“Con Joe Biden hubo negligencia de la prensa”
“Con Joe Biden hubo negligencia de la prensa” José María Del Pino "Con Joe Biden hubo negligencia de la prensa" Roka Valbuena í Yo soy un animal de prensa", afirma, con tono enérgico y mirando a los ojos, José María Del Pino, el excorresponsal de Canal 13 en la Casa Blanca y Washington D.C. Fue por algunos años el nexo más fluido entre los chilenos y Joe Biden. Luego fue el nexo objetivo entre los chilenos y Donald Trump, o bien entre la audiencia y un magnate, entre la delgada patria y aquel país agigantado. Pero hace 55 días aterrizó en el estudio del programa «Tu Día», el matinal del 13 compuesto por cinco horas de amabilidad televisada.
Y entonces pasó bruscamente delas primicias norteamericanas a difundirla simple novedad del último rincón de América. "Soy de prensa, pero me siento muy cómodo haciendo el matinal", adjunta, orgulloso, abanderizado con el canal. "Ya cumplí el sueño americano", agrega. --¿ Y ahora? --Ahora cumplo el sueño chileno, dice sentado en un bar, mordiendo una empanada de queso, riendo, chilenizado empanada de queso, riendo, chilenizado empanada de queso, riendo, chilenizado empanada de queso, riendo, chilenizado empanada de queso, riendo, chilenizado "Me tocó verlo mal. Pero muchos sentían que exponer eso era hacerle el juego a Trump y entonces prefirieron callar", dice este excorresponsal en la Casa Blanca. Hizo la cobertura de momentos claves de Biden y de Trump. Hoy está de vuelta y forma parte del matinal de Canal 13. otra vez.
Volvió le con un montón de despachos encima y un magíster en la Universidad de Columbia en Periodis, lítico, un grado académico sofi vel premium, que sólo dos chilenos habían alcanzado: Andrea Insunza y Daniel Matamala.
Ahora, claro, se agrega Del Pino, 37 años, nacido en Chillán, forjado en un hogar de sureños sin periodistas, hijo de un emprendedor que administra bombas de bencina; criado en medio del combustible y Ñublense, con el televisor prendido en el 13. "Toda la vida viendo el 13" añade, suspirando de plenitud.
Años antes había estudiado periodismo de noche en la UNIACC, en Santiago, ojeroso, aprobando a prisa los ramos, y durante el día, con empuje mercantil, lideró una coqueta empresa de comunicaciones, un petit emprendimiento ("No nos fue mal"). También desde Chile, fue corresponsal para el diario «Clarín» de Argentina ("Aprendí muchísimo"). Trabajó en la radio «Bío Bío», los Mosciatti lo encumbraron, le dieron consejos ("Gra Nibaldo"), pulieron su estilo ("Graci Nibaldo"), pulieron su estilo ("Graci Nibaldo"), pulieron su estilo ("Graci Nibaldo"), pulieron su estilo ("Graci Nibaldo"), pulieron su estilo ("Graci Nibaldo"), pulieron su estilo ("Graci Nibaldo"), pulieron su estilo ("Graci 2 E 5 El 9 El $] 3 3 E 3 2 ¿ 2 ¿2 Tomás"). Y un día se quiso devorar el mundo. Postuló a Columbia, a la grandeza universitaria, a la elite ilustrada, y quedó. El chillanejo Del Pino, este joven locuaz que quería asombrar a su papá, la promesa intelectual de Ñuble, se comprometió con un crédito a doce años para poder dar el salto a la gloria. Iré a Estados Unidos. Voy a estudiar y a trabajar. --¿ Qué?, le respondió atónito su papá que anhelaba que José María fuera abogado para que así pudiera esquivar la pobrez, --Voy al centro del mundo. Con valentía se comunicó con el editor del área de prensa de Canal 13, el canal que los Del Pino jamás cambiaron, y le dijo: "Te habla José María Del Pino. Un placer. No nos conocemos. Sólo te quería contar que iré a Estados Unidos. Puedo hacer cosas desde allá.
Te la tiro: Del Pino está disponible". editor lo sorprendió: "Me tinca". Del Pino, en un arrebato hippie, agregó: "¡ Que sea gratis!". El editor titubeó: "¿ Gratis? ¿ Usted es tonto?". José María Del Pino entendió ágilmente que el periodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimenperiodismo poético no permite alimen. “Con Joe Biden hubo negligencia de la prensa” tarse en Estados Unidos. El periodismo poético no permite arrendar ni siquiera un departamento de un ambiente, de dimensiones asfixiantes, en Washington. Eso cuesta dos millones y medio de pesos. José María entendió que el entusiasmo también puede tener un sueldo. Le ofrecieron un micrófono y unos dólares.
