Rafael Gumucio “El octubrismo es un movimiento que se basó en la cobardía generalizada”
Rafael Gumucio “El octubrismo es un movimiento que se basó en la cobardía generalizada”. ESCRITOR, ACADÉMICO Y FUNDADOR DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS HUMORÍSTICOS DE LA UDP: Rafael Gumucio “El octubrismo es un movimiento que se basó en la cobardía generalizada” DE POLÍTICA, DEL GOBIERNO Y LOS 50 AÑOS DEL GOLPE, DE BASSA Y STINGO; DE PARRA, MATTA Y GABRIELA MISTRAL; DE SUS ANTEPASADOS ILUSTRES Y SU VISIÓN INCONFORMISTA, HABLA AQUÍ ESTE ESCRITOR, COLUMNISTA Y POLEMISTA. ÁCIDO, INCISIVO, IRÓNICO. CON USTEDES, GUMUCIO, DE CUERPO PRESENTE. POR María Cristina Jurado. RETRATO Sergio Alfonso López yo yo creo que la Convención y el estallido avivó los peores recuerdos de la Unidad Popular, sin despertar despertar los buenos recuerdos. Eso marcó los espíritus. Y el Gobierno no trabajó a tiempo, ellos mismos están muy confundidos sobre qué fue la UP. No hubo un debate, el tema pendiente es poner a Allende ya la Unidad Popular en la historia de Chile y el siglo XX chileno. Para sus partidarios, Allende es algo inédito inédito y fuera de la historia, y para quienes lo odiaii, también. Ese debate quedó pendiente: el de poner a Allende en perspectiva de la historia, como son parte de la historia Balmaceda y Carlos Ibáñez del Campo. Algunos grupos testimoniales no han tenido la visión de entender que esto es de todos y no es suyo nomás. Se está quedando, momentáneamente, en este departamento ochentero sobre el que se descuelgan grandes palmeras. Un jardín antiguo para este edificio antiguo, de luz oblicua y pasiios de cerámica cerámica sin calefacción.
Rafael Andrés Gumucio Araya, hijo de Rafael Luis y nieto de Rafael Agustín estirpe política y de personajes públicos en la cual él es el quinto Rafael maestro en el arte de provocar, de sonreír por la comisura de los labios después de espetar ciertas verdades; verdades; de escandalizar con esas mismas verdades; una de las buenas plumas de Chile, un tipo que ha leído como pocos y cuyos largos años en París, en razón de un amargo exilio familiar, en vez de despojarlo, lo vistieron, recorre su casa mientras sus pies aplastan papas fritas y libros deshojados. En tiempos normales aquí vive su exmujer, la estadounidense Kristina Cordero, y sus hijas adolescentes, Beatriz y Carlota, quienes, por estos días, andan en Nueva York. Desde su separación, después de 20 años de matrimonio, volvió a compartir casa con su madre escritora, Isabel Araya, y dice que funciona funciona bien, será que no quiere vivir solo.
Para un escritor con 16 libros publicados, entre novelas, ensayos, cuentos y biografías; fundador fundador del Instituto de Estudios Humorísticos de la UDP; invitado permanente permanente en programas televisivos, y autor del que está considerado el mejor perfil psico-político de la semana, Rafael Gumucio es el prototipo de un excéntrico con sustaricia. Pero el éxito para Gumucio no es el éxito de los demás mortales. Sin preocuparse de la facha y mucho de su intelecto, es un hombre consciente de su carisma y puede ser muy serio cuando habla de política.
Por ejemplo, cuando explica por qué este II de septiembre no fue lo que debía ser: La salida de Patricio Fernández fue un error gigantesco, así como no negociar un discurso mínimo para explicar el golpe militar. Habíamos avanzado hasta eso, con los 40 años habíamos llegado a la conclusión de que los golpes militares no son buenos, que no sirven y que hay que evitarlos. Y siento que hemos retrocedido porque ha entrado una lógica de redes sociales, que es quién se indigna más. En ese juego hemos puesto nuestros 50 años, la historia y el dolor que todos hemos sufrido, y que yo sufrí particularmente. Yo estuve II años en París durante el exilio de mi familia y varios familiares míos fueron fueron torturados, para nosotros es un dolor muy cercano. Que la generación de Boric no haya vivido el Golpe, ¿marca la forma en que el Gobierno enfrentó los 50 años? Sí. Se parece a cuando uno va a ver a una persona a quien se le murió alguien. Uno va ylo piensa desde fuera, pero la persona que vive ese dolor lo sufre desde dentro. Aquí hay como recuerdos impostados. impostados. Está la memoria de quienes lo vivieron, y también cierta memoria memoria impostada, de hacer como recuerdos aumentados. Se ha impuesto impuesto una especie de memoria un poco obligatoria, casi impostada.
