Autor: DANIELA SILVA ASTORGA
“El arte es una cosa móvil e inestable”
“El arte es una cosa móvil e inestable” “S igo extrañando el museo”, comenta de entrada Milan Ivelic (1935). El histórico académico de la Universidad Católica y coautor de libros referenciales para la escena artística como “La pintura en Chile” y “Chile arte actual” dejó hace 13 años el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), institución que dirigió durante 18 años. Los recuerdos están sumamente frescos. “No deja de ser, ¡es una cifra importante! ”, asevera, instalado en un sitial de su casa, junto a algunas de las obras que siempre lo han acompañado. Son de Gracia Barrios, Mario Carreño, Bororo, Nemesio Antúnez, y otros autores que también refiere en las clases que ha ofrecido durante seis décadas. Este semestre, eso sí, les puso pausa para cuidar su salud. Tampoco está yendo a galerías y no ha visto todavía la restauración que el principal museo nacional inauguró en el verano, tras una inversión de casi mil millones de pesos. Hoy, Ivelic les dedica bastante tiempo a los libros. A leerlos y a escribir los propios. ¿De qué se tratará el próximo? “Se llama El desamparo del público en las artes visuales.
Frente al divorcio entre el arte y los espectadores, estoy viendo cómo entregar caminos para que los públicos no expertos puedan tener una primera mirada, algo así como una introducción para entender mejor lo que se está viendo. O sea, estoy llevando al libro lo que habitualmente hago en clases. Para mí, la enseñanza y la docencia son fundamentales, lo han sido toda mi vida. No hacerlas ha sido una cuestión de la que es difícil recuperarse, vamos a ver cómo seguimos”. Ivelic proyecta que tardará un par de años en terminar su libro. “Escribo un manuscrito y luego lo voy pasando al computador. Es un trabajo muy personal. Voy pasando y reviso. No puedo dejárselo a otro”, comenta.
En las reflexiones que vuelca a su escritura, y que el académico comparte a medida que avanza la Milan Ivelic: EN LA TELEVISIÓN EN LA TELEVISIÓN Milan Ivelic tuvo también un programa de Milan Ivelic tuvo también un programa de televisión junto con su socio intelectual, televisión junto con su socio intelectual, Gaspar Galaz, escultor y profesor emérito Gaspar Galaz, escultor y profesor emérito de la U. Católica. Hoy, en cambio, no de la U. Católica.
Hoy, en cambio, no existe emisión de programas sobre artes existe emisión de programas sobre artes visuales en horario prime, como ocurrió visuales en horario prime, como ocurrió con “Demoliendo el muro”, el espacio que con “Demoliendo el muro”, el espacio que ambos tuvieron en dos temporadas (1983 ambos tuvieron en dos temporadas (1983 y 1994). Ivelic comenta: “Creo que en y 1994). Ivelic comenta: “Creo que en Chile ha habido una decadencia en cuanto Chile ha habido una decadencia en cuanto a mirar la vida con un horizonte más a mirar la vida con un horizonte más amplio. Hay un problema antropológico y amplio.
Hay un problema antropológico y eso en parte es fruto de la televisión”. eso en parte es fruto de la televisión”. tarde, siempre se cruzan la familia, la educación, los museos, el arte, el Estado y una suerte de declive cultural que dice advertir. Los mismos factores a excepción del último mencionaba durante la década del 90, en sus primeros tiempos a cargo del MNBA, y también después.
Lo que a él le gustaría es, dicho de manera simplificada, que los museos fuesen visitados por mucha más gente, y que el arte pudiera entonces cumplir mejor con su parte: ampliar horizontes, instalar interrogantes, brindar ánimo de investigación.
