Autor: ODEVECAAIHPOS
INVIERNO entre nieve y aguas termales
INVIERNO entre nieve y aguas termales No imaginé que hiciera tanto frío, pero ahí estaba: con primera, segunda y tercera capa; pantalón impermeable, botas gore-tex y parka técnica, perdida entre helechos de todos los tamaños, bajando una escalera hecha de troncos, mientras una lluvia torrentosa golpeaba insistentemente mis mejillas. “¡Cuidado con las raíces y con el barro! ”, dijo Nicole Salinas, la guía, y continuamos la ruta. A lo lejos, el sonido del agua empezó a amplificarse entre viejas lengas espigadas y rocas oscuras. El aire se volvió más húmedo y espeso hasta que finalmente la vimos: una cascada de 35 metros que se abría como un claro vivo y ruidoso en el bosque denso. Era el salto del Puma desplegándose en un precioso curso que lleva las aguas del Fuy hacia tierras más bajas. Fue el primer momento en que olvidé el frío, para extraviarme entre tanto verde, tierra húmeda y postales sureñas. Esa mañana, el sur nos recibió exactamente con 2 grados Celsius bajo cero cuando partimos la travesía invernal por la comuna de Panguipulli. Específicamente, rumbo a los sectores precordilleranos del noreste de la Región de Los Ríos. El plan justamente consistía en conocer cómo es el turismo en la zona en esta temporada, sumergidos entre bosques valdivianos, deportes invernales, algunas termas ocultas y, claro, mucha nieve. Así salimos por la Ruta 203, por un camino que bordeaba el lago Panguipulli.
ODEVECAAIHPOS “Bienvenidos a la región más lluviosa de Chile en el mes más lluvioso del año”. Fue lo primero que escuchamos al llegar a la red de hoteles que la Reserva Biológica Huilo Huilo ha levantado 63 kilómetros al sudeste de Panguipulli. Bajo un cielo que parecía caerse abajo, llegamos a Neltume, una zona escénicamente privilegiada por su cercanía al volcán MochoChoshuenco y a los lagos Pirihueico y Neltume.
Allí, atravesada por los ríos Fuy y Truful, y cubierta por el bosque templado lluvioso más austral del planeta, se encuentra esta conocida reserva biológica que hace 25 años resguarda más de 100 mil hectáreas de vida natural. La noche fue inmejorable: descansamos al calor de grandes chimeneas luego de probar un menú inolvidable de setas, carne asada y Huilo Huilo sour hecho con maqui.
La jornada del jueves partió en la cálida habitación del hotel Reino Fungi, donde preparé una mochila grandota con recambio de bototos, guantes y calcetines, y elegí un outfit nada glamoroso para ir a la nieve. Íbamos a ver la inauguración del Centro de Montaña Bosque Nevado, la última incorporación a la reserva. Fuera del hotel, el bosque se mostraba fresco y ventoso cuando abordamos un vehículo 4x4 para internarnos hasta los faldeos del volcán Mocho-Choshuenco.
Por un camino ascendente que rápidamente tiñó la tierra, las hojas y las ramas de los árboles de blanco, nos encaramamos mientras la nieve iba cubriendo también el vehículo, hasta que a lo lejos vimos una chimenea. Al bajar del todoterreno, el frío era rudo, seco, pero todo cambió apenas cruzamos la puerta del recién inaugurado refugio. En el primer piso había zonas de equipamiento, cocina, baños. Arriba, un salón alto con una gigantesca chimenea y ventanales que miraban a la montaña nevada. Había comida, café, pastelitos y buena conversación, hasta que el guía Sebastián Pinto llamó para probar una de las actividades del nuevo centro: trekking con raquetas de nieve. “Para caminar deben pensar que la raqueta funciona como si tuvieran un pie gigantesco. Esto hará que no se hundan en la nieve y que puedan desplazarse con mayor CALÓRICO. El invierno es ideal para probar la gastronomía sureña. ODEVECAAIHPOS HUELLAS BLANCAS. Por este sendero se hace el trekking con raquetas. LAGUNA CORAZÓN. Desde Liquiñe son 20 minutos auto para llegar al sendero. En la foto, una toma otoñal de Alto Liquiñe. MONTAÑA MÁGICA. Este es uno de los hoteles de Huilo Huilo. estabilidad”, explicó. La nieve estaba blanda, pero las raquetas funcionaban. En el sendero solo se oía el susurro del viento, mientras subimos una de las colinas del circuito Huellas Blancas. El entorno era de cuento. De regreso en el refugio, Javier Young, gerente general de Huilo Huilo, explicó que la idea era poner en valor los ecosistemas de montaña y permitir que los visitantes los disfruten de manera segura.
