Los pueblos y los perros
Los pueblos y los perros POR ROBERTO AMPUERO ESCRITOR, EX MINISTRO Y EMBAJADOR. Mas calles de mi puee gusta caminar por blo. Y hablo de pueblo con cariño porque hace mucho decidi alejarme de las grandes ciudades como opción de vida. Camino, porque lo considero una forma idónea para conocer el lugar donde vivo. La caminata me permite contemplar y reflexionar, conocer y escudriñar el rostro de este pueblo, que por un exceso de maquillaje barato va perdiendo sus fachadas tradicionales, su estilo apacible, ángel, identidad y alma. En pocas palabras: mata la gallinita de los huevos de oro y corre el riesgo de terminar pareciéndose a tanta ciudad o suburbio latinoamericano, uno igual a otro, infiernos de los cuales muchos logran huir. Alejo Carpentier, novelista culto y conocedor de arquitectura, escribió que las ciudades latinoamericanasson feas (imaginense las reacciones) y que la belleza que persiste en ellas se halla en los barrios coloniales. Tiene razón: Antigua Guatemala, Cartagena de Indias, La Habana Vieja, San Miguel de Allende y los centros históricos de Bogotá, Quito y Lima, así lo demuestran. Pero volviendo a mis caminatas por el lugar en que vivo cuenta con amenidades elementales propias de la modernidad, pero sin sus desventajas. Además, por autopista estamos a hora y media de la Babylon, y a 45 minutos de Viña del Mar.
Cuando camino por aqui -aun es seguro hacerlo mientras no oscurezca, se afirmapercibo el cambio de las estaciones, escucho los pájaros, me cruzo con vacas y sus terneros, escucho el balido de corderos y el relincho de caballos, le tomo el pulso tranquilo a sus habitantes, que a mi termina por contagiarme. Ir en auto o moto es lo contrario. Es transitar por calles sin ver el pueblo, es pagar tributoa la premura y la impaciencia inherente al metropolitano. Y cuando esos vehículos se desplazan con escape libre (antiguamente esto implicaba multa) van matando el oasis. Al caminar por el pueblo distingo el rostro de casas bien cuidadas y veo bellos jardines y antejardines, todo lo cual maniflesta el carácter de sus moradores.
Lo tremendo es que cada dia aumenta el número de quienes nos protegemos detrás de altos muros coronados por alambradas por miedo a la delincuencia que se desató desde el estallido de violencia de octubre de 2019. En fin, caminar permite tambien observar el rostro de tiendas y almacenes, agradecer a los comerciantes que los cuidan y aportan estetica al pueblo. Y en ese contexto me pregunto por qué será en Chile tan feo el exterior de los supermercados y los malls chinos. Es claro que los proyectan a espaldas del carácter de las ciudades, y no les interesa sintonizar ni con la arquitectura de los barrios donde venden. Simplemente aterrizan en una calle concurrida con una suerte de horrenda nave espacial, que no hermosea ni con detaIles el lugar donde están. Simplemente viven de espaldas al mundo donde residen sus clientes. Supongo que los diseñan constructores en una calle triste de Santiago o Beijing, indiferentes a la ciudad donde se instalarán, en lo posible todos klenticos, ajenos al impacto estético que tendrán. En una ciudad grande puede dar lo mismo mas o menos fealdad, pero en ciudades pequeñas pueden contribuir o matar su alma e identidad.
Les da lo mismo si levantan el establecimiento en la zona desértica de Chile o en la austral de los rios y lagos, en un pueblo o en una gran ciudad, todos son idénticos y, como son enormes, afean, no aportan ni siquiera con guiños a la arquitectura de la ciudad donde comercian. ¿ Tienen responsabilidad en esto los municipios? La verdad es que si carecen de plano regulador, "todo vale" y asi se desdibuja la arquitectura y la identidad de ciudades. Algunos alegarán que construyen lo mismo por racionalidad y economia de recursos. Nadie habla de que cada fachada deba ser radicalmente distinta, sino de incluyan guiños que en alguna medida "dialoguen" con la zona en que vendedores y clientes se beneficiaran. De lo contrario, los supermercados y malls chinos seguirán afeando barrios de Chile, país modesto en la conservación de la arquitectura patrimonial debido a terremotos, autoridades y ciudadanos indiferentes. Esas empresas pudieran ser ejemplo de conciencia patrimonial cultural.
Caminar por mi pueblo me permite también observar a los perros. ¿ Habrá más perros o chilenos en nuestro país? Si, observo tanto a las mascotas tratadas con cariño y responsabilidad por sus dueños, como a los feroces perros encerrados en patios estrechos, esos guardianes temibles y frustrados, que de saltar sus rejas muerden a quien encuentren por delante. Caminar implica también andar alerta a las jaurías asilvestradas que circulan por barrios, persiguen a vehículos y derriban a ciclistas y motociclistas. Muchos perros pasan su vida encarcelados detrás de rejas y en recintos minimos.
A veces terminan atacando, cuando no matando, a sus dueños, y hay otros animales que campean en las calles alimentándose de lo que les arrojen, como en la Edad Media europea, y toman peligrosas ciertas esquinas, Pero tanto los perros mascotas bien atendidos por sus dueños responsables como los convertidos en rabiosos cancerberos y los que integran jaurías hablan de nosotros, de nuestras angustias, de nuestra relación con los animales y nuestra calidad humana. Los últimos, los agresivos, reflejan nuestros temores, anhelos y omisiones. En la India crece el número de vacas en las calles por razones religiosas, y en Chile aumenta el número de perros asilvestrados por la desidia e irresponsabilidad de personas y autoridades. Tremendo que en Chile se incremente el número de perros de la calle después de los feriados largos y las vacaciones. Se sabe que muchos, hartos de la mascota en casa que compraron, la llevan un dia lejos para abandonarla.
Después de cada verano he visto perros de raza ya flacos, sedientos y angustiados buscando claramente a sus amos, corriendo desesperados detrás de algún auto, aun ilusionados por la esperanza de que encontrarán a sus dueños, que se hallan ya lejos. Si, caminar por las calles donde uno vive, permite sentir el paso del tiempo, ver y escuchar a los demás y vernosa nosotros mismos y a nuestra comunidad, percibir lo que usualmente no percibimos.
Cuando camino por mi pueblo pensando en estas cosas me viene a la memoria lo que afirmaba mi abuelo materno cuando la gente protestaba contra el gobierno: "en las democracias la gente tiene las autoridades, la ciudad y el pais que se merecen"..