La nueva generación intenta entender lo que pasó, pero lo que pasó no es tan entendible: se siente, hay que haberlo vivido. (... ) En quienes quienes no vivieron eso, hay una obligación de cierta solemnidad, de discursos un poco aprendidos, un poco memorizados, que a mí me resultan muy aburridos. Porque los que vivimos eso lo vivimos dentro dentro de un mundo que ya no existe. Nofre el Gobierno quien dio lapauta al sacar a Patricio Ferndadez de la conmemoración y permitir que esto se saliera del centro? ¿ Perdieron el norte? Sí. Y regalaron ese bastión, pusieron a cierta derecha moderada o casi moderada al lado de los republicanos. Todo el negocio de la transición fue inventar, porque no existía, una derecha que pudiera ser enteramente democrática. Es cierto que no existe, pero se la inventó, se la creó. Y el trabajo de destruir eso es completamente suicida.
Si algo hizo Piñera en su primer gobierno fue justamente, con los cómplices pasivos, dejar en claro que los civiles no deberíamos deberíamos participar nunca de una asonada militar porque, al final, el precio que se paga es demasiado caro. Todo esto es un poco absurdo, porque golpe militar no va a haber. Pero atentado contra la democracia democracia sí que podría haber. Pinochet no va a haber, ni Allende, eso no se va a ver nunca más. Pero hoy el nunca más acabar con la democracia está cada vez más lejano. ,El Gobierno erró en su puntería con la conmemoración de los 50 años? Ni siquiera tuvo mucha puntería. Intentó algo, intentó lo contrario, contrario, y dejó de intentar las dos cosas. No tenían cómo resistirse cuando pasó lo de Pato (Fernández), no tenían cómo defenderse, se les ve Rafael Gumucio “El octubrismo es un movimiento que se basó en la cobardía generalizada”. nían demasiado cosas encimas. Se pensó de manera automática que la gente que en los 40 años dijo que nunca más, a los 50 iba a repetirlo. Y no fue así. La principal materia prima de la obra literaria de Rafael Gumucio es su familia. Pero en 2018 publicó "Rey y Mendigo", biografía de 700 páginas de Nicanor Parra, que le reportó un éxito literario importante.
A fin de este año publicará la biografía de Roberto Matta, de 500 páginas, y tal vez siga con la de Raúl Ruiz. --Matta, Ruiz, Parra y la Mistral pertenecen a una categoría que yo llamaría "el genio chileno", que es una capacidad muy propia de acá de mezclar cierto humor campesino, muy terreno, muy excéntricamente chileno, con las vanguardias o el pensamiento o las ideas que circulan en su época o incluso al final de su época. Y todo esto bajo la luz de un humor esencial. Por ejemplo, la Mistral tiene una manera totalmente distinta de entrar en los temas a como entraría cualquier otra persona. Si tiene que escribir sobre la nieve, lo último que dice es que es blanca. Totalmente original y al mismo tiempo totalmente culta. Y eso lo tienen en común los tres. Y en Chile hay otro genio, Neruda. --Usted se ha pasado la vida luchando por ser escritor. ¿Se siente un escritor después de 16 libros? --Sí. Por supuesto que me siento escritor, pero en mis libros no tanto, porque la escritura es el padre y el padre no se alcanza nunca. El libro de Parra es un libro larguísimo en que todo el tiempo estoy pidiéndole a Nicanor si él me podía considerar un escritor, si él me podía validar. En la vida real no fue así, él empezó leyéndome y después nos conocimos.
