHO DEL CONCRETO SU MATERIAL TRABAJO, Y DE LA NATURALEZA Y EL SER HUMANO, SU FUENTE DE INSPIRACIÓN. A SUS 92 AÑOS, SIGUE MÁS VIGENTE QUE NUNCA, SUBIDO EN LOS ANDAMIOS, PROYECTANDO, HORMIGONANDO Y SONANDO CON NUEVAS PROPUESTAS Y MONUMENTALES DESAFÍOS ESCULTÓRICOS. Texto, Fotografías, Carla Pinilla G. ARTS (EA NES tuvo en el proceso de ejecución de estas esculturas: una columna gris de 6 metros de alto y una esfera roja. “Se sufre demasiado”, comenta sentado en el jardín de su museo-taller “Roca Negra” en el sector La Obra, en el Cajón del Maipo.
Un sitio único, inmerso en un paisaje cordillerano y acompañado del ruido del río que corre más abajo, con un jardín con planos y graderías repletas de esculturas dispuestas de tal manera que parecen emerger desde la tierra. A la entrada, una encantadora casa de piedra que en otra época albergó una hostería y que él y su segunda mujer, la artista Francisca Délano, convirtieron en un lugar de exhibición permanente.
Y atrás, al final del terreno, el enorme galpón, el espacio creativo y de experimentación, atiborrado de moldes de poliestireno expandido, de mesones con cientos de obras y maquetas a escala, bocetos, dibujos, croqueras, herramientas, piedras.. En este lugar se estableció a comienzos de los 80, después de vivir por casi una década en España, donde realizó varias exposiciones y dejó obras públicas en las ciudades de Madrid y Tenerife. Allí también conoció a Francisca, 10 años menor, y nacieron sus hijas Elisa y Natalia.
Benjamín, su hijo menor fallecido en 2006 en un accidente, nació en Chile después de regresar motivado por la propuesta del arquitecto Sergio Alemparte Alduna- “SIEMPRE QUISE hacer una escultura en el desierto”, dice Assler sobre las dos obras que hizo para el Centro de Observación de Cerro Dominador en el norte. te, de la oficina Alemparte y Barreda, para realizar un mural escultura en el edificio Forum, en la comuna de Providencia; proyecto al que le siguieron otros como el doble relieve en la sede Las Encinas de la Universidad de Chile, el relieve escultórico del Templo Votivo de Maipú, el ConEL ARQUITECTO Rodrigo de la Cruz le proyectó el taller y también las plataformas del jardín.
CIENTOS DE maquetas, esculturas de poliuretano, piedras y trozos de lava volcánica se apilan dentro del taller, junto Escultórico para el Parque de las Esculturas, el pórtico y conjunto de esculturas monumentales de Casa Piedra y un largo etcétera Assler (1929), quien en su primer matrimonio tuvo tres hijos —Federico, Matías y Paula-, ha buscado siempre la libertad. Mientras cursaba quinto año de humanidades en el Luis Campino, se sintió tan ahogado con el examen final de Química que se rebeló y abandonó el colegio. Su padre, entonces, le ordenó ponerse un overol y partir a hacer aseo en los salones de venta de CIC, empresa de la que era director.
Pero Assler, voluntarioso y con carácter fuerte, nole hizo caso y, en vez, pidió en la firma que le enseñaran dibujo técnico por seis meses, una materia que, tal como él reconoce, le ha servido siempre. Luego ingresó al taller de carpintería, juntó unos pesos y con un amigo partió rumbo a Buenos Aires donde, finalmente, se embarcó en el “Philippa” con destino a Génova, Italia. En Europa tuvo estrecho contacto con el arte, dibujó hasta el cansancio y una tarde, mientras paseaba a orillas del río Arno en Florencia, decidió que quería estudiar Arquitectura.
De regreso en Chile, ingresó como alumno libre a la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, donde estuvo dos años En el mundo de la plástica se inició con la pintura y estudió un corto tiempo con el artista alemán Hans Soyka, mítico profesor de la época de oro de la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar.
Doce años trabajó con los pinceles a tiempo completo e hizo exposiciones en Chile y el extranjero, hasta que se dio cuenta de que prefería lo tridimensional y comenzó a experimentar con ASSLER ES UN prolífico dibujante. Miles de croqueras, enumeradas, guardan sus bocetos y estudios de obras monumentales; algunos incluso coloreados, como estos. LAS TEXTURAS de sus esculturas representan distintas pieles relacionadas s con la naturaleza y el ser humano. AR placas de madera aglomerada que, con un método propio, cortaba y pegaba formando obras de arte únicas. Pero Assler anhelaba instalar sus esculturas al aire libre, en el espacio público, en interacción con la naturaleza o la arquitectura, y ese material no servía para estar en el exterior sin sufrir deterioro.
Así, en su búsqueda por una materia resistente y duradera dio con el hormigón y se apropió de él, para trabajarlo con una metodología que él mismo inventó sobre la base de moldajes de poliestireno expandido que cava y ahueca para formar un negativo: “El espacio para esta masa sin forma”, como él dice. “Assler es un tremendo artista con una impactante capacidad de invención y creación”, comenta Gaspar Galaz, artista, crítico y académico.
“Se abrió paso al futuro, como debiera hacerlo todo creador, entregando nuevos arquetipos culturales”, puntualiza el escultor Francisco Gazitúa Más que escultor, se define como constructor de obras que tienen que ver con los árboles, la presencia del hombre de pie, lo fálico, la unión de la pareja y el encuentro entre los seres humanos. Piezas monumentales que nacen del suelo, sin pedestal, con texturas que hablan de distintas pieles: la humana, la animal, la vegetal, la de las rocas y las montañas. “Con Federico estamos frente a un escultor reflexivo permanente, que investiga y busca, de manera incesante, dónde instalar sus esculturas en público”, dice Galaz. Y al respecto, Francisca, su mujer, aclara: "Pero no puede ser cualquier lugar. A Federico le interesa que la gente pueda apreciar con calma su obra, recorrerla, tocarla; que pueda sentir cierto grado de intimidad con ella. En una ocasión rechazó un proyecto ubicado en una intersección de dos avenidas con alto tráfico”. De inagotable energía, a sus 92 años sigue buscando "maneras propias de hacer”, como él dice.
“Estoy entusiasmado viendo qué hacer con los restos de poliestireno, material que al volverlo a fundir se transforma en una masa a la que sele puede dar forma”. Y ahí están los primeros resultados de esta investigación bloques y espirales con texturas de piedras y lava volcánica, alineados como en un muestrario, esperando una segunda reflexión, a la salida de su taller. VD