Felices los servidores que velan esperando a su Señor
Felices los servidores que velan esperando a su Señor Décimo noveno domingo del año Jesús dijo a sus discípulos: «No temas, pequeño Rebaño, Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras vestiduras y con las lámparas encendidas.
Sean como los hombres hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. iFelices iFelices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. (Lucas 12,32-48). Durante estos días estaremos celebrando nuestro 15 de agosto de manera muy distinta a los años anteriores ya que de manera extraordinaria se ha trasladado la fecha hasta el mes de octubre, cuando recordemos festivamente los 100 años de creación de nuestra Iglesia Diocesana. En las grandes celebraciones parece que fuéramos más que un pequeño rebaño. Somos muchos los que en el mundo y en nuestra Diócesis de Talca seguimos a Jesús como nuestro Buen Pastor.
La comunidad de hombres y mujeres mujeres creyentes tienen siempre presente lo que una persona anónima de los primeros siglos decía de los cristianos: viven en comunidades dentro de nuestras propias ciudades, ciudades, asumen la cultura de ese lugar y hablan el lenguaje del país en que viven, se visten como todos y comen la comida del sitio donde les correspondió habitar; son obedientes a las autoridades que los gobiernan sabiendo bien que su autoridad definitiva es Dios; los cristianos son en el mundo como el alma en el cuerpo-, así más o menos dice la Carta a Diogneto.
La iglesia misionera desde que recibió el encargo de aprender a vivir en un tiempo nuevo, un tiempo en el que las personas no llegan a la iglesia de manera masiva, un tiempo en el que muchas veces la palabra de los pastores no identifica a los fieles; en cuantas ocasiones, el rebaño, desconoce y no obedece la voz de su pastor.
A partir del Sínodo, que es una reunión de toda la iglesia durante varios años, se descubre que el camino es vivir la comunión y la participación, adherirse a la misión y renovarse permanentemente permanentemente en el espíritu.
Esa orientación le da fuerza a una comunidad como la nuestra nuestra y en estos tiempos nuevos del tercer milenio la anima a superar diversas situaciones de pecado como son el clericalismo, el abuso sexual y de poder, la falta de compromiso con las reales necesidades de las personas. Hoy podemos decir con mayor verdad que somos un pequeño rebaño, e incluso podemos decir que siempre lo hemos sido. Mucha gente ha estado en la iglesia por tradición o superstición, pero no por verdadera fe. Ese es un aspecto positivo: se puede reducir en número, pero mejorar en calidad de fe. Se siente el llamado a estar atento y a esperar al Señor Jesús. Muchos hombres y mujeres, jóvenes y niños nos dan testimonio de misión.
Se han internado en situaciones situaciones muy dolorosas como son la cárcel y todo su drama interno; en hogares de ancianos y hospitales para acompañar la soledad de los adultos mayores y las poblaciones marginales donde la droga y la delincuencia han borrado la dignidad de las personas. Son estos los que esperan atentos, a que su Señor llegue pronto. Lo hacen trabajando trabajando arduamente y su pago no es monetario, es únicamente estar dentro del corazón de Jesús, su Maestro y Señor a quien día a día esperan. 1. P. Luis Alarcón Escárate Párroco San José-La Merced Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó.