“El cuerpo molestado como un avispero, hierve de ira”: el regreso de Gonzalo Millán con su diario de muerte
“El cuerpo molestado como un avispero, hierve de ira”: el regreso de Gonzalo Millán con su diario de muerte CULTO Pablo Retamal Navarro La noticia se la comunicaron sin rodeos. Como un acusado frente a su juez, Gonzalo Millán Arrate escuchó el diagnóstico aterrador: cáncer al pulmón en estado avanzado. Corría mayo del 2006 y el poeta sospechó que no le quedaba demasiado tiempo de vida. Por eso, decidió escribir. Acaso la única forma de tener control de la situación que lo aquejaba. Tal como lo hizo Enrique Lihn en 1988, Millán llevó un diario de sus últimos días. En estos, anotaba cómo iba el tratamiento, reflexiones sobre la vida, y por supuesto, poemas. En la primera entrada, del sábado 20 de mayo, se lee: "La noticia del cáncer lo cambia todo, antes y después de mayo 06. El lunes 22 examen de broncoscopía en el H. Del Tórax. Fin de los exámenes y con la biopsia por fin el diagnóstico y el tratamiento. Hoy no resulta visita a vidente de Puente Alto. En cambio duermo una reparadora siesta". Al día siguiente, volvió a escribir: "El cuerpo reacciona sin incredulidad, responde en forma natural. La mente pone el grito en el cielo. El contraste me produjo alergia. Estoy cubierto de un sarpullido y me pica todo el cuerpo. El cuerpo molestado como un avispero, hierve de ira. El pellejo febril irritado; irritante, ardo, me quema la radioactividad inyectada.
Noto que el tema de la muerte y la enfermedad me causan un enorme pudor (que quizá sea puro temor, a raíz de la impertinencia periodística)". De este modo, Millán -una de las voces más relevantes de la poesía chilena escribió a mano una serie de cuadernos que tituló El Lucero 1,2 y 3, más uno Torre con motivo Disney que no catalogó. Fueron la dramática fotografía de un poeta que creaba a contrarreloj. Tras su muerte el 14 de octubre de 2006, fue su pareja, la poeta Mané Zaldívar, la encargada de transcribir pacientemente cada uno de los cuadernos. Con este ingente material publicó de manera póstuma un volumen que se llamó Veneno de escorpión azul. Este llegó a las librerías en 2007. Sin embargo, por avatares del destino, en aquella edición original no se publicó todo. Hoy, 18 años después, Veneno de escorpión azul vuelve a aparecer pero esta vez de manera íntegra con todo el material que escribió Gonzalo Millán, de mano de la editorial La Esporádica. Mané Zaldívar atendió las consultas de Culto y comentó: "La NENE ESCORPION tl Sonzalo Millán Cuidermos cad de E E E E E E V D ñ h rm t Le seprrédico.
VENENO DE ESCORPIÓN AZUL GONZALO MILLÁN La Esporádica 364 páginas "El cuerpo molestado como un avispero, hierve de ira": el regreso de Gonzalo Millán con su diario de muerte Enfermo de un cáncer terminal, el poeta registró sus últimos meses de vida en unos cuadernos. Fueron una bitácora de esos tiempos de dolor, pero también de creación. Su pareja, la poeta Mané Zaldívar, se hizo cargo de publicarlos en 2007 bajo el nombre de Veneno de escorpión azul. Sin embargo, no se dio a conocer todo el material.
Hoy, el volumen vuelve a librerías y esta vez de manera íntegra. incorporación de los textos inéditos que se rescataron de la primera transcripción que hice de los cuadernos, corresponde a aproximadamente un treinta por ciento más de lo publicado en 2007, diría que permiten dar forma a una nueva obra de Millán. En la primera edición quedaron fuera una serie de poemas y toda la puesta en escena de un teatro que Millán va fabricando hacia el final de sus días.
Los poemas y este esbozo de dramaturgia, dan un tono dialogante a su despedida que merece ser conocido, leído y valorado". A pesar de los años transcurridos, Zaldívar aún recuerda con lucidez esos días de transcripción y enfermedad. "Fueron tiempos difíciles, muy difíciles.
Por un lado, tenía el compromiso de honor con Millán (así le gustaba que lo llamara) de transcribir sus cuadernos y hacerme cargo de que estos se publicaran después de su partida; por otro lado, el dolor inmenso de la pérdida, duelo duro luego de haber compartido intensamente diez años juntos; y por último el difícil y agotador trabajo de la transcripción, contra el tiempo.
Sabía que, si no lo hacía lo antes posible, ya no podría hacerlo quizás hasta cuándo". "Millán murió el 14 de octubre de 2006, y un par de meses después empecé a mirar, a leer los cuadernos, a hacerme a la idea (nunca antes había leído lo que escribía, ese era el trato). Y de enero a marzo de 2007 me puse a transcribir. No sé cómo lo hice, pero lo hice de corrido en una especie de trance progresivo, de complicidad escritural y poética que duró ese tiempo.
Luego vinieron las conversaciones con Matías Rivas de la UDP para la publicación, como había acordado Millán, y cuando vino el momento de armar el libro, de editar, Andrés Braithwaite Libros Libros fue mi compañero de ruta.
Tengo un gran recuerdo de su trabajo y gentileza". Aun así, Zaldívar asegura que volver a reencontrarse con este material ha sido más llevadero de lo que pensaba. "La lectura de sus cuadernos ha sido después de veinte años una gran riqueza para mí; una lectura menos dolorosa y más lúcida.
Gratitud por lo vivido, pura ganancia y admiración". ¿Cómo se gestó esta nueva edición? Lo cuenta el editor Ernesto Pfeiffer: "El primer paso fue conversar con Mané Zaldívar y recibir de parte de ella la transcripción íntegra del diario.
En el proceso de edición fue clave poder consultar los cuatro cuadernos originales y descubrir los detalles que Millán incorporaba en cada uno de ellos, por ejemplo las portadillas con fechas y los dibujos (cruces azules, manchas, etc. ), la mayoría de esos detalles gráficos fueron incluidos en nuestra publicación". Para Mané Zaldívar, Veneno de escorpión azul, amén de su naturaleza de escritura íntima y de registro, marca un punto aparte en la obra de Millán. "En buen chileno y sin pretensiones de cultismos, diría que aquí Millán se suelta las trenzas.
Pienso que su escritura tiene el gesto del que no necesita responder a las expectativas de nadie y de nada; a estilos determinados o a etiquetas autoimpuestas como pueden ser la búsqueda de la "objetividad" y la perfección. Es una creación más espontánea, más visceral y no menos inteligente, donde las emociones fluyen sin tanto filtro de la cabeza, porque escribe sabiendo que esto se leerá cuando él ya no esté. Es la creación del que sabe que no tiene nada que perder o ganar". O.