Aceptó ruborizado. --¿ Por qué quería hacer despachos gratis? --¡ Es que yo estaba feliz de que me dejaran trabajar!, admite efervescente. --En el 13. --¡ En el 13!, y la voz le estalla, como si fuera un barra brava mediático. "A mí me daba pena Biden" Estuvo alrededor de tres años despachando noticias a Sudamérica, a medios argentinos, colombianos, a Canal 13, convertido en un reportero adherido al Salón Oval, a la White House, al secreto del imperio. Fue el informante de las últimas distracciones de Biden y de todos los imprevistos de Trump.
Allí siempre estuvo Del Pino, micrófono en mano, pegado a una cámara que dirigía a solas o que a veces sostenía Pedro Ozimica, su pareja. "El 2 de noviembre del año 2023 es una fecha que no olvidaré", murmura. --¿ Qué pasó ese día? --Ese día entré por primera vez a la Casa Blanca.
Ese día el Presidente Boric visitó a Joe Biden, afirma, periodísticamente emocionado. --¿ Qué hizo? --Entré en medio de un tumulto de gente y de pronto, miro todo y me digo: "Estoy en el Salón Oval". Y se me ocurre sacarme una selfie con el escritorio detrás. Al instante un guardia muscularmente asombroso interceptó al chillanejo. "¡No fotos, está prohibido", le gritó. Fue un lapsus afiebrado, una conducta criolla al estilo Piñera, un efímero momento humano que luego, al hacerse habitual su rol de corresponsal, pudo mantener bajo control.
Desde entonces se codeó con otros corresponsales, integró un chat de corresponsales, participó en fiestas de corresponsales, deslizó sus mocasines por todas las alfombras de la mansión y ya, en lo que constituyó un logro, los agentes de seguridad lo saludaban con las cejas. "Hay que hacer lobby, hay que generar lazos, hay que conversar, es todo un trabajo invisible", teoriza José María. Los despachos se sucedían uno tras otro. Ocurre que todas las noticias preponderantes del planeta derivan finalmente en la Casa Blanca.
Y por eso, sumando sus intervenciones, es posible afirmar una conclusión matemática: José María Del Pino es el chileno que más ha recorrido la Casa Blanca en toda su historia. "Y, modestamente, hay un logro que nunca en nuestro país había pasado", apunta. --¿ Cuál es? --Pertenecí al pool oficial de periodistas extranjeros que podían entrar No lo puedo negar si algo echo de menos de ser corresponsal es esa adrenalina que genera Trump". No creo que haya sido algo cognitivo. Simplemente Joe Biden se quedó sin energía. Estaba lento y tartamudeaba". siempre a la Casa Blanca. Mastica otra vez la empanada. Y al pasar, comenta: "Bueno, yo logré tener mi White House Press Pass". --¿ Qué es eso? --Es una credencial que permite entrar cuando quiera a la Casa Blanca. A cualquier hora y las 24 horas del día. Yo puedo entrar, prender la luz, pasearme, reportear, hacerme un café. Del Pino se movilizaba por allí como un dueño de casa.
Le tocó despachar por la cumbre de la OTAN, las guerras, el declive de Biden, el cambio de mando, el cambio de estilo, el día que salió el alicaído y entró el enérgico, la era Trump, los aranceles, el poder mezclado en los pasillos. "Con Biden todo era predecible", confiesa. --¿ Y con Trump? --Todo impredecible. Biden daba conferencias en horarios previstos. Trump decide dar conferencias cuando le da la gana. Biden leía, Trump ironiza. Biden alguna vez conversó animadamente con un macetero; Trump le responde a los que quiere, y usualmente son los que modulan bien el inglés. Biden era bostezos, Trump es vitalidad. --+¿ Y por qué la prensa no decía nada del estado de Joe Biden? --Todos nos dábamos cuenta que Biden no estaba bien hacía rato. Me tocó verlo mal. Pero muchos sentían que exponer eso era hacerle el juego a Trump y entonces prefirieron callar. --¿ Qué tenía Biden? --Un problema de energía. No creo que haya sido algo cognitivo. Simplemente Joe Biden se quedó sin energía. Estaba lento y tartamudeaba. Biden trabajaba hasta las cuatro de la tarde. Y, confiesa José María, el resto del día Estados Unidos se quedaba sin liderazgo.
