EDITORIAL: Familias de acogida en la primera infancia
EDITORIAL: Familias de acogida en la primera infancia EDITORIAL En nuestra región, lactantes menores de tres años viven en residencias de protección por falta de familias de acogida, lo que implica el comienzo de una vida sin el calor que entrega un hogar. Como ha sido documentado en diversos estudios, esto puede generar efectos negativos en el desarrollo físico. cognitivo y psicomotor de los niños y niñas, lo que invita a una reflexión colectiva. La ciencia y la experiencia han sido categóricas en señalar que nada reemplaza a una familia en los primeros años de vida. Psicólogos infantiles, desde John Bowlby en adelante, advierten que la relación estable con un cuidador es la base del apego seguro y el desarrollo sano. Los efectos efectos perjudiciales son variados: dificultades para formar vínculos afectivos, retrasos en el desarrollo intelectual y del lenguaje. e incluso impactos neurológicos medibles en etapas críticas del crecimiento cerebral.
No es de extrañar, entonces, que los organismos internacionales. internacionales. como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). mantengan firme su llamado: “El acogimiento alternativo de los niños de corta edad. especialmente los de menos de tres años, debería ejercerse en un ámbito familiar”. Las autoridades locales y especialistas en infancia coinciden con esta visión.
“Entendemos que la familia es el espacio principal y el que permite asegurar todo el desarrollo integral” de un niño. enfatiza Andrea Saldaña, directora regional del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia. Por bien intencionada intencionada que sea una residencia, explica.
“no es el entorno adecuado para que se desarrolle un niño, ya que igual genera ciertos daños en lo vincular y. principalmente, en lo emocional”. Resulta esperanzador saber que en el Biobío existen más de 1.000 familias de acogida certificadas. Sin embargo. embargo. la mayoría son cuidadores del círculo familiar extenso extenso tíos, abuelos u otros parientes que han dado un paso adelante frente a la vulneración de un niño cercano. El gran déficit está en las familias de acogida externas, aquellas sin lazo consanguíneo que. de forma altruista. se ofrecen a cuidar temporalmente aun niño o niña que lo necesita. Lamentablemente, el número de estas no es suficiente. admiten desde el programa de acogida. lo que hoy obliga a que lactantes sigan internados en una residencia. Como ha señalado el psicólogo Matías Marchant, se trata de una crisis de la sociedad y de los lazos que nos convocan. Algunos expertos incluso afirman que separar a un niño de un entorno familiar es infligirle una privación afectiva cuyos efectos pueden prolongarse toda la vida. Es decir, si fallamos ahora, las consecuencias las pagaremos como sociedad más adelante. Ante esta realidad, el llamado es ético ysocial. Acoger a un niño vulnerable no es solo un acto de amor y humanidad. humanidad. sino que es también restituirle el derecho a vivir en familia, a ser protegido y amado como merece. Hoy, más de cuarenta menores de tres años en la región del Biobío necesitan ese abrazo familiar. Está en manos de nuestra comunidad transformar esas cifras en historias de acogida y esperanza. Familias de acogida en la primera infancia.