"Comencé a grabar; era lo único que podía hacer para ayudar a mi papa"
"Comencé a grabar; era lo único que podía hacer para ayudar a mi papa" Hijo del relator Ernesto Díaz Correa contó la violenta encerrona que sufrió su padre en San Bernardo "Comencé a grabar; era lo único que podía hacer para ayudar a mi papa" "Caché altiro que se trataba de una encerrona porque estaban dos tipos, vestidos de negro, sacando del auto a mi papá. Fue terrible", contó Simón Díaz, quien grabó el asalto en su totalidad. MARCO VALERIA C Yi le gritaba que saliera del lugar, porque en su desesperación intentó subir de nuevo al auto para poder recuperarlo. Yo no sabía qué hacer y además estaba detrás de una reja.
Solo atiné a gritarle y cuando me escuchó y me vio se fue y dio por perdido el auto", contó Simón Díaz (19), hijo del popular relator deportivo de radio Cooperativa, Ernesto Díaz Correa, quien la noche del domingo sufrió el robo de su automóvil Mazda 6, año 2020, patente PFPG15, tras una violenta encerrona en la caletera de la Ruta 5, a la altura de la avenida Jorge Alessandri, en San Bernardo, lugar donde los buses, procedentes del sur, suelen dejar pasajeros. o "Yo venía de Los Angeles. Había ido a ver a mi polola. Me bajé del bus, tomé la maleta y comenzó a pasar todo esto, como de forma instantánea. Y como quedé al otro lado de la reja y estaba recién operado de la rodilla izquierda, solo me dediqué a grabar. Caché altiro que se trataba de una encerrona porque estaban dos tipos, vestidos de negro, sacando del auto a mi papá. Fue terrible, porque vi que estos hombres apuntaron a mi papá con una pistola en la cabeza y que él no se podía bajar por el shock.
Ahí me asusté mucho", contó el muchacho, estudiante de primer año de Ingeniería comercial en la Universidad Andrés Bello, que además grabó las imágenes del asalto. "Le pedía que no forcejeara con ellos y se fuera, no más. Con la adrenalina, pensé en saltar la reja, pero estoy operado de los ligamentos cruzados, recién hace un mes. Todavía tengo una órtesis en la rodilla, por lo que no puedo correr. Así que comencé a grabar por inercia.
Era lo único que podía hacer para ayudar a mi papá", agregó. agregó. agregó. agregó. agregó. agregó. agregó. ) "Mi hijo Simón me salvó de una tragedia, porque yo estaba con la adrenalina muy alta" Ernesto Díaz Correa. Simón y su padre, Ernesto Díaz Correa, durante la mañana del martes trataban de reponerse, en su casa de Lo Barnechea, de los violentos momentos que les tocó vivir la noche anterior.
RICHARD SALGADO SALGADO Cuando los delincuentes salieron arrancando, Simón salió al encuentro de su padre. "Caminé hasta donde se podía dar la vuelta, por un paso peatonal que estaba en la esquina, bien lejos, por lo que nos comenzamos a acercar de forma paralela. Y, al juntarnos, nos abrazamos, sin decirnos nada. Los dos estábamos en shock. Nos subimos a un taxi que nos llevó a una comisaría. Ahí empezamos a afrontar la situación, porque hasta ese momento todo era como un sueño.
MI papá no lograba coordinar bien lo que decía", dijo. ¿Qué se le pasó por la mente en esos momentos de angustia? "Cuando comencé a ver lo que estaba pasando, sentí mucho miedo de que le hicieran algo o le dispararan a mi papá. También experimenté impotencia porque no podía hacer nada y solo tuve que mirar cómo le robaban el auto.
La verdad es que me asusté demasiado al ver a mi papá con una pistola apuntándole a la cabeza". Ernesto Díaz Correa, que patentó en su relato futbolero el "mató, mató, mató, pelota en la red, pelota en la red", amaneció en la mañana del lunes, en su departamento de Lo Barnechea, todavía afectado por la fuerte impresión de la noche anterior.
Y con sueño, porque estuvo en la 62 Comisaría de San Bernardo hasta las tres de la mañana y luego, pasadas las cuatro, lo llamaron para avisarle que el vehículo había aparecido en La Pintana. "Estoy shockeado, aparte que no he dormido nada.
No me puedo sacar de la cabeza la imagen de los dos tipos con las pistolas apuntándome a la cabeza y la otra al abdomen, mientras me quitaban el celular y las llaves de la casa. Iban encapuchados. Solo se les veía los ojos. Me decían que me bajara del auto o me iban a matar. Fue como una película, como un sueño, realmente pensé que no era real. Por la adrenalina no quería arrancar, mi idea era quedarme ahí para no hacerles fácil la situación, pero lo inteligente es salir de ahí, entregar todo y chao. Yo estaba esperando a mi hijo Simón que venía del sur en bus. Y él me vio cuando me estaban haciendo la encerrona y me sacan del auto. Incluso yo intento abrir la puerta de atrás para subirme, estando ellos ya sentados al volante. Y mi hijo me gritaba que saliera de ahí, que corriera, que no los enfrentara. Entonces, al escuchar a mi hijo, ahí recién entendí que debía dejar que se fueran con el auto. Mi hijo Simón me salvó de una tragedia, porque yo estaba con la adrenalina muy alta. Eran las 22.50 ", relató..