Autor: por Juan Olivares Meza, periodista.
Columnas de Opinión: La marcha de los abuelos
Columnas de Opinión: La marcha de los abuelos REFLEXIONES Les estamos fallando a nuestros viejos. Nuestro país les exige entereza, les promete respeto y luego los abandona en la vereda, en alguna pieza húmeda, frente a un televisor como única compañía. En Chile la población envejece, se vive más, pero no se vive mejor porque demasiadas veces la tercera edad se convierte en una larga caminata hacia el olvido.
El 49,2% de los adultos mayores vive en soledad no deseada y más del 55% está en riesgo de aislamiento, informó este año el Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo ¿ Qué significa eso en palabras simples? Que uno de cada dos abuelos podría morirse y pasar dias sin que nadie lo advierta. Que en miles de casas hay una silla vacia, una taza servida para uno, un teléfono que no suena nunca. La Organización Mundial de la Salud ya advirtió que la soledad mata. No de tristeza poética, sino de enfermedades reales. Acelera el deterioro cognitivo, enferma el corazón, apaga las defensas. Pero Chile aún trata la vejez como un trámite administrativo. Como un problema de otros. Como una carga. Y entonces desaparecen. Como Matilde Abarca, profesora jubilada, 71 años, que camino hacia un esteroen Llolleo y fue encontrada flotando una semana después. Como Manuel Gaete, 101 años, que salió a caminar por el Cajón de la Magdalena y nunca regresó. Como Carlos Mariangel, 67 años, que desapareció sin dejar rastro desde su propia casa en El Tabo. Historias distintas. El mismo patrón: adultos mayores que un dia dejan de estar. Familias que buscan con las uñas. Un Estado que responde tarde o no responde. Y una sociedad que no mira, que no ve. Quizás el caso emblemático de este dolor, por su propia belleza triste, es el de Mónica Yáñez, de 69 años, quien tomó un bus en Santiagoy se bajo en El Quisco. Fue grabada caminando hacia la playa al atardecer. Bastón en mano, falda negra, una bolsa verde. Nunca más apareció. No hay metáfora más poderosa que esa imagen. Una mujer mayor caminando sola hacia el mar, como quien se despide del mundo sin decir adiós. No dejó nota. No buscó testigos. Solo caminó. Nadie, de los cientos de personas que se cruzaron con ella, la vio. La marcha de los abuelos noes una postaltierna. Es una denuncia. Es el sonido de pasos alejándose, porque nadie los invito a quedarse Es una procesión sin aplausos, sin banderas, sin pancartas, sin regreso. Chile le debe a sus ancianos no solamente pensiones dignas. Les debe presencia. Les debe escucha. Les debe respeto real. Porque mientras no se lo demos, ellos seguirán marchándose. Unos hacia el silencio. Otros hacia el olvido Marchan los viejos hacia ese rincón del país donde la vejez duele tanto que no se ve. Pasan caminando frente a nosotros. Pero parece que vamos muy rápido como para notar que se están despidiendo *.