Las urgencias se resolvían a la mañana siguiente. "A mí me daba pena", revela Del Pino, "me recordaba a mi abuelo". Y admite fríamente: "Creo que con toda la situación de Joe Biden hubo negligencia de la prensa". Trump, ya sabemos, es lo opuesto. Alguna vez una periodista afgana, de trayectoria deslumbrante, le hizo una pregunta al mandatario. Trump la miró de reojo y aclaró: "No le voy a responder, No entiendo su acento". Y se retiró inmutable, mientras José María, allí presente, lo contemplaba impactado. Pero el corresponsal chileno jamás claudicó.
Y tiene una cifra exacta: Donald Trump lo miró fijamente en dos ocasiones. "¡Señor Trump! " le dijo una vez Del Pino, justo el día en que asumió la presidencia, en medio de un enjambre de periodistas. Y allí Trump, el líder de la Tierra, se volteó. Y le clavó la vista. Los ojos del magnate posados en el chillanejo: Del Pino enfocado por el mundo entero.
Trump lo señaló, le dio la palabra y le dijo: "You". José María Del Pino, representando a Chile, sacó una voz imponente: "¿ Qué hará con el cobre?' Trump escaneó con los ojos al chileTrump escaneó con los ojos al chileTrump escaneó con los ojos al chileTrump escaneó con los ojos al chileno. Y, sorprendido, respondió: "Ya lo vamos a ver". Eso fue antes que el tema de los aranceles copara las portadas. Fue un pálpito periodístico. Y al tiempo, José María Del Pino de nuevo habló en medio del tumulto: "¡ Señor Trump". Y otra vez, Trump lo apuntó: "You", le dijo. Y Del Pino preguntó algo relacionado con la guerra comercial con China. Trump, justo antes de colgarse de un helicóptero, le revisó la apariencia y entregó un estratégico mensaje de calma. En fin. Dos miradas fijas de Donald Trump equivalen a dos medallas olímpicas en el rubro de la corresponsalía. Dos trofeos en la copa White House. "No lo puedo negar --señala Del Pinosi algo echo de menos de ser corresponsal es esa adrenalina que genera Trump". Pero el corresponsal ya ha vuelto. Afines de junio debió hacer las maletas atoda velocidad. Lo esperaba un contrato chileno. Ahora es una figura televisiva. chileno. Ahora es una figura televisiva. "El matinal no es un retroceso" José María volvió bilingúe, globalizado, y dela mano de Pedro Ozimica, su marido. Volvió con el cartón de Columbia, con dos miradas de Trump en su biografía y dispuesto a generar contenido en horario matutino. --¿ No siente que es retroceder? --Para nada. Estar cinco horas en pantalla todos los días de ninguna manera es un retroceso. Es un tremendo desafío. Y opina, exultante: "El Repe (José Luis Repenning) es muy interesante, es culto". Y añade: "La Pri (Priscila Vargas) me apaña en todo. Es una tremenda compañera". Este hombre está en el canal de sus sueños. Y su labor, hoy día, consiste en hacer televisión local, en aparecer en el dormitorio del compatriota, domesticar una noticia compleja y difundirla masivamente, intercambiar datos y simpatía con los conductores.
Y sólo le brotan elogios e hipérboles. ¿El equipo del programa? "Una familia, le llamo La Secta". ¿Y los camarógrafos? "Simpatiquísimos". ¿Se aburre en algún momento durante las cinco horas de programa? "¡ Jamás!". ¿Habla de todo? "De farándula no tanto, pero sino sé algo lo pregunto". ¿Y el rating? "¡ Espectacular! Lideramos el rating comercial". ¿Feliz? "Totalmente. Y, bueno, ojalá también pueda hacer algo con prensa más adelante". --+¿ Es usted una celebridad en ChiMán? --Creo que Tomás Barrios, el tenista, y yo somos de los más conocidos actualmente. Días atrás fue a Ikea y le sacaron dos fotos. Es un famoso en etapa formativa.
Parece cultivar la emoción y el dato riguroso, de algún modo es la mixtura entre Neme y Matamala. "Voy día a día, voy con «Tu Día», señala entre risas, convencido que el retorno fue la mejor decisión. Y por un segundo, queda la sensación de que es el mismísimo Donald Trump el que ahora lo echa de menos. lo echa de menos. lo echa de menos. lo echa de menos..