Y a él le daba lata, y con toda razón, a mí también me dan lata las relaciones entre escritores. --Vive con su madre desde su separación. ¿Cómo ha hecho para convertir su vida en una novela y, además, vivir con sus personajes? --Eso sí ha sido rarísimo. Yo pensé que iba a escribir en Macondo, pero me di cuenta que yo nunca había vivido en Macondo ni en Aracataca, el lugar original de García Márquez. Había vivido en París y me encontraba bien penca, porque vivir en París es como bien snob. Cuando empecé a escribir, iba a escribir como Cortázar o como "Los detectives salvajes", pero como no tuve esa vida, salía súper falso. Germán Marín fue quien me inició a escribir sobre mi vida y yo decía, cómo voy a escribir sobre mi mamá, sobre mi papá.
Pero descubrí que, bueno, no tenía otros personajes mejores. --Partiendo por sus abuelos, Rafael Agustín Gumucio y Marta Rivas, su familia es aristocrática y de raigambre política. ¿Le ha influido pararse en la vida como un privilegiado? --A diferencia de ME-O, mi primo, tengo ese pasado, pero una vida mucho más de clase media. Yo estudié en un colegio fiscal, vivía en Ñuñoa, cuando Ñuñoa era Ñuñoa. Estudié Pedagogía en Castellano en el Blas Cañas, que hoy es la Universidad Católica Silva Henríquez. Me ha ayudado mucho la libertad intelectual, sentir que nunca tengo que dar explicaciones. Mi abuela no lo decía, pero lo sentía, le pasaba lo mismo que a la Delfina (Guzmán), esa sensación de que el país era nuestro. Era nuestro y lo perdimos en algún momento.
Yo no lo viví, pero lo sentí en mis abuelos y eso me influyó. --Un poco como sentirse los dueños del capital y de la tierra... --Claro, pero nosotros no teníamos ninguna de esas dos cosas hace mucho tiempo, además. Esa patudez me ayudó y me determinó mucho en la percepción del otro. Los otros tienden a ver una cantidad de privilegios que no son reales, y hubo un momento en que yo me pude haber decidido por el abajismo o el arribismo: me decidí por el arribismo. Entonces jugué, quizás demasiado a veces, a ser más aristócrata y más excéntrico de lo que realmente era.
Y es que, cada vez que les contaba que estudié en un colegio subvencionado, ¡era verdad! Cuando yo leo los libros de Zambra y habla de su infancia en Maipú, era muy parecida a la mía. Yo iba a fiestas en Los Presidentes con Grecia, ese era mi hábitat. Nunca tuve otro hábitat porque llegué a los 14 acá y viví en París.
Y en París éramos, no sé si pobres, pero éramos... Del Blas Cañas, yo era el único que vivía en el barrio oriente, todos los otros vivían del paradero 8 al paradero 30 de Vicuña Mackenna.
Y después, claro, me pasó que cuando fui más viejo y me encontré con los nietos de los amigos de mi abuela, fue muy fácil y natural ser amigos, pero yo no los conocí en el colegio: muchos de mis amigos estudiaron en el Saint George's o en el Verbo Divino. Yo jugué mucho a aparentar que era parte de ese mundo, porque me carga la gente que llora. Gumucio dice que su historia familiar tiñó su relación con Nicanor Parra. "Tengo una relación sanguínea con la historia de Chile, de mucha cercanía. Cuando conocí a Nicanor, de 80 años, él tenía la misma relación que yo con la historia. No solo por una cuestión familiar --también su familia había sido parte de la historia--, sino por su edad: él había vivido eso. Y es que para mí Carlos Ibáñez del Campo no es solo un nombre". --Ibáñez del Campo exilió en 1927 a su bisabuelo Rafael Luis Gumucio. Y su abuela Marta fue hija de un ministro y embajador. --Sí, de Manuel Rivas Vicuña: hay una avenida Rivas, que va de Estación Central a Maipú. Mi bisabuelo fue mucho más importante que mi abuelo. El mundo de mi abuela --y por eso escribí un libro sobre ella-era para mí un mundo imaginario. Yo estaba relacionado "Yo sé que la gente de derecha teme lo que este Gobierno pretende hacer, pero lo que yo temo es que no pretende hacer nada", dice Gumucio.
