Autor: Valentina Vallejo Académica Escuela de Psicología, Universidad Adolfo Ibáñez
Columnas de Opinión: La violencia contra la niñez: un fracaso colectivo
Columnas de Opinión: La violencia contra la niñez: un fracaso colectivo E n Chile, miles de niños, niñas y adolescentes crecen en entornos marcados por una violencia que no code. Pesea los avances legislativos en torno a la protección de derechos por las Infancias, las cifras nos siguen mostrando una realidad abrumadora.
La 2ª Encuesta Nacional de Polivictimización (2023) es contundente: un 67% de niños, niñas y adolescentes fue víctima de algún tipo de violencia sólo en el último año, y esto no se trata de casos alslados, sino de un patrón sostenidode vulneraciones. En el año 2024,51 niños, niñas y adolescentes fueron asesinados (DFN, 2025); a esto se suman más de 2.000 víctimas de explotación sexual y cerca de 50.000 denundasanuales porabuso sexual infantil.
E170% de lasvictimas son menores de edad (Fiscalia Nacional, 2004), siendo el gênero femeninoel más afectado por la victimización sexual: una de cada cuatro mujeresseñala haber sufridoalgún tipo de abuso fisico, psicoKigico y/o sexual por parte de su pareja antes de cumplir los 19 años (ONU, 2024). Estas cifras no son sólo números ni tampoco un fenómeno acddental, sino que son el reflejo de una infancia que, para demasiados niños y niñas, no es sinónimo de juego ni protección, sino de miedo, desamparo y sobrevivencia. Son el sintoma de un país que, en demasiadas ocasiones, llega tarde o no llega nunca, y por ende, es un problema quenos debiera interpelar a todos, desde el Estado hasta cada comunidad. Sin embargo, en nuestro pais, el cuidado infantil sigue un modelo familiarista y sigue recayendo casi exclusivamente en las mujeres. Enun 96,8% deloshogares, la madre es la principal cuidadora.
Yaunqueexistan un segundo cuidador principal (corresponsabilidad), tres de cada cuatro personas declaran no contar con apoyo (ELPI, 2017). Se mantiene asi una kigica de cuidado individual, feminizada e invisibilizada, que reproduce desigualdad y sobrecarga, donde paradojalmente se termina responsabilizando a quienes cuidan con reacciones moralizantes o punitivas. Pero desde la psicologia clinica-social, se entiende que el problema de la violencia no está sólo en las conductas individuales, sino principalmente en la desprotección e inequidad estructural. La violencia contra la niñez no es inevitable, se puede prevenir. Pero sólosi asumimos, como sociedad, que proteger a la infancia noes un gesto simbóliconi una tarea familiar, sino es una responsabilidad ética que no puedeseguir esperando. Requiere una inversión sostenida, con politicas con perspectiva degénero e interseccionalidad, y una ética del cuidado que articule comunidad, territorio y Estado, No basta con contabilizar casos; necesitamos transformar condiciones. La infancia no necesita caridad, necesita justicia que pueda ser construida desde una responsabilidad colectiva del cuidado. C Columna.