Ivelic ve al arte, tal como otros especialistas, como un apoyo crucial para la educación. ¿Parece que es una problemática perpetua la del arte, los públicos y la conexión? “Con el tiempo que ha pasado y no ocurre lo que debiera ocurrir, pienso que se va a eternizar, es una cuestión interminable, porque cómo logras esa empatía con toda la gente porque esto del arte es una cuestión de pasión, también, de amor, de cariño por una actividad”. ¿Cuáles son las razones que lo hacen extrañar aún el museo? “Que todos los días te encontrabas con novedades. No había rutina. Llegaba y siempre había imprevistos.
Un día, por ejemplo, me encuentro con dos trabajadores que empezaban a pintar la escultura de Rebeca Matte que está al ingreso (“Unidos en la gloria y en la muerte”). Les digo: ¡ Qué están haciendo!, y me responden que la Municipalidad de Santiago les había dicho que debían pintarla.
FeANEVARAROTCÉH lizmente llegué a tiempo, si no le habrían alcanzado a dar sus brochazos con pintura verde”. EN LAS PATAS DE LOS CABALLOS En sus casi 20 años como director del MNBA, Ivelic consiguió animar a la empresa privada con donaciones, que fueron decisivas para concretar decenas de exposiciones extranjeras, como las de Magritte, Rodin, Moore, Bresson y Doisneau, entre otros artistas. Pero, a la vez, nunca abandonó su interés por exhibir, en paralelo a pinturas patrimoniales, arte contemporáneo nacional. Hoy recuerda: “Pensé que no podía solamente mostrar la colección de pintura chilena, porque había que incorporar lo que los artistas estaban haciendo en la actualidad.
No solo pintura o escultura, otras cosas también (como instalaciones o performances). Ahí fue cuando me encontré con gente de mentalidad más conservadora o que no tenían el horizonte que les permitiera ver cómo el arte ha ido modificándose, renovándose para estar a tono con la época en que se está viviendo”. Entonces se encendía la discusión.
Ocurrió con las primeras intervenciones que se hicieron en la exposición permanente, a través de los “Ejercicios de colección”. También, y lo recuerda especialmente, con una performance en que Carlos Leppe avanzaba de rodillas por el hall del museo al encuentro de los asistentes.
“Cuando empezó a dirigirse a ellos con un lenguaje poco comprensible, el público se volvió loco y cuando terminó se acercaron a mí para decirme que cómo era posible que el museo nacional exhibiera esa atrocidad. Eso me pasó más de una vez, pero pienso que poco a poco la gente se fue acostumbrando a ver cosas distintas, a entender que el arte es una cosa móvil e inestable. Eso me permitió trabajar tranquilo, aunque entendiendo que me estaba metiendo en un zapato chino o en las patas de los caballos”, se ríe. Tranquilo nunca estuvo en términos económicos: es sabido que los museos nacionales siempre funcionan con presupuestos estrechos. Existe un anhelo que no pudo cumplir: ampliar el espacio expositivo del museo. En tres décadas, nadie ha podido. ¿Cómo procesa esa realidad? “Esta precariedad constante se debe a que a la cultura no se le da la importancia que tiene, comenzando por los gobernantes o los parlamentarios. O sea, hay parlamentarios que jamás han entrado al Museo Nacional de Bellas Artes, incluso presidentes. Ricardo Lagos fue el Presidente que más fue al museo, y no necesariamente cuando se le invitaba, simplemente se interesaba y pasaba. También lo hizo un poco Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Pero que yo haya visto a ministros, parlamentarios, senadores o diputados, nunca o casi nunca.
Ahí hay una primera cuestión: si las personas que dirigen el país no tienen esa empatía con la cultura, poco y nada van a hacer, porque no se sienten motivados, no le dan mucha importancia”. Uno de los asuntos que más ocupan hoy al académico y exdirector del Museo Nacional de Bellas Artes es cómo estrechar los vínculos entre los públicos y el arte contemporáneo. Escribe un libro sobre el tema y confiesa que todavía extraña la institución que condujo.. Milan Ivelic, ex director del Museo Nacional de Bellas Artes.