FELIPE FIGUEROA Rafael Gumucio “El octubrismo es un movimiento que se basó en la cobardía generalizada”. de manera sanguínea porque era mi abuela, pero para mí todo lo que ella contaba y representaba me era totalmente ajeno, como una novela. (... ) Para García Márquez, Macondo también era la historia de sus abuelos. Yo me sentía mal porque me faltaba un pueblo de provincia provincia o un barrio perdido, como todos los escritores que tienen esa huevada. Lo mío era forne. García Márquez conocía a mi abuela y Pepe Donoso era su amigo. Y a Pepe Donoso le dijeron que por qué no me metía en su taller literario y dijo que no, que ni cagando, porque porque es nieto de la Marta. Entonces (mi abuela) en vez de ayudarme, me desayudó. Alguna vez dUo que siempre quiso la fama, el poder y la gloria. ¿Siente que alcanzó algo de eso a sus 53 años? Fama he conseguido. Hay una cosa que me gusta: llevo muchos años en el mismo nivel de fama. Una fama como de canal chico, puedo perfectamente salir a la calle y no pasa nada. Llevo 25 años y a veces he estado en la radio, a veces he estado en la tele y a veces no he estado. Lo que no he conseguido es la gloria. El poder no me interesa nada, nunca lo he tenido. Me pasa que cuando conozco gente, alumnos que me pueden admirar, yo logro en diez minutos que dejen de admirarme porque los transformo en amigos, no consigo consigo tener discípulos. Yo he cachado que Nicanor o la Gabriela Mistral eran personas que se movían y tenían discípulos. Pero a mí lo que me gustaría, más que gloria, es el prestigio. Cómo ganare! Nacional de Literatura? Bueno, yo creo que en algún momento me lo van a tener que dar, por cansancio digamos. Ysu obra literaria amerita el Premio Nacional? Bueno, estoy muy joven todavía.. ¡pero por supuesto que sí! Acuérdate que a la Gabriela Mistral se lo dieron después del Nobel.
Y a Edwards Bello, quien es lo más parecido a lo que yo he querido ser, que es como contar un poco la historia de Chile a través de mi propia vida, digamos, a él le dieron el Premio Nacional de Literatura y el de Periodismo, los dos. Yo no merezco ninguno, pero creo que mi obra es mucho más seria y consistente de lo que soy yo, digamos, y creo que he logrado esconderla por timidez. A Carlos Montes le dijo Doctor Chapatín; a Jackson, El Ángel Caído; a Catalina Pérez la comparó con Poncio Pilatos y el ministro Luis Cordero se transformó en El Fixer. De sus perfiles políticos pocos se salvan, ni siquiera Piñera, Macaya o Loncon, Loncon, de quien dijo que solo existe para nombrarse a sí misma. A veces le pega a la derecha y a veces a la izquierda. Nunca quiero ser demasiado injusto. Mi ventaja es que llevo muchos años haciendo columnas de política y dedicado a la política, desde el periodismo. Y mi familia, toda su historia es en torno a la política. Estoy acostumbrado, la conozco muy bien y me gusta mucho. mucho. No me gustaría practicarla, por supuesto. CNo sería político? No, no, seria incapaz. No creo que podría soportarlo.
A veces, el jueves pienso que podría hacerlo, pero ya el viernes se me quita Porque a mi me gustan el poder, la gloria y la fama, pero la fama me gusta mucho más que el poder. No soy capaz de responsabilidades políticas, un día me entretienen, pero al otro día hay que seguir y trabajar, entonces claro, ya no me gusta. Pero conozco la política muy de cerca y me fascina. Hay una nueva generación con una forma de debatir política que me es ajena y la he querido investigar.
Muchas de mis columnas quieren tratar de entender lo que pasó desde 2019 en adelante, que no empezó en 2019, sino en 2006. cSe refiere al ascenso del Frente Amplio? Sí, pero para mi el momento cero fue el estallido. Ahí sentí que muchas de las banderas e ideas que circulaban eran mías y de mis amigos, pero estaban en contra de lo que era un mínimo aceptable para mí. Yo hice muchas críticas a la transición, con mucha irreverencia. irreverencia.
