Presión social
Presión social V arios políticos y autoridades de este gobierno han invocado a los movimientos sociales para que ejerzan una presión para destrabar las reformas legislativas que pretenden impulsar y que permanecen estancadas en el parlamento. Estos llamados a que la movilización social haga valer sus puntos de vista se traducen en pedir que la calle se manifieste y exprese sus voluntades.
Con esto no solo se da por sentado que esta calle apoyará sus propuestas, que se supone han sido diseñadas y pensadas por su propio bien, sino que también se transmite un mensaje hacia la derecha o a los empresarios.
Estos llamados a la movilización traen por debajo un chantaje más o menos solapado o se usan para activar un fantasma que busca meter miedo, algo muy evidente si se toma en cuenta que algunos de los que llaman a la calle son los mismos que en otras oportunidades han deslizado la amenaza de un nuevo "estallido", con la cantinela de "no lo vieron venir" o la sonajera del "se los dije". Algo que recuerda esos "vietnames" con los que jugaba Altamirano, con algo de la satisfacción malsana de quien acepta la destrucción con el falso consuelo de creer que siempre se tuvo la razón. Me parece que aquí hay una secuencia de eufemismos e hipocresía. Se dice que nadie debiera temer a la voluntad general. Se confía además que "las movilizaciones sociales" espontáneas se comportarán exactamente como ellos quieren que lo hagan, como si tuvieran un control remoto para manejarlas. Cuando se habla de la calle nadie piensa en una romería con gente desfilando entre cánticos y pancartas, en un clima de sana camaradería. Eso no funciona. Cuando la semana pasada un grupo de organizaciones sociales convocó a un gran paro nacional, esperaban revivir los días de octubre de 2019 porque nunca han tenido más fuerza y poder. Por detrás de todo este simulacro de soberanía popular se sigue dando una batalla por fijar una interpretación de los acontecimientos de ese mes de octubre. Después de nuestro bochorno constitucional se dice que hay una reacción conservadora que busca reducir la gesta del "estallido" en una mera asonada delictual olvidando su épica. No hace mucho, una de las versiones de nuestro presidente le dijo a un grupo de adherentes que "en el último tiempo hay quienes han tratado de reescribir la historia reciente de Chile.
Y a lo que pasó el 2019 le han llamado el estallido delictual o un golpe de Estado no convencional incluso". Esto no es cierto, y no por las opiniones del presidente al respecto, sino solo porque esa historia no ha sido escrita. Salvador Allende dijo que "la historia la hacen los pueblos", pero eso no quiere decir que ellos la escriban. Otros tienen que hacerlo, estableciendo lo que ocurrió y ofreciendo, si es necesario, una interpretación que podrá revisarse siguiendo determinadas reglas.
Hay toda una biblioteca de versiones y análisis, pero ninguna crónica detallada de lo que ocurrió en Chile durante esos días terribles. ¿Quién quemó el metro? Presión social Marcelo Somarriva Q. "Hay toda una biblioteca de versiones y análisis, pero ninguna crónica detallada de lo que ocurrió en Chile durante esos días terribles"..