Por eso, Bosque Nevado tiene senderos bien habilitados para caminatas con raquetas, y además hay arriendo de trineos, tubings (un tipo de flotador redondo), además de circuitos de esquí y randonée, y traslados en vehículos motorizados como buggies o pistenbullys. Un campo con manchones de nieve y un bosque de árboles antiguos. Esa mañana de viernes, el cielo estaba gris y pronto volvió a llover cuando llegamos a Liquiñe Alto, 72 kilómetros al este de Panguipulli, de camino a la frontera. Ahí nos detuvimos frente a una sencilla entrada de madera, el acceso al sendero Laguna Corazón. Junto a la reja varios niños tiraban bolas de nieve; era obvio que las vacaciones escolares habían llegado. Unos metros más arriba, en una cabaña sencilla con todo lo necesario para una caminata (bastones de trekking, capas de agua y una rica ALERAVSOLRAC ARDEVAASALECRAM CENTRO DE MONTAÑA BOSQUE NEVADO. Así de ven las faldas del Mocho Choshuenco en invierno: completamente nevadas. chimenea), nos equipamos. Lo más llamativo del refugio era una foto aérea en uno de los muros que mostraba un bosque que rodeaba una laguna color azul profundo con forma de corazón.
“Mi familia hace mucho tiempo que trabaja la madera, la ganadería y la agricultura en estas tierras, hasta que hace 20 años alguien nos hizo llegar una foto aérea donde descubrimos que acá teníamos ese lago”, contó Noé Catalán, dueño de este predio donde habilitaron sendero, miradores, puentes y un pequeño restaurante. “Acá producimos todo, desde los animales hasta algunas verduras y mermeladas son de Liquiñe Alto. Tenemos una cooperativa donde nos apoyamos para hacerlo”, explicó, antes de pasarnos unas capas de agua color verde musgo: “Ahora viene lo bueno. Ojo que los primeros 15 minutos van a ser de subida bien intensa, después es plano hasta la laguna”. La lluvia iba y venía. Paso a paso, los manchones de nieve iban expandiéndose. Y de a poco íbamos venciendo este ascenso empinado, hasta que llegamos al primer mirador. A esa altura, nos habíamos olvidado del frío y de la lluvia, y nos conmovimos al observar el valle de Liquiñe mientras algunas familias se deslizaban en trineo por una colina aledaña. Quedaba lo mejor: atravesar el bosque. El viento sacudía con fuerza la nieve alojada en las hojas de los árboles. Viejas lengas y ñirres nos rodeaban, y los troncos estaban cubiertos por líquenes color menta. Era una señal de la pureza del aire. Todo el sendero estaba bien demarcado por señalética de color rojo. Al acercarnos a la laguna, la nieve comenzaba a derretirse. Gracias a los zapatos impermeables y las capas, llegamos bastante secos. Frente al agua, nadie más que nosotros... y un profundo silencio. Pudimos rodearla y apreciar su aspecto más invernal desde los dos miradores que hay. “Muchos vienen en verano y, aunque no está permitido, se meten al agua”, dijo antes Noé. NOVEDAD. El refugio de montaña de Huilo Huilo se inauguró el 26 de junio. NATURALEZA. En esta zona se encuentra el bosque templano lluvioso más austral. TERMAS RÍO LIQUIÑE. Se pueden usar de noche y de día. ODEVECAAIHPOS MIRADOR. Frente al agua, es el último hito del sendero Laguna Corazón. SALTO DEL PUMA. Esta cascada lleva las