Los Calderos del Brujo: fuego, memoria y cocina salvaje en O'Higgins
Los Calderos del Brujo: fuego, memoria y cocina salvaje en O'Higgins un agrado entrevis [$ ar a un colega que sueña con O'Higg Con Victor he compartido muchas conversaciones y debates en torno al turismo, el desarrollo local, las deudas que aún arrastramos como región. Pero hay algo en lo que coincidimos sin discusión: el potencial de O'Higgins está ahi, vivo, esperando ser contado desde quienes lo habitan y lo sienten. Asi comienza esta converación con el creador de Los Calderos del Brjo, un proyecto que ha logrado reunirtraició, territorio y sabor en una propuesta que "trasciende lo gastronómico. Desde hace años viene 0bservando cómo Se pierden recetas, prácticas y saberes. Lo mueve una necesidad profunda: rescatarla ociha patrimonial campesina, devolverle su dignidad, volvera experiencia Ese impulso lo conecta directamente consu infancia.
Su historia se escribe entre dos cocinas: la de su padre en Carrizal yla de su madre en Apalta. "Gente del vino, de cantina, de restoranes.. ", fecuerda Las tortilla de rscoldo, las humitas, los panes amasados, los ingredientes de la huerta vecina, Pero más que la comia, lo que permanee es el ito: la con úversación en torno al fuego, las Sobremesas largas, los silencios llenos de sentido, No le gusta hablar de "rescate" como moda. Lo que hace es reconstrucción, devolverle vida a técnicas olvidadas, a ingredientes despreciados por la cocina contemporánea Su propuesta no busca ¿ deslumbrar con lujos ni ofisticaciones, sino con profundidad. Habla de «ina salvaje, una forma libre, estacional y consciente de cocinar "Cocinar con conciencia. Cocinar desde conciencia. Cocinar desde conciencia. Cocinar desde conciencia. Cocinar desde conciencia. Cocinar desde conciencia. Cocinar desde conciencia. Cocinar desde conciencia. Cocinar desde conciencia. Cocinar desde el respeto por el origen". Eso significa usar el fuego como herramienta creativa, no solo funciona, Sal, brasas, ahumados, horno de barro, tiempos lentos.
Pero también, pensar el acto de comer como un puente, Un puente entre generaciones, entre campesinos y visitan tes, ente la memoria yla experienci Con eso en mente, Los Calderos del Brujo se inaugura este octubre en un nuevo espacio: Colchagua. Camp al ple del cero, entre frutales, viñas y árboles nativos. Ahi los visitantes no solo serán comensales: serán parte de una experiencia sensorial que «comienza desde el origen. Desde ver cómo se prepara, la comida a fuego, converar con las personas que la cultivan, caminar entre los ingredientes. Este será proyecto mí experiencia de la región de O'Hig conectando cada tertorio con su gente, sus productos y 54 cocina. Victor cree que el viajero de hoy busca otra cosa. No una postal. Busca conexión emocional historias reales Eneso, el turismo rural te= e una deuda pendiente, y ése ha propuesto saldria "La ruralidad es identidad. Lo urbano nos aceleró, nos desconectó. Hoy ha que volver a mirar hacia adentro". Parte del alma de este proyecto son también las personas que lo rodean: cocineras tradicionales, productores locales reco lectoras de campo, campesinos que guardan saberes con humildad. En su mirada, no son proveedores, Son co-creadores de una experiencia más amplia "Sin ellos, nada de esto tiene sentido" Entre las recetas que más lo conmueven están las empanadas de charquí. No las de supermercado, sino aquellas que eran alimento de arrieros, preparadas con carne deshidratada, con carne deshidratada, rehidratada, mezclada con eebollaajíde colo, comino. y envuelta en masa casera. Un bocado que guarda historias de caminos polvoriento y jonadas largas. Tambiénel ebre de pata, el guiso de cochayuyo, o ese estofado sencillo que se hace con lo que hay y que reconforta más que cualquier plat de alta cocina. Pero no todo ha sido sen«illo.
Las dificultades abundan: la falta de registros escritos, la escasez de in= gredientes la lógica comercial que presiona por lo rápido y rentable, Ha tenido. que investigar, conversar con ancianos, rescatar dela memoria oral lo que nunca. fue escrito. Y al mismo tiempo, traducirlo en una experiencia comprensible y emocionante para quien llega por primera vez. A pesar de todo, sueña en grande. Imagina Los Calderos del Brujo formando, parte de rutas gastronómicas, programas educativo, ferias. No por ego, sino porque cree que la cocina campesina chilena merece. ese lugar. No como curiosidad folciórica, sino como expresión viva de nuestra identidad. Antes de despedirnos, le propongo un juego: elegir un aroma, un sabor y un sonido que definan lo que está construyendo. No duda: el aroma del humo de leña con romero. Elsabor delas papas l rescoldocon pebre. el sonido, del fuego crepitando. Eso es o que busca: que la ¿ ente vuelva a emocionarse con osimple, lo honesto, lo que viene dela tierra, Que se lleven algo más que un plato sabroso: una coneión con lo profundo. Y mientras el fuego sigue encendido, nos despedimos. con una Certeza: lo que arde en estos calderos no. s solo comida, Es memoria viva, Y está ista para compartir compartir compartir compartir compartir.