Estábamos centrados en que el centro de Santiago es un lugar lleno de gente excéntrica, inesperada, rara, lleno de tensiones e ideas que no estaban representadas en el mundo de la elite y los medios tradicionales. Y cuando vino el estallido, vi que muchas de estas cosas que yo había buscado y encontrado no se reconocían en ese monstruo. monstruo. Porque nuestra irreverencia no era contra el metro, no era contra el museo Violeta Parra, era más profunda. De repente sentí que estaba en un país donde nada sostenía nada. Lo sorprendió el estallido... Era bien esperable cuando todas las instituciones ya habían hecho agua. Y, claro, a veces yo fui parte de los que ayudaron a destruir destruir esas instituciones. Traté de entender qué pasaba, y algunas cosas entendí, y eso más rabia me dio. No era tan grave ni tan cierto todo: personajes como Jaime Bassa o Stingo a mí me sorprendieron.
Me sorprendió que estos cabros que eran demócratas cristianos, que nunca estuvieron en nada, que eran más bien de centroderecha Bassa era ayudante de Oscar Godoy, dos jóvenes de mi edad que nunca debieron aparecer en nada, que nunca estuvieron en nada, ¡ahora eran los reyes del descontento! SSe puso desconfiado? Me di cuenta que, simplemente, estaban ahí para reemplazarnos. reemplazarnos. Me parecia súper bien, pero lo hicieron tan mal, que volvieron después a lo que yo pensaba que eran: ayudantes de Oscar Godoy. Usted tiene una perspectiva distinta del octubrismo... Lo que yo vi era un movimiento de reemplazo de quienes se sentían segundones o secundarios, pero no había diferencias profundas profundas ni ideologías. Me parece que el octubrismo es un movimiento que se basó en la cobardía generalizada.
El centro del octubrismo es que no nos gustan los líderes, que no creemos en los líderes, pero no, no es que no creemos en los líderes, sino que ellos saben que los líderes pagan un precio y nadie quiere pagar ese precio ni hacerse responsable responsable de nada. Muchos que no habían militado nunca, que nunca habían habían hecho nada, ahora militaban. Y la razón es que esto era demasiado demasiado simple, vago y poco exigente. Precisa: Cuando yo era joven, cuando uno entraba a un partido político, había que leer a Marx, había que leer a Lenin, había que leer a Trotski. Trotski. Había que pelear con gente muy preparada y había que arriesgar y soportar la tortura. Y yo, por eso, era un pésimo militante de la Izquierda Izquierda Cristiana.
Pero incluso de ahí me echaron por amarillo: entonces militar era serio. (... ) Y cuando llegó el estallido, vi que era un catalizador de cierta mediocridad, de cierto miedo y cierta ansia de reemplazo y ciertas ganas de este si que es mi momento. Y después después la Convención fue la ejecución máxima de esta elite que fue a estudiar a Londres o a Nueva York. Usted, de joven, tomó un camino serio.
Es el fondo de su mirada crítica, ¿no? Cuando tenía 25 años, mi abuela me dijo, con toda razón, que mi camixo era terminar mi magíster de literatura e irme hacer un doctorado doctorado en Estados Unidos o en Europa y ser profesor universitario con buen sueldo. Y escribir mis libros en los sabáticos. Y yo no terminé el magíster bueno lo terminé, pero muchos años después y entré a trabajar en la televisión, y no me fui a Estados Unidos. No me estoy transformando en héroe, pero los que escogieron el otro camino no pueden dar lecciones de moral. Cuando quisieron refundar el país, ellos no lo iban a hacer. De hecho, no lo hicieron. Yo vi siempre en su forma de hacer las cosas una forma de impostación. Y me pasa lo mismo con el Gobierno.
Yo sé que la gente de derecha teme lo que este gobierno pretende hacer, pero lo que yo temo es que no pretende pretende hacer nada Es bastante visible que no ha pretendido hacer nada de lo que ha dicho. Rafael Gumucio “El octubrismo es un movimiento que se basó en la cobardía generalizada”.