aguas del río Fuy. Una vez de regreso, teníamos los pies húmedos. Pese al gore-tex, la nieve había hecho lo suyo. Así que apuramos el paso hasta el restaurante, donde dejamos los zapatos y nos repusimos con el calor de la chimenea y un consomé de ave. Bosques de follaje anaranjado, verde, amarillo, nevados, junto al ritmo casi musical del curso del río cercano. El escenario natural que rodea al pueblo de Liquiñe, a 65 kilómetros de Panguipulli y 7 del sendero Laguna Corazón, tiene una capacidad inusual: puede enmudecer a cualquiera. Y eso que falta un dato: en la zona hay más de 16 centros termales. Liquiñe es un pueblo chiquito, de casas coloridas, chimeneas humeantes y aromáticas panaderías, abundantes en kuchenes y pan recién cocido. Íbamos de camino a las Termas Río Liquiñe, que tiene restaurante, aguas calientes al aire libre, masajes y alojamiento, donde pasaríamos la noche. ARDEVAASALECRAM Apenas instalada en mi cabaña calefaccionada con caldera, luego de secarme y cambiar de ropa, salí a tomar fotos. Ahí me topé de frente con el torrentoso cántico del río Liquiñe, que fluía frente a los bañistas de las termas y la sala de masajes. “Esta parte del río Liquiñe se llama Cua Cuá, que más adelante desemboca en el lago Neltume”, explicó Soledad García, una de las dueñas del centro termal que recorrimos juntas. Ahí me contó que sus aguas calientes nacen de vertientes naturales ubicadas a unos dos kilómetros del pueblo, en sectores más altos. “Nosotros la canalizamos para traerlas a la piscina o a las bañeras y jacuzzis que hay en las cabañas”, dijo. En esto partieron hace 30 años, de la mano de su abuelo Julián García. “Varios años antes, él hizo las primeras termas en Liquiñe.
Luego las vendió a la Armada y armó esto: un negocio que hace feliz a las personas, y donde ponemos todo nuestro cariño”. Tocaba el momento esperado: volver a la cabaña, vestir traje de baño y, con 0 grados Celsius, salir con parka y hawaianas a probar las termas. La piscina era gigantesca y el vapor que salía de ella creaba un clima espectral, donde apenas se veía un puñado de siluetas deambulando. Entré al agua lo más rápido que pude y, claro, la temperatura era perfecta. “Te puedes meter todas las veces que quieras; también en la noche”, había dicho Soledad, pero tras dos horas, los dedos arrugados y el estómago vacío demandaron una pausa. En el restaurante, a las 19:30, esperaba una plateada con papas, ensaladas y peras asadas acompañada de cerveza artesanal. Ya luego, otra vez junto a una chimenea, tuve la mala idea de ver el clima para la mañana siguiente: 3 grados Celsius bajo cero, según AccuWeather. Sin embargo, a esas alturas el dato era irrelevante. Un invierno así lo repetiría sin dudar. D ODEVECAAIHPOS ARDEVAASALECRAM TRADICIÓN. El pasado ganadero aún sobrevive en Alto Liquiñe. En una de las regiones más lluviosas y nevadas de Chile, el invierno puede parecer una experiencia temible, pero resulta todo lo contrario... si tiene los datos correctos. Con el lago Panguipulli o Liquiñe entre sus hitos, buenas chimeneas y mejor cocina, aguas termales y raquetas de nieve, seguro dan ganas de volver. POR Marcela Saavedra Araya, DESDE LA REGIÓN DE LOS RÍOS..